(156) Defensa del pudor y pedagogía del corazón (A.Caponnetto) II: Educación para un amor casto

viviendaEn la segunda parte de esta conferencia -a nuestro juicio la más sabrosa-, Antonio Caponnetto se refiere al pudor en el lenguaje, el vestido y la vivienda, desembocando en la relación íntima entre pudor y ateísmo, por su abolición de la intimidad, imprescindible para la relación con el Creador.

Tras revisar los pecados contra el pudor, especialmente en nuestra cultura, culmina refiriéndose al amor casto, y a la defensa de ellos por medio de la educación del pudor entre niños y jóvenes, tarea urgente como pocas entre las familias cristianas.

Octava reflexión; de tres maneras podemos perder o desamparar la intimidad pudorosa. En primer lugar mediante el lenguaje, lo habíamos dicho antes, en segundo lugar mediante el vestido y en tercer lugar mediante la casa o la vivienda.
Quisiera referirme a estas tres posibilidades, el hombre sano no soporta intemperie, en condiciones normales cuando el hombre se encuentra a la intemperie busca acotar un espacio donde pueda estar a resguardo, un árbol, un peñasco o una gruta. Scalabrini Ortiz, en “El hombre que está solo y espera” hace el retrato del porteño que ingresa en un bar o en una confitería y busca siempre una mesa que no esté en el epicentro, o en el ojo mismo de todos los que transeúntan por el lugar, sino que busca algún recodo, pero no es sólo protección externa la que está buscando el hombre cuando evita la intemperie; está buscando una protección interna, y por eso la casa es la que le proporciona esa protección externa e interna con un sentido ritual, religioso y cultual.
Dice Heidegger que no es casual que la palabra germánica “Bauen”, que significa casa (construcción), tenga una raíz etimológica que nos remite a estos significados: estar en paz, estar a gusto, estar tranquilo, estar protegido y amparado. Esto es lo propio del hogar para el hombre pudoroso: evitar la situación de intemperie, pero no solamente en un sentido corporal, material o físico, sino en un sentido existencial y espiritual; la casa es el lugar de la protección pero es también el lugar de la compañía, cuidar de la casa es, obtener una intimidad armónica y grata, más allá del valor de las paredes, es vivir para otras personas, en otras personas y con otras personas, por eso el padre Petit (1), al que recordábamos antes, habla de la degradación del hombre moderno impúdico, y dice “está tan degradado el hombre que reserva lo peor para la intimidad hogareña". El confianzudismo o la promiscuidad para la intimidad hogareña, y ciertas formas o apariencias señoriales cuando sale de la puerta de la casa hacia el mundo. Es exactamente al revés: si no se empieza por tener señorío en la propia casa, es pura ficción, puro fariseísmo manifestar después ese señorío de las puertas para afuera.

En cuanto al vestido, no solo lo usamos para protegernos de las temperaturas altas o bajas, para protegernos de las inclemencias del tiempo, sino que cubrir el cuerpo significa que el propio cuerpo se tiene en posesión, como ha dicho Pío XII, cubrir el cuerpo significa que el cuerpo no está a disposición de nadie, que no se está dispuesto a compartirlo con todo el mundo, y que solo se puede entregar descubierto en la legítima intimidad conyugal y sacramental.
El pudor, desde el punto de vista de la vestimenta también significa que nosotros seamos capaces de inculcarles a nuestros hijos, que el decoro no es un bien menor, ni desdeñable, ni optativo. Siempre recuerdo con temor y temblor lo que dicen las actas de los mártires sobre Santa Perpetua, que sufrió más en el pudor que en los azotes feraces que le infligían los verdugos. Y cuenta Suetonio el gran ultraje que sintió el mismo César cuando fue apuñalado, cuando en ese proceso lento y traicionero de apuñalamiento, desgarran su túnica y él entonces se cubría pudorosamente.

