¿Terapias alternativas o manipulación psicológica?
Las pseudoterapias New Age, a examen
Publicamos esta nueva aportación de la columna sobre jóvenes y nuevas religiosidades, publicada quincenalmente por la agencia de noticias Zenit y coordinada por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).
El autor de este artículo, Álvaro Farías Díaz, es licenciado en Psicología por la Universidad Católica del Uruguay “Dámaso A. Larrañaga”. Miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y director del Servicio de Estudio y Asesoramiento en sectas del Uruguay (SEAS).
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Podríamos preguntarnos ¿por qué tienen tanto éxito películas como Harry Potter, El Señor de los Anillos o libros como El Alquimista? ¿Por qué florecen cada día más las expresiones del pensamiento imaginario o mágico? ¿Por qué aunque la modernidad lo creía moribundo, Dios sigue resistiendo tan bien? ¿Cómo han evolucionado las religiones históricas, en contacto con las nuevas creencias y las nuevas formas de espiritualidad marcadas con el sello del individualismo y el pragmatismo? Y al fin de cuentas, ¿cómo comprender esta plétora de creencias y prácticas que se despliega ante nuestros ojos, esa religiosidad flotante, “a la carta”, que se desarrolla dentro de nuestra sociedad?
Vemos hoy cómo los hombres y mujeres de nuestra cultura, afectados por las enfermedades del humor, son medicados con la misma gama de medicamentos frente a cualquier cosa. Por un lado se encomiendan a la medicina científica, y por otro aspiran a una terapia que reconociendo su identidad dé lugar a la palabra.

Publicamos esta nueva aportación de la columna sobre jóvenes y nuevas religiosidades, coordinada por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y publicada quincenalmente por la agencia católica de noticias
¿En qué creen los jóvenes del siglo XXI?
Debe de haber sido casualidad. Hace unos días fui al cine a ver la película El rito, dirigida por Mikael Håfström, y que constituye la última novedad en la cartelera sobre el ya conocido subgénero cinematográfico de los exorcismos (con la también sabida denominación de origen que supone colocarle la etiqueta de “basada en hechos reales”, aunque en verdad se trate de hechos interpretados por una novela intermedia). En ella, el veterano actor Anthony Hopkins interpreta a un también veterano sacerdote exorcista italiano, el padre Lucas, que aparece como mentor del joven diácono norteamericano Michael Kovak (encarnado por Colin O’Donoghue). El clérigo más joven se encuentra, cómo no, viviendo una crisis vocacional y de fe, y sus superiores no encuentran ninguna solución mejor que enviarlo a un curso para exorcistas que se imparte en Roma. Algunos espectadores del filme ya saben –porque el tema ha salido en los medios de comunicación de unos años para acá– que este curso existe, y que lo organiza el Ateneo Pontificio “Regina Apostolorum” en la ciudad eterna. Claro que aquí lo importante no es si existe o no el curso, sino la cuestión del ministerio del exorcista en la Iglesia y, en el fondo, si el demonio existe o no. Algo puesto en duda no sólo fuera del pueblo cristiano, sino también dentro, y muy dentro.




