El asalto de los mormones
Escritores y cantantes de éxito, dos aspirantes a la Casa Blanca y hasta un musical en Broadway… Más publicidad que nunca para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD). Así se encabeza el artículo que ha escrito Emili J. Blasco, corresponsal en Washington del diario ABC, y que se ha publicado el pasado 13 de noviembre.
Un gran cartel en Times Square de Nueva York, el mayor escaparate de anuncios del mundo, proclamaba «I’m a mormon» (Soy mormón) hace unos meses. Coincidía con el estreno del musical «The Book of Mormon», el gran éxito de Broadway de esta temporada, crítico con los mormones, pero ocasión para la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (LDS, según el acrónimo en inglés) de darse más a conocer y superar viejos prejuicios. Al fin y al cabo, la mayor objeción puesta contra los mormones es la poligamia, y eso es algo que la LDS Church abandonó en el siglo XIX.
Lo mormón, en general, provoca recelo, comenzando por EE.UU., donde se discute que realmente sean cristianos (se les tilda de culto [cult, en inglés, es el equivalente del término castellano “secta], no de religión). Pero cuando se sabe que Stephenie Meyer, la creadora de la saga «Crepúsculo», pertenece a la LDS, como también Ryan Gosling, que acaba de estrenar «Los idus de marzo» (coprotagonizada con George Clooney), o Brandon Flowers, líder de «The Killers», entonces a los mormones se les ve de otra forma. Eso es precisamente lo que pretendía la campaña «I’m a mormon»: poner cara y ojos a sus fieles, rompiendo el estereotipo de los chicos que por parejas, con sus camisas blancas y chapita negra, recorren países extranjeros durante dos años de misión proselitista.