InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2016

10.11.16

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Fuera de Dios no hay sosiego

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar”- Fuera de Dios no hay sosiego

“Ni el corazón acaba de hartarse ni el alma encuentra sosiego fuera de Dios”

Aquellos que no tienen fe en  Dios Todopoderoso pueden encontrar determinados textos espirituales demasiado voluntariosos. Es decir, no encuentran sentido a lo que, para ellos, no tiene sentido. 

Sin embargo, los que nos consideramos hijos de Dios porque, como dice San Juan, ¡lo somos!, sabemos que en las palabras aquí traídas del hermano Rafael, no es haya escondida una gran verdad sino que la Verdad sale a primer plano desde la primera a la última de ellas. 

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9.11.16

Serie "Su Cruz y nuestras cruces" - 8- La cruz de la persecución (Habla Cristo)

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.”

 (Mt 16,24).

  

Siempre que un discípulo de Cristo se pone ante un papel y quiere referirse a su vida como tal no puede evitar, ni quiere, saber que en determinado momento tiene que enfrentarse a su relación directa con el Maestro.

Así, muchos han sido los que han escrito vidas de Jesucristo: Giovanni Papini (“Historia de Cristo”), el P. Romano Guardini (“El Señor), el P. José Luis Martín Descalzo (“Vida y misterio de Jesús de Nazaret“), el P. José Antonio Sayés (“Señor y Cristo”) e incluso Joseph Ratzinger (“Jesús de Nazaret“). Todos ellos han sabido dejar bien sentado que un Dios hecho hombre como fue Aquel que naciera de una virgen de Nazaret, la Virgen por excelencia, había causado una honda huella en sus corazones de discípulos.

Arriba decimos que el discípulo deberá, alguna vez, ponerse frente a Cristo. Y es que no tenemos por verdad que el Maestro suponga un problema para quien se considera discípulo. Por eso entendemos que tal enfrentamiento lo tenemos por expresión de expresar lo que le une y, al fin y al cabo, lo que determina que sea, en profundidad, su discípulo. Sería como la reedición de lo que dice San Juan justo en el comienzo de su Evangelio (1,1): 

“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios”.

El caso es que podemos entender que la Palabra estaba con Dios en el sentido de estar en diálogo con el Creador. Por eso decimos que la relación que mantiene quien quiere referirse a Cristo como su referencia, un discípulo atento a lo que eso supone, ha de querer manifestar que se sea, precisamente, discípulo. Entonces surge la intrínseca (nace de bien dentro del corazón) necesidad de querer expresar en qué se sustenta tal relación y, sobre todo, cómo puede apreciarse la misma. O, por decirlo de otra forma, hasta dónde puede verse influenciado el corazón de quien aprende de parte de Quien enseña. 

Y si hablamos de Cristo no podemos dejar de mencionar aquello que hace esencial nuestra creencia católica y que tiene que ver con un momento muy concreto de su vida como hombre. Y nos referimos a cuando, tras una Pasión terrible (por sangrante y decepcionante según el hombre que veía a Jesucristo) fue llevado al monte llamado Calvario para ser colgado en dos maderos que se entrecruzaban. 

Nos referimos, sin duda alguna, a la Cruz. 

Como es lógico, siendo este el tema de esta serie, de la Cruz de Cristo vamos a hablar enseguida o, mejor, hablará el protagonista principal de la misma dentro de muy poco. Es esencial para nosotros, sus discípulos. Sin ella no se entiende nada ni de lo que somos ni de lo que podemos llegar a ser de perseverar en su realidad. Sin ella, además, nuestra fe no sería lo que es y devendría simplemente buenista y una más entre las que hay en el mundo. Pero con la Cruz las cosas de nuestra espiritualidad saben a mucho más porque nos facilitan gozar de lo que supone sufrir hasta el máximo extremo pero saber sobreponerse al sufrimiento de una manera natural. Y es natural porque deviene del origen mismo de nuestra existencia como seres humanos: Dios nos crea y sabe que pasaremos por malos momentos. Pero pone en nuestro camino un remedio que tiene nombre de hombre y apellido de sangre y luz. 

Pero la Cruz tiene otras cruces. Son las que cada cual cargamos y que nos asimilan, al menos en su esencia y sustancia espiritual, al hermano que supo dar su vida para que quien creyese en Él se salvase. Nuestras cruces, eso sí, vienen puestas sobre nuestras espaldas con la letra minúscula de no ser nada ni ante Dios mismo ni ante su Hijo Jesucristo. Minúscula, más pequeña que la original y buena Cruz donde Jesús perdonó a quienes lo estaban matando y pidió, además pidió, a Dios para que no tuviera en cuenta el mal que le estaban infiriendo aquellos que ignoraban a Quien se lo estaban haciendo.

Hablamos, por tanto, de Cruz y de cruces o, lo que es lo mismo, de aquella sobre la que Cristo murió y que es símbolo supremo de nuestra fe y sobre el que nos apoyamos para ser lo que somos y, también, de las que son, propiamente, nuestras, la de sus discípulos. Y, como veremos, las hay de toda clase y condición. Casi, podríamos decir, y sin casi, adaptadas a nuestro propio ser de criaturas de Dios. Y es que, al fin y al cabo, cada cual carga con la suya o, a veces, con las suyas.