Pero también y en tercer lugar, el pudor necesita así como el cuidado del vestido y de la casa, el cuidado del lenguaje, la limpieza del idioma, no podemos usar el idioma para desnudar nuestra intimidad de manera vulgar, no podemos alterar el sentido de la belleza idiomática, debemos hacerle caso a lo que dice Francisco Luis Bernárdez (2),Leighton1
“conservemos la lengua materna en que se dice, crepúsculo y hermano, corazón y cristal, y hagamos el propósito de defenderla siempre palabra por palabra y en toda su unidad".
Es muy importante esta unión entre el “nomen” y el “numen", entre la palabra proferida por el hombre bella, verdadera y sabia, rítmica, sonora, musical, laudante, fundante, y Dios que es testigo de esa palabra que como don nos ha dado. Esto lo ha visto hasta un hombre como Borges, “si como dice el griego en el Cratilo el hombre es arquetipo de la cosa, en el nombre de rosa está la rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo”, de modo que tengamos cuidado con la proferición de la palabra verdadera y alejémonos de la palabra violada. La palabra violada también es pecado contra el pudor, porque el pudor se manifiesta en los soliloquios, en los diálogos, en el silencio, pero el pudor es ultrajado en la verborragia, en la logomaquia y en la verborrea, cuando estemos asaltados de incurrir en alguno de estos males, pronunciemos el dulce nombre de María, y hay ocasiones en las que dos almas -hemos de saberlo esto y de respetarlo-, hay ocasiones en las que dos almas para comunicarse el afecto con pudor pueden preferir callar y escuchar juntas a Dios, dice Juan Ramón Jiménez: “Cállate por Dios, que tú no vas a saber decírmelo, deja que abran todos mis sueños y todos mis lirios, mi corazón oye bien la letra de tu cariño. El agua lo va contando entre las flores del río, lo va soñando la niebla, lo están llorando los pinos y la luna rosa y el corazón de tu molino, no apagues por favor la luz que arde dentro de mí mismo. Cállate por Dios que tú no vas a saber decírmelo".

Novena reflexión; el pudor es el hábito, decíamos, y la tendencia a mantener la posesión de la propia intimidad, y a mantenerla en el estado de máxima perfección posible, es decir, el pudor consiste en un saber conservarse para darse, nadie puede dar lo que no tiene, pero nadie puede darse si previamente no se posee.
Y por eso el pudor es señorío, señorío del hombre sobre sí mismo, y señorío del hombre en oblación, frente a la alteridad, frente a la projimidad. El impúdico no se posee, y por eso la supresión del pudor lleva a la procacidad, el pudor se pierde comúnmente en nuestra época por la embriaguez, por la promiscuidad sexual y por la iracundia, son tres estados que por lo general se dan juntos; son estado anómalos, convergentes, tres estados psíquicos y también tres estados espirituales. En los años sesenta del siglo pasado, la corriente ideológica y cultural llamada comúnmente hippismo, propuso precisamente a sabiendas del daño que estaba inculcando, la ruptura de estos órdenes que nos lleva al pudor, y propuso deliberadamente que el hombre se volcara a la promiscuidad sexual, al alcoholismo, al tabaquismo y a todo aquello que lo embrutece.

Décima reflexión; hay una triste y penosa conexión entre la impudicia y el ateísmo, diríamos que la impudicia conduce inexorablemente al ateísmo, al menos al ateísmo práctico, porque si la intimidad personal esta disuelta, el ateísmo es inevitable porque el encuentro con Dios se realiza siempre en el centro mismo de la intimidad personal.
El hombre se encuentra con Dios, en la medida en que el hombre conserva intacta su intimidad personal, su condición creatural que le permite ordenarse al Creador o suplicar la presencia del Creador. Si hay alguna virtud que haya perdido su derecho de ciudadanía en el alma y en el corazón del hombre, esa virtud es la castidad; se han empeñado algunos en forjar toda una argumentación para demostrar que la castidad no es solamente inútil, sino que también es dañosa, y se ve en la castidad y en la continencia, los grandes enemigos del amor, de ahí que se les niegue en el mundo contemporáneo, no solamente el estima sino también el derecho a la existencia.
Los pecados contra el pudor
Vayamos a la undécima reflexión; hay pecados contra el pudor, que debemos evitar, en primer lugar tenemos la lujuria, que se opone a la castidad, San Pablo dice, en la primera carta a los Corintios, “no os pertenecéis, porque habéis sido comprados a gran precio, glorificad pues a Dios en vuestros cuerpos". Esta es la razón principal por la que los hombre deben tratarse a sí mismos y a los demás castamente. La lujuria en realidad también ha sido banalizada, porque la lujuria es una profanación del ser, tiene algo de sacrilegio porque “vosotros sois el cuerpo de Cristo -San Pablo-, ¿no sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?, ¿he de abusar yo de los miembros de Cristo para ser miembros de una ramera?".La lujuria es -dice Von Hildebrand- un naufragio, es el naufragio del ser”, y este naufragio del ser trae por lo menos dos consecuencias, que son los famosos efectos de la impudicia: por un lado tenemos los desórdenes de la inteligencia, la irreflexión, la inconstancia, el enceguecimiento de la mente, la precipitación en el consejo.
Pero por otro lado tenemos desordenes de la voluntad, el amor propio y el desprecio por Dios, el amor a la vida presente y el odio a las postrimerías, y sin embargo aquí estamos recién ante un primer pecado grave contra la castidad.
El otro pecado contra la castidad es el adulterio espiritual, si el espíritu se recrea en placeres que contrarían el orden divino, se habla de fornicación espiritual, que es precisamente más grave que la fornicación material, dice al respecto San Basilio, en nombre de Dios: “yo soy un Dios celoso y celo de aquel que corrompe en adulterio mi belleza en vosotros".

