Fanatismo tras el terremoto y el miedo al 11
El pasado 11 de marzo, tan sólo hace unos días, un terremoto frente a la costa de Honshu (Japón) y su posterior tsunami han provocado una catástrofe cuyos efectos vamos conociendo poco a poco. Miles de muertos nos hablan de un momento trágico para ese país y para todos los que seguimos atentamente las noticias que siguen llegando. Entre informaciones de carácter humanitario, científico, financiero, político o nuclear, en algunos medios de comunicación se han “colado” otros elementos extraños. Sí, porque hay personas que aprovechan incluso estos hechos luctuosos para sacarle la punta esotérica o paranormal. ¿Es un invento mío? No, claro que no. He visto muestras de ello en algunos medios digitales, que asocian todo lo que está ocurriendo, por ejemplo, con el fin del mundo que se aproxima, ya que –según llevan vaticinando desde hace tiempo– llegará el próximo año, de acuerdo con ciertas cábalas de la civilización maya. Concretamente el 21 de diciembre de 2012. Y este terremoto en el país del sol naciente puede ser un buen anticipo. Hay gentes del mundo del ocultismo popularizado que incluso sacan a relucir al visionario francés Nostradamus, y lo mezclan con los mayas para demostrar que unos y otros tenían razón, al hablar de un cambio profundo y de movimientos de tierras. Las catástrofes naturales de los últimos tiempos, que vivimos tan de cerca en estos días, son el cumplimiento de lo anunciado.
Y, cómo no, tenemos por ahí a esos que señalan con el dedo acusador al número 11, que coincide fatalmente en la fecha del temblor nipón y en otras fechas anteriores, como el 11-S, considerado por muchos como un cambio de época, o el 11-M español. La numerología se ha cebado con esta cifra, dándole mil vueltas y otorgándole una enorme importancia: que si las Torres Gemelas de Nueva York asemejaban un 11, que si el número del primero de los vuelos, que si la fecha del Día de la Independencia suma 11… y la especulación irracional crece así hasta el infinito. ¿Y cuál es, entonces, el problema? ¿No es algo inocente que entretiene al personal y, como mucho, puede hacer a los crédulos dignos de lástima o de risa?