 

8- La cruz de la persecución  (Habla Cristo)

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Estimados hermanos: 

Muchas veces os dije que si yo era perseguido (y más que lo iba a ser, como sabéis) a vosotros también, discípulos míos, os iban a perseguir. 

También sabéis que cuando os hablé de a quién puede llamarse bienaventurado os dije que no os debía pesar ser perseguidos sino que, al contrario, debías saber que eso era muy bueno para vosotros. Y no es que os pidiera algún tipo de martirio buscado sino que todo aquel que era perseguido en mi nombre (por mí) era bienaventurado, muy bienaventurado. 

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8.11.16

Un amigo de Lolo – Devolver amor por Amor

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Devolver amor por Amor

“Nacimos para ser proyectados por la caridad de Dios y, si somos libres es para, en nuestra medida, devolver y corresponder a esa dulzura. Mas si el mundo no tiene otro sentido que el de la cordialidad y ésta pensamos que se hace crisis, cabría decir que a todo amor, por raquítico que sea, deberíamos mimarlo como una flor de invernadero.” (“Un corazón como el Universo” de “Desde este lado de la tapia”).

Hay que darse cuenta del lenguaje que utiliza siempre Manuel Lozano Garrido. Lolo no hace uso de palabras que carezcan de sentido en determinado momento, sino que las escoge inspirado por el Espíritu Santo porque no se explica que pueda escribir de otra forma que no sea así.

Esto puede verse perfectamente en este texto de su libro dedicado a una comunidad religiosa de clausura. Y es que hace uso del terrible condicional.

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6.11.16

La Palabra del Domingo - 6 de noviembre de 2016

 

  Lc 20, 27-38

 

“27 Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: 28 ‘Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. 29 Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; 30 y la tomó el segundo, 31    luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. 32 Finalmente, también murió la mujer. 33  Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.’    34 Jesús les dijo: ‘Los hijos de este mundo toman mujer o marido; 35 pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, 36      ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37       Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor = el Dios de  Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. = 38 No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.’”

        

COMENTARIO

La eternidad de Dios y la vida eterna del hombre

 

En este texto del Evangelio de San Lucas el Hijo de Dios dice mucho acerca de la vida eterna, de cómo es y de qué se ha de esperar de ella. Pero antes debía manifestar mucho a los que querían tenderle una trampa. 

En realidad, aquellos hombres, saduceos, debían querer burlarse de Jesucristo. Por eso le preguntan eso que le preguntan. 

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4.11.16

Novedad editorial: ¡Libro inédito del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo! Apúrense y a por él.

Foto: “De profesión, paralítico” (Lolo)

Esto no suele pasar muy a menudo. Quiero decir que de una persona que ha subido a los altares y hubiera dado a la luz sus pensamientos espirituales a través de escritos conocidos aparezca, al cabo de los años de su marcha a la Casa del Padre, un libro que no hubiera publicado nunca, no es muy habitual.

Pues eso ha pasado con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, de quien ayer mismo, 3 de noviembre, celebramos su Dies natalis. 

El caso es que cuando falleció su hermana Luci que fue sus manos y sus ojos durante muchos años, en eso de revisar los documentos que tenía, apareció el original de un libro de Lolo. ¡Sí!, un texto que no había visto la luz pública vaya usted a saber las razones o el por qué pero a finales de diciembre de 1960 el Beato Lolo firmó aquel libro que, gracias a Dios y para bien de todos los que lo lean, va a ver la luz pronto. 

El título es bien significativo y está en la línea, tan buena y tan exacta, de los que solía poner Lolo: “Las siete vidas del hombre de la calle” y tiene relación directa, número y sentido, con los Sacramentos, también siete. 

Lo deja todo bien explicado al principio del libro: 

“La santidad la tenemos, así, en todas las horas cruciales, tan utilizable como la cuchara, el paraguas o la gabardina: 

- En el moisés, un fruto natural de vida se hace hijo de Dios por la purificación que el agua cumple en el Bautismo. 

- En el uso de razón, Dios modela y asegura la santidad inicial por el aceite de la Confirmación. 

- El hombre que vuelve al barro e hinca la rodilla en el delito, restaura su destino por la palabra consoladora que le perdona en la Confesión. 

- A la infinita sed de trascendencia y al hombre de eternidad que nos gritan desde las células, los sacia radicalmente el pan y el vino que se hace Carne y Sangre suyas en la Comunión. 

- Cuando unos muchachos piensan en carpintero y otros en abogado, Él hace su leva y unas manos proveen, en el Orden Sacerdotal, los depositarios de las siete fuentes, que así tendremos siempre a nuestro servicio. 

- Esa ternura que germina y se ramifica en hombre y mujer juntos y la fuerza poderosa de la vida, se coronan de gracia en las palabras de donación que es la materia del Matrimonio. 

- El hombre físicamente a la deriva, la nave que hace agua, tiene el gran recurso para la salud que es la oración común, y el aceite santificado o, cuando menos, el indulto y el buen pasaporte para el reino feliz que es la Extremaunción” (aquí hay una nota del Editor explicando que, por fidelidad al texto original no se ha sustituido el término “Extremaunción” por el de “Unción de enfermos”)

 

Es más, antes de dar comienzo el primero de los Sacramentos, el Bautismo, escribe esto“Ni sensacionalismo ni trabalenguas: lo que puede un Sacramento”. Y eso es explicación más que eficaz de lo que ha de leer quien quiera obtener gran fruto espiritual de este libro.

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