Una Asociación contra las sectas reivindica al Gobierno un observatorio
La crisis económica es un magnífico caldo de cultivo para que las sectas extiendan sus tentáculos. Sus potenciales adeptos persiguen aliviar sus cargas económicas y emocionales, ayuda y comprensión. Más vulnerables en esta situación, necesitan creer que existe una salida, a veces mágica, a sus problemas. Ayer, 29 de octubre, en el II Congreso de Criminología de Zamora, sobre «Violencia criminal y Religión», que abordó este «grave problema», la Asociación contra las sectas RedUNE exigió al Ministerio de Justicia un observatorio para investigarlas y que se aplique la Ley vigente contra quienes controlan la personalidad de otros individuos. Lo cuenta Susana Arizaga en La Opinión-El Correo de Zamora.
«Emplean un discurso totalitario y de falsa espiritualidad y quiebran el derecho a vivir en libertad que protege el Código Civil. Crean presión y sometimiento al chantaje, limitan la capacidad de decisión y generan trastornos físicos y psíquicos, además de la alteración de la vida afectiva». Esos son algunos de los efectos perniciosos que las sectas, religiosas o laicas, a veces «disfrazadas» como ONG´s o partidos políticos alternativos, generan en sus integrantes.