Venezuela: aumenta el culto a los espíritus de los delincuentes difuntos
Agobiados por la galopante violencia criminal, los venezolanos están volcándose cada vez más al espiritismo y a seres inmateriales para que “intercedan” por ellos y les permita salir ilesos de un atraco, para que un familiar detenido en las anárquicas cárceles locales siga con vida, o para que sus seres queridos salgan ilesos si son víctimas del llamado secuestro exprés. Lo cuenta la agencia Associated Press.
Además de acudir a las tradicionales deidades de la santería como Obatala, ahora madres, esposas, jóvenes y ancianos acuden a nuevos ídolos locales, espíritus de delincuentes o “malandros” que han asumido un aurea mitológica en las barriadas pobres de Caracas por la creencia popular que pueden evitar crímenes violentos, un fenómeno que las autoridades no han podido controlar.
“La santería es una religión viva en el sentido que es una religión que está en permanente cambio, en permanente modificación y crecimiento, incorporando y saliendo de nuevos santos”, dijo doctor Gonzalo Himiob Almandoz, miembro de la New England Society of Jungian Analysts y profesor de Historia de la Psiquiatría en la Universidad Central de Venezuela.

Un hombre, aconsejado por un brujo tántrico, sacrificó en un ritual a un niño de 7 años con la intención de curarse de la enfermedad mental que padece en el estado de Orissa, en el este de la India, informó a la agencia Efe ayer, 29 de septiembre, una fuente oficial. El acusado se llevó al menor de su casa, situada en el distrito de Bolangir, con el pretexto de “ir de compras”, a lo que su madre había accedido, dijo el superintendente de Policía de la zona, Deepak Kumar.
Aceite “Garrapata” como atrayente, velas “Quiero trabajo pronto”, hierbas “pata de gallina” para burlar la justicia o solución para el baño “Leche de la Mujer amada”. Estos son algunos de los productos que se pueden encontrar en una santería. Aparte de inciensos, diferentes tipos de piedras o centenares de barajas de tarot. Estas tiendas, junto con las que se definen como “esotéricas”, surgieron hace poco más de una década, se extendieron a la periferia con la inmigración y mantienen su buena forma pese a la crisis. Así comienza un artículo de Alberto G. Palomo titulado “La buena suerte tiene precio” y publicado por el diario El País.
Desde que llegara a la cátedra de San Pedro, el papa Francisco sorprende a propios y extraños. Sus palabras, sus gestos y, en definitiva, su forma de ser parece que han caído bien a personas, instituciones y medios de comunicación que hasta ahora observaban al papado y a la persona que lo concretara en cada momento con una actitud al menos de recelo, cuando no de un ataque visceral. Por eso hace poco no me extrañó ver en la portada de la edición digital de la Revista Adventista, publicada por los Adventistas del Séptimo Día, una gran foto de Bergoglio que encabezaba un artículo titulado “El nuevo rostro amigable del papado”.
Algunos medios de comunicación de Argentina han publicado hace unos días que en este país habría más de 10.000 sectas de alta peligrosidad. La noticia se divulgaba después de un suceso supuestamente relacionado con un ritual afroamericano, pero no se justificaba mucho esta cifra de grupos sectarios. Frente a a esta situación, según informa El Liberal, la Iglesia católica en Santiago del Estero volvió a llamar a la comunidad a “no dejarse seducir” por estos grupos que, disfrazados de una “falsa religiosidad”, se aprovechan de las personas que atraviesan momentos difíciles.




