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7.03.13

Defensores de Cristo: el rastro de cenizas del "Fénix"

Nuevo Laredo, localidad fronteriza con Texas golpeada por el narcotráfico. Agentes del Instituto Nacional de Migración y la Policía Federal de México entran en una finca en mitad de la nada, en el kilómetro 14 de la carretera a Monterrey. No actúan para desarticular un cartel de la droga. Buscan a los líderes de los «Defensores de Cristo», una secta denunciada por delitos graves y liderada por un asturiano, Ignacio González de Arriba. «Maestro Fénix», le llaman, y se hace pasar por Cristo. Así comienza su reportaje en La Nueva España el redactor Pablo Tuñón.

Resultado de la operación: 24 personas, algunas de ellas menores, son puestas bajo recaudo de las autoridades. Se procesa y encarcela a tres de ellas. Son Ignacio González de Arriba y sus dos lugartenientes: Losanger Arenas y «Tito» Mernessi. Para llegar a este punto, el asturiano fraguó durante años su carrera de «engatusador», empezando desde Gijón. Así fue la trayectoria, según quienes le conocieron y las pistas que dejó, del «Maestro Fénix».

Dos empresas investigadas

Al comienzo de la década del 2000, González de Arriba registra dos empresas en Gijón: Proyecto Market 2.000 y Fénix Corp. La primera tenía sede en la calle Eulalia Álvarez, donde residía. La segunda ocupaba una oficina en Álvarez Garaya. González de Arriba se publicitaba como «Maestro Fénix» por internet, hablaba de sus poderes y vendía cursos para hacer ricas a las personas. Fue seguido por la Agencia Tributaria, ya que Fénix Corp acumuló deudas con la Administración. En 2005 abandona la sede de esta empresa.

Estancia en Brasil

Ignacio González de Arriba deja España para dirigirse a Brasil junto a sus dos hijos y Rosseane Ribeiro, que supuestamente ejercía en España la prostitución. Se asienta en la casa de la familia de la joven brasileña. Según cuenta posteriormente a los miembros de la secta el propio González de Arriba, deja en España a su esposa y madre de sus dos hijos. Desde Brasil continúa con su carrera, centrado en la venta de cursos de bioprogramación.

Contacto con Losanger

El venezolano Losanger Arenas vivía en Torreón (México) con su esposa, Blanca Castro, a la que conoció por internet y que terminaría convirtiéndose en víctima de la secta y denunciante de sus abusos. Ambos, tras cerrar una empresa de telecomunicaciones que habían levantado juntos, se deciden a organizar cursos presenciales de bioprogramación. Losanger conoció a través de internet la disciplina creada por González de Arriba, con el que entró en contacto y a quien le compró un curso.

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