leighton2Vayamos llegando entonces a la última reflexión, reflexión décimo-segunda; en la cultura cristiana tradicional, ¿cuál era el ideal que se proponía y que se presentaba para que un varón se conociera con una mujer? Esto parece olvidado, y hay que recordarlo, la aproximación natural y cristiana entre el hombre y la mujer, empezaba siendo una aproximación espiritual.
En el clima de belleza y de elevación, nacían los afectos, los afectos se transformaban gradualmente en sentimientos sólidos, auténticos, genuinos, profundos y esos sentimientos al fin se consumaban en la unión intima conyugal dentro del orden sacramental, hoy es absolutamente al revés y ojalá fuera una broma esto que estoy diciendo, pero son muchos los jóvenes que blasonan de haberse acostado con una persona ni siquiera del sexo opuesto o del mismo sexo, sin saber cómo se llamaba, esto no es un chiste, no es una broma.
Hace muy poco tuve ocasión de presenciar un videíto, en donde ciertos jóvenes veinteañeros entrevistados acerca de la actividad que consumaban después de una salida sabatina nocturna, y el común de estos jóvenes no conocía el nombre de la persona con la que había compartido carnalmente la noche, y hacían además de esa ignorancia del nombre una verdadera competencia; a este nivel de degradación y bestialización hemos llegado.
Condiciones para el amor casto
¿Cómo llega entonces hoy una mujer y un hombre al encuentro a la edad en que podrían formar un matrimonio?, por lo pronto en un clima de precocidad sexual fomentado por los medios masivos de comunicación, en segundo lugar llegan en un clima de promiscuidad igualmente publicitado y promovido, sobre todo a través de ese sistema insensato de co-educación que hoy prevalece por norma y que no en vano en su momento el papa Pío XI había descalificado o desaconsejado. Llegan en una palabra en una clima de deliberada impudicia, e incluso en un clima de peligrosa ignorancia, respecto de la maternidad y de la paternidad; en un estado de indiferentismo y analfabetismo moral absoluto. Si  no se valora más le pudor en nuestros días, incluso en los ambientes católicos tradicionales, es por el descrédito que padece hoy la virtud del pudor, y por el temor que siente el católico a ser ridiculizado si se muestra pudoroso o en defensa del pudor.
Me parece que una primera solución a este drama sería reconsiderar la hondura y la profundidad y la largura y la belleza que tiene la virtud de la castidad.  Dionisio ha dicho al respecto palabras que merecen ser recordadas, “lo oculto lo veneramos al no escrutarlo, lo inefable al callarlo y esto proviene de la santidad y castidad de ánimo que no se extiende fuera de sus metas“, ser casto es esto en primer lugar, esto que dice Dionisio, no extenderse fuera de las metas, ceñirse al ser, y coincide esta definición con una que dio Santo Tomás de Aquino, “castigad el ánimo que no se tienda fuera de sus metas”  y con lo que dice San Bernardo, “ama verdaderamente, ama castamente, el que ama a Aquel mismo que ama y no algo distinto de Él o superfluo respecto de Él“.
El amor casto es realista, en el silencio fecundo de la contemplación descubre las esencias. El amor casto no usa al sujeto amado, no se sirve de él, respeta profundamente al otro en la identidad creatural de su ser. Castidad por lo tanto, no es mera continencia física, es algo más importante y trascendente y relevante y por eso además es continencia física, castidad es hacer callar todo aquello que perturba la cosa misma en su esencia. Castidad es el silencio que elimina el estrépito y el bullicio que impide la inefabilidad, castidad es hacer callar la sensualidad desordenada y desbocada, es ver las cosas como decía Anzoátegui (3) “como recién salidas de las manos del Padre“, como recién creadas, fundadas e inauguradas, castidad es silencio, no silencio de vaciedad ni de nada, es el ser en la plenitud fecunda, “silencio, puerto para el barco -dice Saint-Exupéry- silencio en Dios puerto para todos los barcos”, es el silencio en el que podemos concentrarnos, prestar atención, negar lo banal, recuperar la sapiencialidad; es el silencio que dice San Ambrosio, “gozando de la divina presencia, en una contemplación castísima“. 
Y volvemos entonces a Dionisio para entender qué cosa es la castidad:veneramos lo indecible con casto silencio”, pues entonces, qué es la castidad?, es silencio, es misterio, es  inefabilidad, es circunspección, respeto por la naturaleza de las circunstancias, virtud conexa a la prudencia, es sobriedad y es austeridad y solo si es esto primero y principal, podrá manifestarse entonces como continencia de la carne, pero si solo es un ejercicio físico, o un campeonato físico de continencia, no digamos después que hemos sido castos, porque la castidad va mucho más allá.
La educación en el pudor:
