Las sectas satánicas, en la sombra de la sociedad

Los cultos satánicos constituyen un mundo en el que reina el mal, por lo que mantenerlos en la clandestinidad es esencial. Pero una joven alemana se ha atrevido a hablar abiertamente sobre su vida en uno de ellos. Lo ha relatado hace unos días el medio Deutsche Welle, en un artículo de Heike Zafar que ahora ofrecemos extractado y en castellano gracias a los traductores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

Es materia de aburridas películas de Hollywood: sectas donde adoradores de Satanás beben sangre de animales y hacen sacrificios humanos durante ceremonias especiales. Sin embargo, para Laura, que nació en uno de estos mundos en la región de Münster, en Alemania occidental, es algo más real. Ella se las arregló para escapar de la secta, pero fue un proceso largo y doloroso.

“Mi padre era muy respetado en la secta y empezó a entrenarme a edad muy temprana para hacer lo que quería el círculo”, explicó. “Eso me permitía que yo lo pudiera aguantar todo, cualquier cosa que se hiciera conmigo, no llorar o gritar ni responder al dolor, y que yo no diría nada a nadie fuera del grupo. Se suponía que debíamos hacer lo que el Poder Superior quisiera”.

Prostitución en el nombre de Satanás

Este Poder Superior era Satanás, y Laura se vio obligada a aceptar el dolor, la tortura y la violación en su nombre. Pero también significaba que tenía que llevar una vida paralela al exterior, presentándose como una colegiala normal; pero en secreto era sirvienta en las misas negras y los rituales satánicos. “Debía ser obediente a los hombres”, dijo. “Cuando tuve que prostituirme me dijeron que el Poder Superior quería que el círculo (el grupo satánico) tuviera dinero”. El dinero fue directamente a las arcas del grupo, y fue el grupo quien eligió a los clientes.

La especialista en religiones de Marburgo Adelheid Herrmann-Pfandt dijo que los padres de Laura la expusieron a un culto satánico, lo que es especialmente preocupante ya que celebra una forma especialmente brutal del satanismo y se mantiene fuera de la vigilancia de la sociedad. “Aquellos que llevan a cabo estas prácticas tan extremas no son reconocibles en la sociedad”, dijo Herrmann-Pfandt. “No van por ahí con crucifijos al revés en sus manos. Desean permanecer por debajo del barrido de la detección del radar durante toda su vida, sin que se les detecte”.

Bebés que desaparecen

Brigitte Hahn, la comisionada de la diócesis católica de Münster, coincide. Comentó que unas 30 víctimas de estos cultos satánicos han buscado la ayuda de su oficina. Algunas de las mujeres describieron misas negras que también incluían abortos rituales e incluso el asesinato. “Hay ceremonias especiales de fecundidad para las mujeres y otros rituales para la entrega de los bebés y el sacrificio de ellos”, dice Hahn. “Los embarazos se mantienen en secreto, los bebés nacen, y desaparecen”.

En 2008, Hahn envió alrededor de una encuesta a 2.000 médicos y terapeutas en el estado de Renania del Norte-Westfalia, del que Münster forma parte. Cerca de 120 respondieron diciendo que había pacientes femeninas que habían sufrido la violencia de los grupos satánicos.

Alfons Strodt, capitular de la diócesis católica de Osnabrück, ha ayudado a antiguos miembros de cultos satánicos durante años. Ha recopilado también los dibujos que han hecho de los rituales: imágenes de niños tumbados en un altar o atados a una cruz. “Al principio, tuve que procesar todo esto solo”, dijo, y agregó que “le llevó mucho tiempo hasta que otros en la Iglesia comenzaron a creerle. La gente me decía que dejara de inventar esas historias”.

“Estoy agradecido de que nuestro obispo y el vicario general me crean, y se den cuenta que es un tema que ya no puede quedar en la oscuridad”, dijo. “Ahora las víctimas pueden obtener la ayuda que necesitan”.

Constante estado de miedo

Sin embargo, debido a que muchas de las víctimas están traumatizadas y han enfermado mentalmente, es difícil determinar si sus relatos reflejan fielmente la realidad. “Ofrecer apoyo a las víctimas es también un reto”, dijo Strodt.

“Nos amenazaron con que nuestras iglesias volarían por los aires con bombas, o que las prenderían fuego”, dijo. “Yo estaba bajo vigilancia. Esto tiene su precio; es la sensación de que están siempre cerca, y eso da miedo”.

Mantener un registro

“La gente no puede permanecer en silencio sobre el fenómeno del satanismo”, dijo la experta Herrmann-Pfandt, que investiga lo que ocurre en estos grupos. “Esto trata sobre experiencias trascendentales, y la sangre a menudo desempeña un papel importante”, dijo. “Algunas personas dicen que se intensifica la experiencia, y les pone en un estado de excitación. Y las sectas juegan a eso”.

Laura dijo que el punto de inflexión llegó cuando se suponía que debía tener un hijo para el círculo de sus padres satánicos. Entonces huyó de la secta, y ahora vive en un refugio de alta seguridad para mujeres traumatizadas. Aunque ella no ha presentado cargos contra sus padres ha dejado registrado todo lo ocurrido ante un abogado. “En el caso de que muera, aunque pareciera que es un accidente o un suicidio, todos los datos serán enviados a la oficina del fiscal de distrito”, dijo. “Es mi forma de seguro de vida, para que no crean que puedan hacerme algo o puedan asesinarme”.

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