A vueltas con la reencarnación (3)
Como terminaba diciendo en el artículo anterior de esta serie (ver aquí partes 1 y 2), la reencarnación, tal como es aceptada hoy por mucha gente en la órbita de la espiritualidad de la Nueva Era, trae consigo una complicación considerable. Continuando con el estudio de Courtney Bender sobre la creencia en la transmigración de las almas entre la población norteamericana, observamos que la autora pasa de la investigación teórica al trabajo de campo, comprobando cómo las personas asumen la reencarnación y la integran en su cosmovisión. Ni corta ni perezosa, estudió un grupo de “practicantes espirituales” de Cambridge, entrevistando a varias decenas de participantes en sus actividades.
“Aunque la reencarnación nunca era el objetivo central de mi investigación, cerca de las tres cuartas partes de mis entrevistados me hablaron sobre sus vidas pasadas, con diferentes grados de detalle. Ninguna de las personas con las que dialogué rechazaron la posibilidad de la reencarnación física, aunque un número considerable de ellos subrayaron que no era parte de su sentido actual de la realidad”, escribe. La creencia en existencias anteriores, además de llevarles a preguntarse por ellas, les supone una carga importante a la hora de juzgar su realidad actual, interesándose en gran medida por la existencia de “almas gemelas”, grupos de almas, etc.

Después de haber visto en el
Un grupo esotérico que capta fondos para el regreso de Jesús apoya a la izquierda abertzale en la ONU. No es simple sensacionalismo. Éste es el titular que aparece en el
2012 (Roland Emmerich)
A estas alturas no nos sorprende la elevada proporción de personas que en Occidente dicen creer en la reencarnación. Ya en los años 80 algunas encuestas ofrecían el dato del 25% de los españoles, porcentaje que se incrementaba si mirábamos a Europa en general. Se trata de una creencia escatológica que “está de moda”. Y digo escatológica para entendernos, porque si con el término “escatología” queremos decir la disciplina teológica que trata sobre “las cosas últimas”, resulta que nos estamos refiriendo a este tema con una concepción temporal lineal, más propia de la cosmovisión cristiana, y que dista mucho de lo que las religiones orientales entienden por el decurso de la historia y de la vida humana. Porque ya no estaríamos hablando de lo que está al final de nuestra vida terrena, sino de lo que la sucede, en un continuo camino de vuelta a la cotidianidad de la existencia sobre la tierra, si bien en formas diferentes.




