Amigo de Lolo – La gran escalada de Lolo

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).PRESENTACIÓN

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

La gran escalada de Lolo

Resulta curioso pero resulta difícil imaginar a Manuel Lozano Garrido, a la sazón Beato Lolo, escalando alguna montaña o lugar elevado. En todo caso, lo podemos imaginar, antes de que se le manifestara la enfermedad y, mejor aún, siendo niño, subiendo a algún árbol y, a lo mejor, hasta cayéndose del mismo. Eso casi seguro que sucedió.

Sin embargo, nosotros no hablamos de tal tipo de escalada sino de otra que es, seguramente, mucho más difícil que subir al Everest o a alguno de los muchos ochomiles (si se puede escribir así) que hay en la Tierra o, lo que es lo mismo, alguna de esas montañas gigantescas que dan miedo hasta mirar desde abajo. Sí, nosotros hablamos de lo que supuso, de lo que debió suponer para el Beato de Linares (Jaén, España) su vida, su existencia, su ser mismo.

En los primeros veinte años de su vida, Manuel Lozano Garrido caminó por el mundo como lo podía hacer cualquier otra persona. Sabemos, sin embargo, que lo hizo teniendo muy en cuenta su fe católica y todo lo que eso estaba suponiendo en los años treinta del siglo pasado que, para los que no lo sepan y relacionado con España, fueron muy convulsos política y religiosamente hablando. Y es que se inició una persecución religiosa que casi llegó a ser como la que soportaron los hermanos Mexicanos en los años veinte del mismo siglo, el XX, y que dio lugar al nacimiento del movimiento Cristero al que hay que alabar por encima de todo lo que se pueda alabar por su intención santa y lo que supuso para México.

Pues bien, en aquellos años, Lolo empezó a subir, a escalar, el devenir de su vida. Y decimos escalar porque seguros estamos que lo hacía pensando en el Cielo, allí donde quería estar cuando Dios lo llamase a estar allí.

Aquellos años, sin embargo, pasaron como pasan en la vida de todas las personas: con la ilusión de un porvenir que uno se ha ido labrando con el paso de los años.

Sin embargo, aquella escalada que Lolo empezó cuando tuvo que empezarla paró cuando la enfermedad (principios de los años 40 del siglo pasado) sentó sus reales en su cuerpo y sus huesos empezaron a flaquear por efecto de la misma. Entonces nuestro amigo tuvo que dar el primer paso en otro tipo de “escalada” que ya no tenía que ver con las ilusiones que pudiera haberse hecho al respecto de una vida, digamos, común: profesión, matrimonio, hijos, etc. Su escalada iba a ser de un tipo muy diferente pero, por eso mismo, mucho más importante.

Podemos decir que Lolo empezó a escalar desde entonces y lo estuvo haciendo hasta que un 3 de noviembre de 1971 alcanzó la meta que había estado buscando a lo largo de aquellos años de sufrimiento y dolor. Y la meta no era otra que el Cielo, aquel Everest espiritual que tan lejos puede ver cualquiera cuando, a una edad aún joven, cree que tiene todo por hacer y, ciertamente, es que tiene todo por hacer.

La subida al monte del Cielo que tuvo que hacer Lolo fue muy especial. No tenía los típicos instrumentos que se utilizan para subir montañas ni tenía agarraderos donde sujetarse. En realidad, los tenía pero no tenían nada que ver con piezas de hierro o de otro metal fuerte y potente. No. Los agarraderos que tuvo Lolo tenían que ver con su fe, con Dios, con Jesucristo, con la Virgen María y con la Iglesia católica a la que tanto amaba. Y, en realidad, eran más fuertes y potentes que los que se utilizan para otros menesteres mundanos porque tenían todo que ver con la fuerza del corazón y del alma que puso de manifiesto cuando escalaba hacia el Cielo, con aquella perseverancia que da saberse hijo de Dios y preparado para subir, subir y subir.

La escalada de Lolo no podemos decir que no tuviera obstáculos sino, justamente, al contrario: los tuvo y muchos y los mismos los podemos leer en sus libros que no esconden nada de lo que le pasó ni por lo que estaba pasando. Por eso, podemos decir que Lolo escaló muy bien el camino que le llevaba hacia el Cielo y, seguramente, lo que para el común de las personas hubiera resultado imposible de soportar lo utilizó en beneficio espiritual de sí mismo y en dar un paso más, un metro espiritual más hacia Dios el cual, seguramente, miraba aquella escalada como una que era de verdad y con la que gozaba.

Eleuterio Fernández Guzmán


Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (124)

Las señales que, procedentes de los astros remotos, capta el radiotelescopio, suenan a grandeza, a alabanza y a gloria.

……………………………

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

1 comentario

  
LJ
Una belleza, gracias.
Pregunta: ¿están los libros de Lolo en Internet?

Saludos

EFG

Buenas tardes.

Si usted se refiere a que si los libros de Lolo están "en línea", tengo entendido que no. De todas formas, es muy fácil (y bastante barato) hacerse con ellos.
Le dejo la dirección donde dirigirse:

https://amigosdelolo.com/pedidos-coleccion-obras-completas-de-lolo-210/

De todas formas, en la página de la Fundación Lolo, a saber, www.amigosdelolo.com, puede usted leer reseñas de los libros en el apartado "Su obra/Biblioteca". Es por si le interesa saber más sobre ellos.

Un abrazo y que Dios le bendiga.
04/08/25 12:53 PM

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