Las sectas satánicas, en la sombra de la sociedad
Los cultos satánicos constituyen un mundo en el que reina el mal, por lo que mantenerlos en la clandestinidad es esencial. Pero una joven alemana se ha atrevido a hablar abiertamente sobre su vida en uno de ellos. Lo ha relatado hace unos días el medio Deutsche Welle, en un artículo de Heike Zafar que ahora ofrecemos extractado y en castellano gracias a los traductores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).
Es materia de aburridas películas de Hollywood: sectas donde adoradores de Satanás beben sangre de animales y hacen sacrificios humanos durante ceremonias especiales. Sin embargo, para Laura, que nació en uno de estos mundos en la región de Münster, en Alemania occidental, es algo más real. Ella se las arregló para escapar de la secta, pero fue un proceso largo y doloroso.
“Mi padre era muy respetado en la secta y empezó a entrenarme a edad muy temprana para hacer lo que quería el círculo”, explicó. “Eso me permitía que yo lo pudiera aguantar todo, cualquier cosa que se hiciera conmigo, no llorar o gritar ni responder al dolor, y que yo no diría nada a nadie fuera del grupo. Se suponía que debíamos hacer lo que el Poder Superior quisiera”.
Prostitución en el nombre de Satanás