Y para aquellos incrédulos que creían que nunca llegaría la última reflexión sobre el pudor, la última es la siguiente, ¿hay alguna forma de educar en el pudor?   No hay nada nuevo para educar en el pudor, no hay nada nuevo bajo el sol, el camino seguro es el camino de la decencia y de la pureza, el cuidado de los modos, de la palabra, de la conducta, del vestido, de las imágenes. Las imágenes suscitan afecto -dice Aristóteles-; entreguemos imágenes puras, entreguemos imágenes bellas“, y hay recursos con los cuales se puede intentar la educación del pudor: la imitación o la emulación. “Hasta la reproducción de la mímica, ayuda a la formación del sentimiento” dice el mismo Aristóteles.niñas
El juego, los juegos que elijamos para nuestros hijos, para nuestros jóvenes, el sentido estético de la vida, ordenando la belleza a la belleza increada e inefable que es Dios, el festejo de los sacramentos en la vida hogareña, el respeto por los ciclos litúrgicos, cargados de sentido; saber que es legítima la represión. 
Los verbos silenciados de nuestros días son principalmente tres: reprimir, censurar y discriminar, y son los tres verbos que tenemos que aprender a conjugar, saber conjugar y sobretodo saber que se deben conjugar cuando se conjugan recta y ordenadamente-
-Saber asimismo que existe la licitud del sentimiento de culpa, mientras esté acompañado del perdón y de la enmienda.
-Saber asimismo de la licitud de ciertas mortificaciones prudenciales de las cuales toda la vida ha hablado y ha practicado la Iglesia.
-Saber que hay malas y buenas compañías, ocasiones de pecado que debemos evitar;
-saber que divertirse no es algo necesariamente escabroso y saber respetar el tránsito de la diversión a la seriedad. Divertirse desordenadamente para socorrer supuesta necesidad del prójimo es algo ilegítimo; ¡no puedo hacer un desfile de tangas en la parroquia para la colecta de caritas, lamento desilusionar a algunos feligreses o sacerdotes pero no puedo hacer eso!
Debo tener en cuenta las circunstancias de tiempo, de lugar y de personas, debo ser circunspecto.
Las máximas del mundo, no son las máximas del Evangelio, y las alegrías del mundo, no son las alegrías del Evangelio.
Es necesario combatir el analfabetismo moral que nos rodea, es necesario reprobar los juicios cínicos, los juicios de escepticismo y de indiferentismo moral y recuperar aquella noción del trato que se tenía antiquísimamente, el trato sincero, cálido, afectuoso, sin dobleces, sin segundas intenciones, evitando siempre aquellas adicciones que son las que más rápidamente nos llevan a la impudicia: el alcohol, el fútbol, el baile, la televisión, los multimedias, la adicción a la pantalla, todo esto nos incrusta vicios y nos extrae virtudes, y todo esto nos quita la posibilidad de la castidad en el sentido que decíamos siguiendo a Dionisio.
El padre Petit, al que ya he citado varias veces y con gusto lo seguiré citando, dice que la verdad es que la solución sería tan sencilla, si pudiéramos volver al buen amor, ese buen amor que no confunde la proximidad física con el encuentro, ni la sinceridad con el desparpajo y la insolencia, ni el movimiento con el dinamismo, ni el vértigo con el éxtasis, ese buen amor que para encontrarlo hay que volver con la mirada y con la vida contemplativa al libro del Génesis, y ver al hombre: está solo. Puede hablar y no tiene con quién, podría cantar y no tiene a quién cantarle;  su ojos miran todo y sin embargo son como dos llagas porque no pueden reposar en otros ojos, los latidos de su corazón son un monólogo, lo rapta la sensación de lo inacabado, de lo inconcluso, de lo incompleto…por eso dijo alguna vez Machado: “dicen que el hombre no es hombre, hasta que no oye su nombre en boca de una mujer“.  Puede ser, dice a regañadientes Machado, que sea entonces cuando la voz de Dios dijo, “no es bueno que el hombre este solo”.
Seguramente Dios había leído a Don Quijote, “caballero sin dama -dice el manchego- es como árbol sin fruto y como cuerpo sin alma“, y entonces sumerge al hombre en un profundo sueño, pero no porque Dios sea cirujano, sino porque Dios es alfarero. No lo anestesia: lo adormece, y cuando despierta, brota el primer poema de la tierra, el primer piropo humano, “esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne“, juntos para cumplir el plan de Dios. “Señor, le dije -escribe Marechal- me lavo la rodilla y la frente, pero ¿cómo salir de la noche doliente?, y respondió en su noche: toda mañana estriba en que de todo laberinto se sale por arriba“.
Y aquí entonces tenemos la explicación pedagógica necesaria para recuperar esta virtud en particular y todas las virtudes en general: aceptar la fatiga y el esfuerzo, crecer en sabiduría y en Gracia, estar iconoMariasiempre pronto para dar testimonio de la esperanza a aquel que lo solicita y saber que pasan las cosas de abajo, pero no así las cosas de arriba, de arriba bien alto, donde las águilas no cierran nunca las alas imperiales y donde el arcángel que custodia la patria, allá tiene desplegado el campamento.
Les decía antes que en caso de ataque de la impudicia, el antídoto más seguro es volver los ojos a María Santísima, y decirle a María:

