La Costa del Sol es una "zona caliente" para las sectas, según un psicólogo

La Costa del Sol se considera una “zona caliente” de sectas, según nos explica el psicólogo José Miguel Cuevas (en la foto), vicepresidente de la AIIAP (Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico). Una hipótesis, relacionada con la climatología y la calidad de vida que aporta vivir en esta costa, es que igual que se incrementa el tránsito y retiro de numerosos ciudadanos extranjeros, también se importa heterogeneidad y diversidad, al igual que incrementa la receptividad.

Esta cuestión, según el experto, en líneas generales es positiva e incluso nos conlleva el sostenimiento de nuestra economía y en tiempos pasados, riqueza. Desgraciadamente, en el lado negativo, también se atraen e importan creencias exóticas y derivas sectarias, que conviven junto a otras más autóctonas, a la vez igualmente destructivas. Hay otras hipótesis en el auge sectario: las situaciones de vulnerabilidad personal, familiar y social incrementan con la situación de crisis y la flagrante desigualdad social. Si bien nadie está a salvo de caer en un grupo sectario, las crisis y las situaciones de vulnerabilidad personal o familiar son un caldo de cultivo para la creación o “buen funcionamiento” de organizaciones sectarias.

No hay que olvidar que las sectas emplean mensajes muy cercanos a la población, mensajes de esperanza, de soluciones rápidas, “mágicas”, de curación… que sin ser soluciones reales, tienen calado en la desesperanza y en el malestar de muchos que lo reciben. Además, este mensaje se introduce con sigilo, engaño y premeditación, lo que hace más peligroso y factible su recepción. Ningún miembro activo de un grupo sectario creerá formar parte de una organización peligrosa, tampoco se creerá “víctima”: se creerá un “elegido” que ha de sacrificarse por el bien de todos.

Esta conversión de individuo a “miembro de la gran maquinaria”, a creer formar parte de una “gran élite”, es la consecuencia del desarrollo de un plan estructurado de engaño, como ocurre en la realización de una gran estafa… donde el estafado suele creer que “saca provecho” de una gran oportunidad. Pero con diferencias, aquí el “timo” no termina hasta que le persona descubre el gran engaño y sale del grupo sectario. Además, aquí el engaño en ocasiones va mucho más allá de la avaricia o del deseo de lucro; el engaño suele cebarse con esperanzas menos materiales: la esperanza de curación, de tener un trabajo, resolver un grave problema, sentirse acompañado de buenas personas o sencillamente, del deseo y la buena intención de querer hacer “un mundo mejor”.

Así, más de 100 sectas destructivas pueden estar operando en la actualidad en la provincia de Málaga, según ha señalado José Miguel Cuevas a la agencia informativa Europa Press. Ya que existen “una gran cantidad de grupos sectarios de tipo piramidal-comercial, los grupos de abuso dedicados al ámbito de la salud -incluyendo falsos médicos y psicólogos que ejercen sin titulación prometiendo curar graves enfermedades, incluso sanar enfermedades incurables-, grupos sectarios de corte religioso, grupos relacionados con la ‘Nueva Era’, los de apariencia cultural, deportiva, humanitaria, sincrética y otros tantos”.

Cuevas ha precisado que hay una “gran dificultad” a la hora de valorar el concepto de secta, ya que “no hay un consenso interdisciplinar en la demarcación del término, así como una gran dificultad en valorar con ciertas garantías qué es o no es ’sectario’. Desde el punto de vista de nuestra asociación lo que caracterizaría a un grupo como sectario sería su capacidad destructiva, su capacidad de manipulación y abuso, su habitual tendencia a desarrollar técnicas de manipulación mental”.

El psicólogo malagueño añade que “las sectas generan verdaderos conflictos socio-sanitarios, conflictos que van más allá del afectado, puesto que ocasionan graves problemas en su medio: sus familias, amistades, trabajos, e incluso su medio social más amplio pueden verse gravemente afectados. Además, el primer gran derecho que se ve afectado es el derecho a la libertad personal, puesto que falazmente la víctima cree estar ejerciendo una libertad, libertad dañada que en realidad está siendo totalmente dirigida por agentes externos”.

Porque, continúa diciendo, “el miembro de la secta no tiene más libertad que aquella que le permitan sus superiores, nada más allá, viendo alteradas gravemente su capacidad crítica y de raciocinio. Esto no siempre resulta fácil de valorar por profesionales que desconocen o no están especializados en este fenómeno, pudiendo el sectario asumir y desarrollar un falso rol social de aparente ‘normalidad’. El problema es que este rol de ‘aparente normalidad’ es compatible con la esclavitud y la sumisión extrema al grupo o su líder, que conducen a que la víctima sufra abusos y actos denigrantes, al igual que ocurre en los casos de violencia de género”.

“Disolver un grupo sectario no es fácil”, ha precisado el también profesor de Psicología Social en la Universidad de Málaga (UMA), quien ha señalado que “raramente una secta desaparece, ya que al morir el líder suele haber un relevo, un cambio, no necesariamente mejor”.

Asimismo, ha recordado que, aunque la mayor parte de nuestros grupos sociales son positivos y ayuda a construir nuestra personalidad (grupos deportivos, culturales, etc.), también hay que considerar que “cualquier grupo tiene la semilla de evolucionar en una secta” y, por ello, ha señalado que sería conveniente ejercer algún tipo de inspección y control sobre las organizaciones o grupos que muestran controversia y presentan características “sectarias”, cuando no directamente, abogar por su disolución cuando se presenten delitos que lo justifiquen, delitos tipificados como la aplicación sistemática de técnicas que alteren o controlen la personalidad (citando el artículo 515 de nuestro código penal).

“Quizá también haya grupos que pudieran evolucionar favorablemente, adaptarse, cuando se controle o regule la actividad que ejercen realmente. Si bien este cambio favorable no creo que fuera efectivo únicamente por vía de la persecución legal, al menos podría servir para atender y proteger mejora las víctimas, en la actualidad totalmente desamparadas”, reconoce.

Entre algunas de las técnicas de captación que siguen siendo muy habituales, Cuevas ha mencionado que están “los típicos cursos y seminarios gratuitos que invitan al contacto directo con los asistentes”. En la provincia malagueña, ha destacado que las sectas suelen captar a través de panfletos o carteles que reparten por toda la ciudad, incluso dentro de la universidad, ejemplificando esto con un cartel que invitaba a estudiantes de periodismo a formar parte de una radio que resultaba ser la “tapadera” o “gancho” de una secta.

Así, la asociación a la que pertenece ejerce dos objetivos claros en la sociedad: “por un lado desde AIIAP difundimos información sobre las dinámicas sectarias y de abuso, así como también favorecemos la prevención y asistencia de conductas abusivas, incluyendo la formación de profesionales y estudiantes”, ha explicado este psicólogo y especialista en sectas.

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