(282) Infocatólica y la gratitud...

“Dad gracias en todo momento, porque esto es lo que Dios quiere de todos vosotros

en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu.”. 1 Tes, 5., 18 

“el mismo orden natural exige que quien recibe un beneficio se sienta movido a expresar su gratitud al bienhechor mediante la recompensa, según su propia condición y la de aquél.”  (S.Th. II-IIae - q 106, a.3)

“Entonces dijo Jesús: «¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?”(Lc.17,17) 

Muchas veces meditamos sobre la soledad de Nuestro Señor en el Huerto, y sobre la traición de Judas, pero tal vez se nos pasa por alto el dolor lacerante que nuestras ingratitudes provocan en Su Corazón Divino, y que Él mismo se encarga de recordar a Santa Margarita. Al mostrarle su imagen no le habla sino de las indiferencias e ingratitudes: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y no ha recibido de ellos más que desprecios e ingratitudes”.

 ¡Quiera El librarnos de integrar el número de los nueve leprosos ingratos que merecieron Su reproche!

Como católicos, creemos en la Providencia, que hace que todas las cosas cooperen para nuestro bien (Rom.8,28), pero sabemos que ésta obra por medio de causas segundas, y por eso agradecemos los favores recibidos, retribuyéndolos según nuestra capacidad. Pero si aquellos nueve no regresaron, habiendo sido curados por Quien es la Salud y Vida misma, ¡cuántas veces no regresamos a gratificar a sus sucesores!.  Y sin embargo, en aquella disposición providente de la Divina Voluntad, la comunicación y difusión de la Verdad y quienes colaboran a ello, en un mundo en que cada vez se hacen más densas las nubes del error y de la mentira, es un sucedáneo de la perla preciosa que se alude en el Evangelio.

Por experiencia propia, puedo dar testimonio del papel que ha cumplido y sigue cumpliendo nuestro querido portal para la conversión y sostenimiento de la fe en muchos corazones, tanto de laicos como de sacerdotes, y aún obispos.

Personalmente, doy fe asimismo que desde que formo parte de esta familia, he recibido numerosas gracias a través de sus miembros y escritos, y ha sido también para mí una oportunidad privilegiada para crecimiento interior, tanto en momentos de gozo, como de pruebas. Ciertamente ha sido para mí una enorme gracia Infocatólica, y guardo una entrañable gratitud por ello.

Es por eso que, en circunstancias desfavorables como las presentes, creo que apremia la necesidad de “arrimar los corazones” dando testimonio del bien que todos hemos recibido, pensando en conciencia si no será momento de poner nuestros “panes y peces” para que otros muchos sigan recibiendo los favores que nosotros mismos hemos recibido, inmerecidamente. 

Pero el daño que ha hecho el individualismo en tantísimas almas, es incalculable, especialmente en el desánimo para hacer el bien; ¿cuántos no se atreven a lo mínimo, por creer que sólo depende de ellos el Milagro? ¡Qué hubiese sido de las catedrales, con ese mezquino pensamiento!…

Asimismo, como otros tantos favores que la Misericordia de Dios nos dispensa, no hemos de creer que nos son “debidos”, y es prudente saber aprovecharlos, saber dar testimonio de ellos, y….saber agradecerlos no sólo con palabras, sino con obras de caridad.

Por supuesto que Dios proveerá si los medios que tengo hoy no los tengo mañana, pero es cierto también que hemos de dar cuenta de los bienes recibidos, para la edificación del Reino, y para el bien común de la Iglesia.

Hoy muchos padecen una crisis de miedo y de silencio como pocas veces se ha dado, y algunas voces se alzan para señalar a los que callan o permanecen de brazos cruzados ante lo que nos rodea.  La pregunta es entonces: ¿y cómo se anima a quienes tratan de seguir fieles en el campo de batalla, cuando las fuerzas y los medios escasean?

Créanme que muchas veces, se tiene la tentación de bajar los brazos, y las respuestas vivas de los lectores son el estímulo para continuar, porque sabemos que el mensaje no es nuestro, sino que nos excede y “quema” en las entrañas, pero sí lo sentimos como responsabilidad.

La comunión de los Santos debería remitirnos siempre a la liturgia de la Vigilia Pascual: nuestro fuego siempre proviene del Cirio que es Cristo, ¡pero mi pequeña vela no arderá si mi hermano no la enciende con la suya!

Por amor de Dios, no dejen de ayudar a InfoCatólica con sus donativos y oraciones, para bien de la Iglesia.

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