InfoCatólica / InfoRIES / Categoría: Fragmentos de apocalipsis

23.08.12

El rapto

Fragmentos de apocalipsis (17)

En algunos ambientes evangélicos –sobre todo entre los born again christians o “cristianos renacidos” presentes en los Estados Unidos– hay un tema de moda que plantea una escatología peculiar. Se trata del “rapto” o “arrebatamiento” (rapture), que en resumen es lo siguiente: cuando llegue el fin de los tiempos, en un momento previo a la tribulación predicha por el Apocalipsis, los creyentes verdaderos serán arrebatados (o “raptados”) corporalmente por el Señor. Esto hay que enmarcarlo en un sistema de pensamiento llamado “dispensacionalismo premilenario”, según el cual hay un calendario muy preciso en la historia de la humanidad, aunque el reloj divino se habría parado en la época del Nuevo Testamento, y sólo volverá a ponerse en marcha cuando se inicien los últimos tiempos.

Si tenemos que buscarle un padre a esta teoría, no nos queda otro remedio que fijarnos en John Nelson Darby (1800-1882), una figura imprescindible del protestantismo fundamentalista del siglo XIX que, tras abandonar la Iglesia anglicana, se hizo miembro de los Hermanos de Plymouth y desarrolló sus ideas escatológicas más peculiares. Se habla de dispensacionalismo porque divide la historia universal en diferentes edades o “dispensaciones” según el plan salvífico de Dios. La era contemporánea es, para Darby, el momento en el que Dios separará los creyentes verdaderos de los no creyentes, como se separa el trigo y la cizaña en el tiempo de la siega, anticipando así el retorno inminente del Señor Jesús.

Darby era inglés, pero se desplazó con frecuencia para difundir sus ideas, que han influido mucho en Norteamérica, adonde acudió en siete ocasiones. También podemos encontrar estas tesis en el mundo pentecostal. Sin ir más lejos, la mayor confesión evangélica española –la Iglesia Evangélica de Filadelfia, formada por gitanos– asume la teología dispensacionalista.

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31.07.12

¡Que vienen los zombis!

Fragmentos de apocalipsis (16)

A pesar de lo que parece, no se trata de una broma, ni el tema estaba para el cachondeo del personal. Hace dos meses, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, sus siglas en inglés) de los Estados Unidos tuvieron que aclarar públicamente que no había una epidemia zombi en el país. ¿Cómo pudo llegarse a esta situación? En primer lugar, hay que tener en cuenta la figura de los zombis en la cultura popular norteamericana, que se ha visto más difundida en los últimos tiempos con los cómics y, sobre todo, la serie televisiva The Walking Dead, además de algunos videojuegos. Todos estos productos coinciden en poner a la humanidad ante una situación límite, de carácter apocalíptico, provocada por una epidemia que convertiría a las personas en muertos vivientes que, además de inspirar el consabido terror, resulta que contagian su estado a aquellos a los que muerden.

¿Y esto es suficiente para provocar una alarma social? No; falta el segundo factor: algunos episodios de canibalismo en los Estados Unidos y en otros lugares que coincidieron cercanos en el tiempo y que se asociaron, en el imaginario colectivo, al fenómeno zombi (el ataque de Rudy Eugene, en Miami el 26 de mayo, Alexander Kinyua en Baltimore el 4 de junio, y Luka Rocco en Montreal el 24 de mayo).

Quizás hay que añadir un tercer elemento a la hora de valorar lo que pasó: los CDC no habían tenido mejor ocurrencia que, para llamar la atención, dedicar un apartado sobre la prevención en su página de Internet a los zombis. Bajo el título “Preparación zombi” los responsables de los CDC señalaban que si un ciudadano está preparado para resistir un “apocalipsis zombi”, lo estará también para hacer frente a huracanes, epidemias, terremotos o ataques terroristas. Es decir, no era más que una estrategia comunicativa que aprovechaba la popularidad de los muertos vivientes para animar a la gente a la preparación ante posibles catástrofes.

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13.06.12

La costumbre de subirse al carro del fin del mundo en 2012

Fragmentos de apocalipsis (15)

Si hay algo que destaca en el consumo actual de los medios de comunicación es la avidez con la que recibimos los datos ofrecidos por encuestas de cualquier tipo. Recientemente se hacían públicos los resultados de una que no deja de ser interesante, realizada por una empresa demoscópica de Nueva York en abril de 2012. En resumen: el 14 % de la población mundial cree en la cercanía del fin del mundo. Dejando de lado los comentarios que puedan hacerse sobre la fiabilidad de la muestra y de las conclusiones al tratarse de un estudio de alcance planetario, nos muestra una cuestión que ha alcanzado gran difusión.

Es cierto que podemos contar con unos sectores de población fijos en este tema, “suscritos”, por así decirlo, a la inminencia del fin del mundo. Adeptos de sectas milenaristas, algunos grupos cristianos radicales y gente influida por las más variopintas doctrinas esotéricas y de la Nueva Era conforman un peculiar movimiento poliédrico del que estamos viendo algunas muestras en esta serie de artículos. Pero, aunque se cuenten por millones, no constituyen un porcentaje importante si ampliamos nuestra mirada a una escala mundial. Por ejemplo: adventistas del Séptimo Día y testigos de Jehová suman alrededor de 33 millones de miembros según algunas estadísticas. No digo que sean pocos, pero ¿qué importancia tienen cuando estamos hablando de una cantidad de más de 7.000 millones de seres humanos?

