InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2018, 21

21.02.18

Meditaciones de Cuaresma - Saber encontrar la Cruz

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Aquellos que no creen en Dios Todopoderoso y, menos aún, en su Hijo Jesucristo, cuando alguien le habla de la Cruz es más que posible que esboce (siendo generoso por su parte según están las cosas hoy día) una sonrisa y, a modo de aquello que le pasó a San Pablo cuando habló en el Areópago de Atenas sobre la resurrección, diga que ya le hablaremos de eso otro día (cf Hch 17, 32).

También sabemos que la Cruz, para algunos, era necedad y, para otros, cosa absurda…

Pero eso, como bien podemos imaginar, no puede pasar con aquellos que se saben hijos de Dios y, por tanto, creen en el poder de Quien todo lo ha creado y mantiene y, también,  creen en la venida al mundo de su Hijo y en lo que luego sabemos lo que pasó.

El caso es que la Cruz no es un tema sobre el que podamos argumentar que es poca cosa. Y es que es, muy al contrario, lo más importante que podemos echarnos al corazón y, desde allí, a nuestro quehacer diario.

En realidad, la Cruz es símbolo pero también es realidad que nunca debemos olvidar. Por eso debemos encontrarla si es que queremos ser fieles a nuestra fe católica.

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Meditaciones de Cuaresma - Saber perdonar; pedir perdón

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Que Cristo supo perdonar, a lo largo de su vida, las muchas afrentas (las que conocemos son de su llamada vida pública) que le hicieron y las trampas que le tendieron sus perseguidores, es algo que damos por cierto y verdad. Y es que, de no haber sido así, seguramente le habría salido alguna úlcera por soportar todo aquello sin perdonarlo.

El perdón y su origen, el saber perdonar, no es cosa baladí sino algo que procura, a quien lo ejercite, una tranquilidad espiritual que sólo puede tener buenas consecuencias.

En Cuaresma (¡también aquí, más aquí y ahora!) debemos saber perdonar y, también, debemos pedir perdón. Y es que, como es obvio, no es lo mismo una cosa que la otra.

A nosotros pedir perdón nos cuesta. Debemos reconocer que somos muy soberbios la mayoría de las veces y que no estamos muy dispuestos a reconocer que nos hemos equivocado. Sin embargo, es muy sano, espiritualmente hablando, darnos cuenta de eso y, acto seguido, ejercitar el pedir perdón como un ejercicio de sanación interior, personal e intransferible.

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