“Andabas por las calles nazarenas,
tallo enhiesto de Dios, eterno verde.
A tu paso los ángeles celestes
levantaban ojivas de azucenas.
Soñando con el Rey de los Amores
—desde Belén al Centro del Calvario—
tu vientre cobijaba los milagros,
tu corazón presentía los dolores.
A tu sombra de luz se deshacía
en salmos de alabanzas y loores,
y el agua del arroyo se olvidaba
el hilo del camino que seguía.
Madre de Dios, María, Flor de Flores,
no nos niegues un día tu mirada."(4) 

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(1) Fray Mario Petit de Murat o.p., fecundo dominico argentino contemporáneo. Para conocer algo más de su pensamiento sugerimos leer este interesante artículo.
(2) Poeta católico argentino.
(3) Ignacio B. Anzoátegui, escritor argentino.
(4) Poema navideño de Jorge Mastroianni.
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4 comentarios

  
Luisfer
El nivel de la conferencia no es homogéneo. Desde cosas interesantes a otras que son obvias pasando por algunas inaceptables.
Saquemos las conclusiones que son buenas como la enumeración de las virtudes que nos muestra.
Afortunadamente, los verbos reprimir y censurar no van a formar parte de mi vida. Discriminar es más razonable y rentable a la larga.
Una visión demasiado centrada en los peligros y menos en las armas que son mucho más potentes.
Tema espinoso el pudor en la ropa porque lo que es un escándalo en un país frío, puede estar fuera de lugar en un sitio con clima muy cálido. No me convence el tono usado cuando habla del cuerpo humano y el hecho de mostrarlo. No creo que en verano el bañarse en una playa sea motivo para nadie pensar que ese cuerpo está disponible. La gente, está más civilizada. Estamos hablando de situaciones de hace dos mil años que no son aplicables.
Y como anécdota comentar que, yo no soy fumador pero comparar tabaquismo con alcoholismo y promiscuidad se me antoja como mínimo, un pelín exagerado.
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V.G.: Le recomiendo mucho la lectura del libro del p. Iraburu "Elogio del pudor", disponible en la web de la Fundación Gratis Date. Un cuerpo semidesnudo, haga calor o frío, es un cuerpo semidesnudo, así de simple, como que 2+2=4.
En cuanto a los verbos anatematizados, se trata simplemente de conocer su verdadero significado, y no dejarnos llevar por el sesgo ideológico que han tomado de un tiempo a esta parte, manejándosenos como marionetas al manejar nuestro lenguaje, y por medio de éste, nuestro pensamiento.
18/01/17 9:56 AM
  
