Halloween y todos los santos
En estas fechas vuelve la moda, que se acrecienta cada año, de celebrar la noche de Halloween. Como en estos días se pueden leer muchas cosas dispares, publicamos a continuación un nuevo artículo sobre este tema, firmado por Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).
 
¿Es la fiesta de Todos los Santos una cristianización de una fiesta pagana celta anterior?
Halloween es una palabra que aparece por vez primera en el siglo XVI, en concreto en el año 1556, y es una variante escocesa de “all-hallows-evening”, o sea, la noche anterior al día “All Hallows”, que significa “todos los Santos”. Actualmente en occidente es una fiesta en continua extensión con elementos que en nada remiten ya a la fiesta cristiana de Todos los Santos, sino que toma elementos ligados a los muertos tal y como se entienden dentro del paganismo, con importaciones variadas de culturas más o menos antiguas provenientes del continente europeo. Esta fiesta, Halloween, incluso en países de tradición y cultura cristiana se está convirtiendo en una fiesta que está desplazando en muchos ámbitos a la tradicional de Todos los Santos. Algunos sugieren que es una vuelta a lo que siempre fue, es decir, que la fiesta cristiana en su origen fue un añadido cristiano sobre una antigua fiesta pagana celta. Veamos si fue o no así.
 
La fiesta del paganismo celta: Samhain
Samhain es una fiesta gaélica, celta, y entonces hemos de remitirnos a zonas irlandesas y escocesas dentro de las islas británicas. Esta fiesta marca el final de la mitad luminosa del año, y el comienzo de la mitad oscura del calendario. Actualmente tiene un gran predicamento dentro del neo-paganismo. En el siglo XIX fue profusamente popularizado por James Frazer, el famoso antropólogo y estudioso de mitologías, y por John Rhys, un especialista en pueblos celtas.

Fragmentos de apocalipsis (2)
Derek H. Davis – Barry Hankins (eds.), New Religious Movements and Religious Liberty in America (Waco, Texas: Baylor University Press 2003, 2ª ed.) VIII + 238 pp.
Con estas palabras tituló Gonzalo Torrente Ballester una de sus novelas, que ambienta en la localidad ficticia de Villasanta de la Estrella, reflejo literario de Santiago de Compostela, y que los críticos consideran una “metanovela”, ya que en ella reflexiona sobre el propio género novelístico. Publicada en 1977 (y vertida al cómic el año pasado), el autor explicaba unos años después que se trataba de “un diario de trabajo en el que se recoge un proceso de invención real”. La trama consiste en que en ese imaginario paraje gallego se descubre un antiguo manuscrito que recoge la profecía de un rey vikingo sobre el apocalipsis, que precisamente comenzará a suceder allí porque, como interpreta uno de los personajes, “de Villasanta no quedará una sola piedra en pie, lo que se dice una sola piedra”. Puede percibirse la ironía de Torrente Ballester al tocar este tema que ahora, no sé si más que nunca, está de actualidad.
El sacerdote español Manuel Guerra, reconocido estudioso del fenómeno sectario y de la nueva religiosidad, acaba de publicar un nuevo libro, titulado Las sectas. A lo largo de 212 páginas repasa las cuestiones más actuales sobre el fenómeno, desde la definición del concepto y sus características hasta las razones de la adhesión de personas a estos grupos tan controvertidos. Después desgrana, en la segunda mitad de la obra, las preguntas que la gente suele hacerse ante el fenómeno. 




