Sin clase de religión, más atracción por las sectas
El cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, opina que los niños sin estudios de religión “padecen un analfabetismo de cultura religiosa que incide en su nivel cultural general, más bien bajo” y que al no darles una formación religiosa se fomenta su “atracción por las sectas y los fundamentalismos”.
En la carta pastoral que hoy, domingo 19 de febrero, publica la hoja Full Dominical de la archidiócesis de Barcelona, titulada “La clase de religión enriquece a los hijos", y que sintetiza así la agencia Efe, el cardenal arzobispo anima a todas las familias que estos días empezarán a matricular a sus hijos para el próximo curso para que “pidan la clase de religión católica para sus hijos”.
Para el arzobispo, esta enseñanza es “muy importante”, por lo que “al formalizar la matrícula de un hijo en la escuela, las familias católicas tienen que pedir la clase de religión”. “Hoy los niños y adolescentes padecen un analfabetismo de cultura religiosa y esto incide en su nivel cultural general, más bien bajo. La clase de religión contribuye a que los alumnos puedan comprender muchísimos contenidos de nuestra historia, de nuestra cultura que están tejidos de contenidos cristianos”, argumenta el prelado.
“Difícilmente -abunda el cardenal- se puede comprender nuestra historia, nuestro arte y nuestra cultura si no se tiene un conocimiento notable de la religión católica. Forma parte de nuestra identidad”. Según Martínez Sistach, las clases de religión y moral católica ofrece valores “serios y auténticos” frente a los que ofrece la sociedad actual a los adolescentes y los jóvenes.

El fenómeno religioso es un elemento inevitable en la actualidad tal como ésta se muestra en los medios de comunicación. Y entre muchas otras informaciones, a veces tienen una trascendencia exagerada fenómenos como mínimo marginales, cuando no extraños, al ámbito de lo espiritual. Recientemente hemos asistido a la difusión de dos supuestas “nuevas religiones” que llaman la atención por lo estrafalario y lo actual de sus contenidos. Seguro que los lectores han podido conocer algún dato sobre la existencia del “jediísmo” y del “kopimismo”, colocados así por orden de aparición.
Después de la
Si al leer el título han pensado –como es natural, por otra parte– que me refiero a Benedicto XVI, no se preocupen, porque no voy a hablar de él. El mes pasado recibí por correo electrónico una noticia que me sorprendió porque hablaba de la muerte del Papa. Leyendo la información descubrí que sí hablaba de un fallecimiento reciente, pero de lo que en la Historia de la Iglesia se ha llamado, técnicamente, un “antipapa”. El Diccionario de la RAE nos resume así el concepto: se trata de un “hombre que no está canónicamente elegido Papa y pretende ser reconocido como tal”. Y una de dos: o nos referimos a épocas pasadas en las que algunos disputaban al obispo legítimo de Roma su potestad (como nuestro Pedro Martínez de Luna allá a finales de la Edad Media, que se mantenía “en sus trece” ya fuera en Aviñón o en Peñíscola), o hablamos de ciertos personajes contemporáneos que de forma más o menos estrafalaria montan su propio “vaticano” autodeclarándose sumos pontífices (y por seguir con los ejemplos del solar patrio, pensamos en el cisma del Palmar de Troya y el solio ocupado por el célebre “Papa Clemente” y su línea sucesoria).
Los menores son un objetivo prioritario para las derivas sectarias, según explicaba hace unos días la página de Internet del Primer Ministro de Francia. Miles de niños están bajo la influencia de las sectas. Claude Greff, Secretaria de Estado para la Familia, y Georges Fenech, presidente de la MIVILUDES (Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra las Derivas Sectarias) han firmado, el pasado 18 de enero, un acuerdo de colaboración diseñado para sensibilizar a los profesionales y las familias sobre las derivas sectarias.




