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15.04.13

La revelación abierta de los mormones

Hace unos días la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD), cuyos integrantes son conocidos como mormones, ha celebrado su 183ª Conferencia General. No conocía este evento, y me ha sorprendido ver el despliegue de medios de un acontecimiento central para la vida de esta secta de origen cristiano, que desde que fue fundada en el siglo XIX por el visionario norteamericano Joseph Smith ha hecho de estas Conferencias Generales un momento fundamental en su desarrollo doctrinal. Además de miles de personas que asistieron durante dos días al inmenso auditorio de Salt Lake City (Utah, EE.UU.) en el que tuvo lugar, otros muchos la siguieron en directo vía satélite en los principales centros mormones de más de 85 países y a través de Internet. Como acaban de hacer público, cuentan con casi 15 millones de miembros y miles de misioneros en todo el mundo.

No es una simple asamblea a lo grande de un grupo religioso. Hay algo que ha llamado poderosamente mi atención, al ver algunos vídeos de la Conferencia General mormona y leer algunos de sus textos. Y es la concepción totalmente abierta de la revelación que tienen. La presentación del evento en su página de Internet, que servía para invitar a los miembros a prepararlo bien, no dejaba lugar a dudas: “la Conferencia General tiene por objeto ser una experiencia en la que se reciba revelación a medida que los participantes aprendan de los profetas y apóstoles vivientes mediante el poder y la influencia del Espíritu Santo”. El lector no mormón puede sorprenderse al leer esto. ¿Profetas y apóstoles? No deben de ser los del Antiguo y Nuevo Testamento respectivamente… ¿Entonces?

En la jerarquía de la IJSUD encontramos esta nomenclatura para referirse a sus máximas autoridades. Detengámonos en su “eclesiología” para entender algo mejor todo esto. Para los mormones hay dos órdenes ministeriales principales: el “sacerdocio de Melquisedec” (o sacerdocio mayor) y el “sacerdocio de Aarón” (menor). Al primero, que es el que nos interesa, perteneció Adán, y a partir de él los grandes patriarcas del Antiguo Testamento, aunque le fue quitado al pueblo de Israel en los días de Moisés. Jesús restauró y ejerció este sacerdocio, ordenando a los apóstoles en él, pero tras la muerte del colegio de los Doce se perdió. Es lo que los mormones han llamado “la Gran Apostasía”, el período comprendido entre los tiempos de Jesús y –¡oh casualidad!– la aparición de Joseph Smith en escena y la fundación de la secta. Durante todos esos siglos, no hubo Iglesia de Cristo ni Evangelio verdadero sobre la tierra, según los mormones. La comunidad iniciada por Jesús da un salto increíble del siglo I al siglo XIX.

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