Ricardo de Argentina
Ahora que lo señala Antonio, caigo en cuenta que la desfachatez en el lenguaje coloquial que se ha venido imponiendo de manera muy acentuada en nuestras sociedades, es una forma de impudicia. Hay lo que con toda propiedad puede llamarse un "porno-lenguaje" que se utiliza incluso en la intimidad del hogar, que es adonde se están formando las conciencias de los futuros adultos que tendrá que soportar la sociedad.

En otro orden quisiera destacar la parte de la conferencia donde se señala que hay tres "verbos prohibidos" por el mundo, que debemos aprender a conjugar urgentemente: censurar, reprimir y discriminar. Y enseñárselo a nuestros hijos. Y cuanto mayor sea el énfasis que pone el mundo en que censuremos a esos tres verbos, mayor debe ser nuestro afán para aplicarlos en toda ocasión que cuadre. Porque la censura y la represión nos recuerdan y nos defienden de la realidad del pecado (otra palabra censurada por el mundo y por los mundanos, especialmente los que campan en la Iglesia). Y la discriminación es el ejercicio de la libertad de los hijos de Dios.
18/01/17 1:14 PM
  
Frayescobabcn
Gracias por compartirlo
18/01/17 2:31 PM
  
Luis Piqué Muñoz
Me ha llamado la Atención la Belleza y Verdad de los Argumentos de los Pecados contra el Pudor, el Amor Casto y la ¡necesaria e imprescindible! Edcuación para el Pudor ¡que hoy es Infraeducación para el InfraHombre de la Impudicia y la no Castidad, la promiscuidad hoy aceptada y generalizada como Normal y Buena! ¡Y Ay del que Critique el Concubinato y hable de Amantes y Concubinas! Pero sobretodo me ha llamado la Atención la esencial y funesta Relación de la Impudicia con el Ateísmo. Efectivamente, Dios es un Dios Personal ¡Jesús, la Cruz, Sacrificio por Amor, por cada Hombre, Amor Loco y apasionado! Y qué tiene que ver esto con el impúdico Ateísmo que justifica el que llaman Amor Libre, el desenfreno de la Carne, los Bajos instintos ¡Este Dios de Amor, y por tanto Casto! ¡Castidad, como Sacrificio del Inocente, y Perdón si esto no viniera a Cuento, es Amor, Amor Puro! ¡Buen Olor, Humo Blanco que se eleva hacia el Cielo en Honor de un amantísimo Padre! Finalmente, Insistir en la Virilidad y Obscenidad del Pantalón que degrada a la Mujer ¡como digo siempre Mejor que el Hombre, ya desde la adorable Eva, que pecó por ser Mejor! ¡Mujer, Mejor! Ja, Ja, Ja ¡y la Santísima Virgen la Criatura más maravillosa y Deliciosa Creada por Dios, a Infinita distancia del Hombre! y que, repito, la Necia y confundida Mujer moderna ¡ah el Igualitarismo falso y artificial Nazifeminista! se empeña en Vestir a sus Niñitas incluso. Creo que hay que hacer hincapié, hablando del Vestir, en este Tema de lo AntiNatura y virilizador Pantalón, porque, en mi Opinión, va ¡esencial y dramáticamente! contra la Castidad de la Mujer ¡Ah, como Recuerdo a esas maravillosas Princesitas de mi Infancia y sus Preciosas ¡y Castas! Faldas! Nada más ¡Y Gracias, queridísima Mª Virginia por aguantar mis discutibles y polémicas Opiniones, quizá equivocadas!
18/01/17 5:26 PM

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