Susto en el parador

Hace poco recibí la llamada telefónica de alguien preocupado. ¿La razón? Se había alojado en el Parador de Cardona, en la provincia de Barcelona. No tengo el gusto de conocerlo, pero debe de valer la pena, siendo como es una muestra magnífica de arquitectura medieval, entre los estilos románico y gótico. Situado en un alto, algo natural por su misión estratégica y defensiva, comenzó a construirse en el siglo IX, en tiempos de Wilfredo el Velloso, aquel conde de Barcelona que “se independizó” del reino franco, en una época de repoblación y de fundación de monasterios.

Su denominación actual se debe, en primer lugar, a que fue el castillo donde residían los Duques de Cardona; y, en segundo lugar, a que es Parador de Turismo desde 1976. Además de las dependencias civiles, este impresionante complejo alberga la Colegiata de San Vicente, del siglo XI, y una capilla dedicada a San Ramón Nonato, ya que el mercedario catalán, emparentado con los Cardona, murió allí.

¿De dónde la preocupación de mi consultante? Mi primera suposición tuvo que ver con algo que ha sido divulgado en célebres productos mediáticos dedicados a los misterios y a lo oculto, y que el propio Parador utiliza para publicitarse. Esto es lo que se lee en el folleto oficial: “Un castillo con leyenda. Un castillo con fantasma. Si el viajero es de los que les gusta las sensaciones fuertes no dude en solicitar la habitación 712 del parador. En el último piso del castillo, cercana a la torre Minyona, donde desde la apertura del Parador, y en al menos dos ocasiones que se conozca, dos huéspedes ya han recibido la visita de un hombre aparecido, vestido con leotardos y traje de época. Una señora primero, dos señoritas después y más de una trabajadora del Parador han sentido una presencia de otro mundo. Ventanas y puertas que se abren y se cierran sin sentido alguno. Ruidos sospechosos. Eso sí, el presunto fantasma sólo ha mantenido contacto con el sexo femenino”. Curioso reclamo, es verdad. Pero no fue éste el motivo de la llamada.

Resulta que desde 2010, cuando el Parador fue elegido uno de los diez mejores castillos-hotel de Europa por la web Tripadvisor, se están celebrando las denominadas “cenas esotéricas”. Unas veladas en las que, según la publicidad del establecimiento, “no faltarán las brujas, las cartas del tarot o los rituales esotéricos más especiales”. En concreto, en la última, celebrada en la noche del pasado 30 de abril, se aseguraba la presencia de “tiradores de cartas, quiromancia, echadoras de runas” antes de la cena, que sería seguida del espectáculo “Noche de Brujas”.

En el menú, nada reseñable más allá de la “tarta Beltane”, cuyo nombre procede de la festividad céltica de la noche del 30 de abril al 1 de mayo, también llamada “noche de Walpurgis” o noche de brujas, bien conocida por referencias ya clásicas como las que hace Goethe en Fausto. Por lo que vemos que no se trata de una casualidad inocente la elección de esa noche por parte del Parador.

Haciendo una búsqueda rápida en Internet, uno puede descubrir que no sólo se celebra esta noche de Walpurgis, sino también la otra festividad “brujeril” por excelencia del año pagano: la noche de Samhain, del 31 de octubre al 1 de noviembre, justamente a los seis meses. Como explican los responsables del Parador en la difusión de estos eventos esotéricos, en esos días tan especiales los huéspedes “podrán empaparse de una atmósfera mágica que sólo puede ofrecer una construcción de esas características”, o vivir “una jornada de misterio cargada de actividades”, además de ocupar “el Patio Ducal para participar colectivamente de un ritual de buenos augurios en el que intervendrán los cuatro elementos de la naturaleza”.

Este ritual de los cuatro elementos, por ejemplo, podemos verlo explicado en el libro El despertar de las brujas, escrito por Julia Maya, en el que se muestra con todo detalle cómo realizarlo. Una verdadera liturgia neopagana en la que leemos instrucciones como las siguientes: “coja el cáliz y llénelo con el vino o con el zumo, que simboliza la presencia de la Diosa. Haga que el sol se refleje en el líquido del cáliz para homenajear al Dios Cornífero… repita el siguiente encantamiento: En el momento en que los rayos del sol se reflejan en este cáliz, nuestros dioses se unifican convirtiéndose en una energía omnipresente y omnipotente. Y de este líquido tomaré esa fuerza para que la luz de la Diosa y del Dios habite en mi interior, en forma de un ágape cósmico y profundo”. Desconozco si es éste el ritual empleado en el castillo catalán, o usan otro diferente, pero uno puede hacerse una idea de por dónde van los tiros.

Tengo constancia de que la persona que me llamó por teléfono no tuvo ocasión de encontrarse con el pretendido fantasma del Parador de Cardona. Un fantasma nada sorprendente, y más bien predecible ya que, además de tener sus momentos televisivos de gloria, viene anunciado en el folleto del establecimiento y se conoce su ubicación exacta. El susto se lo llevó cuando vio toda la programación montada en torno a una festividad pagana que desconocía y se encontró, sin comerlo ni beberlo, entre brujas y echadores de cartas. Aunque supongo que la mayor parte de los huéspedes estarían allí precisamente convocados por ese reclamo esotérico-divulgativo.

El neopaganismo tiende a extenderse de esta forma. En algunos lugares y situaciones son las fiestas populares el momento escogido para recuperar o inventarse rituales que congreguen a la gente en torno a temas supuestamente inocentes, convocados por asociaciones culturales o, directamente, por las Administraciones locales y regionales. El caso que acabamos de ver está organizado por un centro que forma parte de Paradores de Turismo, “una sociedad anónima de capital público con ocho décadas de historia y que en la actualidad gestiona más de 90 establecimientos hoteleros”, nada más y nada menos.

Desconozco si los que entienden de forma tan estrecha la aconfesionalidad de la cosa pública que llegan al extremo del laicismo protestan tan enérgicamente contra estas celebraciones como lo hacen a veces con la inclusión, por ejemplo, de cultos católicos en algunos programas de fiestas patronales. Pero, más allá de la comparación, me preocupa esta “discreta” difusión de propuestas directamente alternativas al cristianismo y a la cultura cristiana a través de diversas formas, entre las que destaca la ya omnipresente liturgia de Halloween, y que llega a los medios de comunicación, la publicidad y, por extensión, a toda nuestra sociedad.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital, 3/06/12.

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