“Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios le había preparado para que allí la sustentaran…"(Ap.12, 6)
En medio de muchas otras preocupaciones eclesiales, no escapa a los lectores el gravísimo “tumor” que representa en la Iglesia la rebeldía de la jerarquía de Alemania contra todo lo que es católico, y que aunque no sea una novedad sus dimensiones no permiten ya soslayarla.
Aquí y allá nos enteramos de declaraciones y medidas escandalosas, pero probablemente queda en un involuntario cono de sombra la consideración de los fieles que todavía pretenden conservar la fe y vida católica en medio de aquel panorama, y que probablemente constituye un claro ejemplo de martirio incruento. Y el dolor agravado es que la persecución no proviene ya desde el exterior sino desde el seno de la propia Iglesia, en un notorio reinado de lo que podríamos llamar el “Iscariotismo” traidor y apóstata, que se extiende cada vez más en otras comunidades, como manchas de humedad en las paredes, provocando serias enfermedades.
Por eso nos parece necesario contribuir a su difusión de la carta que recibimos hace un par de días, publicada originalmente en el Blog de Costanza Miriano el 26 abril 202, para que quienes aún tenemos un espacio –aunque sea cada vez más reducido- para vivir nuestra fe, no olvidemos sostener a estos hermanos nuestros con nuestra oración y penitencia, para que logren perseverar, a pesar de los lobos. Y para que abramos los ojos, advirtiendo el “contagio” que cunde como verdadera peste amenazando a toda la Iglesia; entronizando a la ramera y haciendo que la Esposa huya al desierto…
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