Sin entrar en estimaciones numéricas –calculen ustedes mismos los porcentajes y las cantidades de las que estaríamos hablando–, cabe preguntarse a qué se debe la amplia difusión de todo lo relativo al fin del mundo en estos últimos tiempos (y no se tomen lo de “últimos” como una indirecta). Además de otros muchos factores, habría que señalar claramente la insistencia que se ha hecho en el fin del mundo presuntamente predicho por los mayas para diciembre de 2012, o el cambio de época, o lo que cada uno prefiera. Ya es algo perteneciente a la cultura popular que los mayas predijeron “algo gordo” para finales de este año. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo lo ha oído. Aunque me gustaría que alguien realizara una encuesta relacionada con esto: qué dijeron los mayas, dónde lo pone… y quiénes eran los mayas y cuándo y dónde vivieron. Nos sorprenderíamos de los resultados, estoy seguro.

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1.06.12

¡Que viene el Harmagedón! (4): la Virgen de Fátima y los extraterrestres

Fragmentos de apocalipsis (14)

Revolviendo en mis papeles he encontrado unos que cumplen ahora un decenio, y que amplían el tríptico inicial de artículos dedicados al Harmagedón. Porque este tema no se agota en las sectas de impronta cristiana, ni mucho menos. Y el hallazgo me ha provocado una sonrisa cuando he visto en la portada de un folleto fotocopiado y encuadernado el siguiente título: “2002: Armagedhon. Mensaje a la humanidad”. Una sonrisa doble: por la datación, ya que han pasado diez años y no logro encontrar en mi memoria tan magno acontecimiento en aquel entonces; y por esa “h” que defiendo para el término Harmagedón, pero mal situada (de hecho, en el documento se lee también esta grafía: Armaghedon).

Fuera de la evidente ausencia de un “libro de estilo” apocalíptico –si se me permite la broma–, el contenido del folleto es tremendista y atemorizador. El discurso catastrófico de siempre. El argumento, en resumen, es el siguiente: mensajes urgentes “del cielo a la tierra” o “mensajes del cosmos” enviados entre 1979 y 2001 por entidades extraterrestres sobre la inminencia del fin, documentos sobre el armamento nuclear y el panorama bélico mundial y… ¡sorpresa! ¡El tercer secreto de Fátima!

Para ilustrar esta brevísima síntesis, algunas frases de muestra. El contexto lo dice la carta de presentación: “considerada la gravísima situación mundial desarrollada a continuación de los eventos del 11 de septiembre 2001” los autores han asumido “la responsabilidad de divulgar los siguientes mensajes”. Desde la astronave Othen-Nis, por ejemplo, los seres del espacio nos revelan: “nuestra presencia sobre vuestro planeta se ha concentrado siempre más tras la explosión de las bombas de Hiroshima y Nagasaki… La amenaza de un conflicto atómico en estos días de vuestro tiempo, 2001 años después de la venida de Jesús Cristo, el Hijo de Dios sobre la tierra, puede volverse concreta en las próximas semanas, en los próximos días o incluso en las próximas horas… Nosotros somos seres que creemos en la inteligencia cósmica que vosotros llamáis Dios… Estáis al borde de una catástrofe, de un holocausto nuclear… Hoy tras milenios, la situación ha alcanzado el punto hipercaótico… La previsión de los terribles actuales eventos está contenida sobre todo en aquella profecía de que tanto se ha hablado cuanto ridiculizado: el tercer secreto de Fátima… La parte que falta como ya ha sido divulgado de uno de nuestros operadores, se refiere no sólo a la situación mundial que estáis viviendo, sino también a nuestra presencia y a nuestra misión… Nosotros estamos preparados y ahora estáis advertidos de nuestra probable intervención en caso de conflicto atómico”.

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15.05.12

¡Que viene el Harmagedón! (3): los testigos de Jehová

Fragmentos de apocalipsis (13)

Si hablamos de la batalla apocalíptica de Harmagedón, no podemos olvidar a los testigos de Jehová. Hay gente que recuerda la portada de uno de sus libros, tan difundidos por todo el mundo en sus tiradas impresionantes, que se titulaba Usted puede sobrevivir al Armagedón y entrar en el nuevo mundo de Dios, con cubiertas amarillas y casi 400 páginas, nada más y nada menos. Fue publicado en 1958, cuando todavía no eran una confesión religiosa reconocida en España, pero el libro se distribuyó por toda la geografía nacional. Es uno de los tratados clásicos de la secta, y contiene sus peculiares doctrinas escatológicas.

De hecho, se cita muchas veces como muestra de la teología jehovista anterior a la fecha crucial de 1975 (en la que “el fin de este sistema de cosas” no llegó), aunque la sociedad corporativa Watchtower, que controla este movimiento, haya retirado este libro de la circulación. Una afirmación contenida en la obra, y que da una idea de la doctrina, es la siguiente: “Del nuevo paraíso, el jardín paradisíaco habría sido solamente una muestra… En la nueva tierra, se harán los arreglos para muchos matrimonios de los sobrevivientes de la guerra. Ahora, para poder ser ciudadano de esta nueva tierra, es preciso dar el nombre a la sociedad de Testigos de Jehová”. Queda claro lo que toca hacer.

Ya ha aparecido una alusión bélica a lo que sucederá en los últimos días, pero vamos a fijarnos en cómo presenta la secta el tema del Harmagedón (teniendo en cuenta, siempre, la supresión de la “h”, que se cae al traducir el término inglés propio de un grupo muy norteamericano). Es conocida la práctica habitual de los testigos de Jehová de modificar sus doctrinas, en un proceso que ellos denominan “aclaración de entendimiento”, y que no es otra cosa que adaptar la dogmática a sus necesidades coyunturales. En su libro –ojo a los títulos que vienen, que son bien expresivos– “¡Babilonia la grande ha caído!” ¡El reino de Dios domina! (1972) explican que ya en 1897 publicaron un libro titulado La batalla de Armagedón (editado anteriormente como El día de la venganza), y en él explicaban cómo sería “esta guerra final”.

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