(155) Defensa del pudor y pedagogía del corazón (Antonio Caponnetto)

alegoria del pudorGracias a la generosa disponibilidad de algunos colaboradores del C.F. San Bernardo de Claraval -en este caso, de mi querida ahijada Manuela Pinzón-, estamos tratando de digitalizar algunas de las muchas conferencias que integran los ya 19 Encuentros de Formación Católica de Bs.As., y que hasta ahora sólo disponíamos en archivos de audio (* al pie el temario completo).

Dado que en Buenos Aires estamos en pleno verano, en que campea la impudicia en modas y costumbres, parece oportuno que sea ésta la primera que publiquemos, correspondiente al Encuentro de diciembre 2016.

De paso, a quienes conociéndolo poco, creen que Antonio Caponnetto sólo se ocupa de temas históricos y polémicos, valga esta muestra de una temática moral y espiritual para profunda edificación y regocijo de nuestros lectores.

Tiene el poeta Hesíodo un cantar dedicado a Los trabajos y los días, y en un momento determinado da su explicación sobre las edades históricas, sobre los momentos, los grandes momentos de la creación y del desarrollo posterior y de la caída; y hablando de las etapas o periodos históricos, sostiene que hay una edad inaugural, la edad de oro, en la cual los hombres vivían en estado de perfección, como consecuencia de una actitud soberbia, que los griegos llaman “hibris". Esa edad de oro devino en una edad decadente y sombría, y terminó en la edad más crepuscular de todas, que era la edad de hierro; entonces Hesíodo describe los males de la edad de hierro, que son muchos, pero en un momento determinado, está el abandono de la diosa del pudor: Aidos se reviste en su túnica blanca y se marcha, diciendo “yo aquí, ya no tengo más nada que hacer“. Y cuando la ve marcharse, Némesis, la diosa de la memoria, se le acerca tomándola cálidamente del brazo y le dice: “pues yo me marcho contigo, ya no hay más nada noble ni digno de ser recordado si se ha perdido el pudor. ¡Qué significativa esta enseñanza de una pagano como Hesíodo, en una obra escrita ocho siglos antes de la Encarnación del Verbo!, y qué valiosa al mismo tiempo la afirmación de esta virtud cuya pérdida significaría nada más y nada menos que el fin de un ciclo, la clausura de un tiempo y la fuga, ya sea de la divinidad tutelar del pudor, como de la memoria, encargada de llevar las crónicas fidedignas y veraces de todo cuanto acontece.

Siendo tan importante entonces esta virtud del pudor, vamos a hacer algunas reflexiones sobre la misma.

La primera reflexión, es que desde el punto de vista semántico la palabra pudor significa vergüenza, que quiere ocultar un bien de la exhibición pública, pero el pudor no oculta un mal, el pudor oculta un bien, el sentimiento de pudor por lo tanto está lleno de nobleza de hidalguía, porque el pudoroso oculta algo bueno en defensa y en resguardo de su intimidad, el pudoroso ejecuta así, un acto de reverencia interior, el pudor consiste en la resistencia que opone el individuo a ser devorado por lo universal y por lo general.

Por lo tanto, la pudicia, se ordena a la castidad no como una virtud desconectada de la misma, sino como una expresión específica, singular y concreta de la castidad; el pudor es honestidad, decoro, recato y por eso mismo en la Sagrada Escritura en el capítulo 12 del Levítico, se nos dice “no descubrirás la desnudez".

Segunda reflexión; es posible hallar un origen antropológico en el pudor, porque el origen del pudor está en que el hombre no existe en un solo plano; el hombre es un puente: al mismo tiempo que es pontífice hacedor de puentes, él mismo parece ser y obrar como puente, pero un puente entre dos pasajes o entre dos órdenes: el espíritu - la carne, la temporalidad - la eternidad. De esa experiencia paradojal brota el pudor, de esa extrañeza, de esa conciencia de un antagonismo entre el deber ser y la realidad es que brota la virtud del pudor; y es aquí cuando se entiende aquello que dice el apóstol San Pablo: la carne tiene deseos contrarios al espíritu“, y el único modo de resolver esta aparente incompatibilidad es ordenando y jerarquizando los bienes.

Pero más importante que el sentido antropológico del pudor, es el sentido teológico, puesto que el último fundamento del pudor, está en la caída del hombre desde su estado de imagen de Dios o “Imago Dei". En el libro del Génesis se dice, hablando de nuestros primeros padres ya caídos, “sus ojos se abrieron y vieron que estaban desnudos“. Después del pecado, el hombre siente vergüenza de sí mismo y ante el Dios que lo ha creado, y que es testigo de ese pecado, por eso el pudor es la actitud de quien se detiene ante el umbral mismo del Misterio.confpudor

Tercera reflexión; el pudor protege la vida en su faz puramente biológica, esto es cierto, pero también en su faz espiritual y esto es menos conocido y menos analizado. En el primer aspecto, el pudor da decoro a la función sexual, pero en el segundo aspecto custodia la intimidad integral de la criatura, y aún si no existiera la función sexual activa, el hombre está obligado igual a ser pudoroso, porque el pudor es connatural al hombre, lo necesita y lo reclama el hombre por ser esa unión substancial de alma y de cuerpo, por ese carácter de hacedor de puentes entre lo temporal y lo eterno, lo visible y lo invisible, de modo que el pudor es también una alerta prudencial que protege ese tesoro íntimo para que nos volvamos recatados y discretos. Por eso cuando el hombre pierde el sentido del pudor y el ejercicio y práctica del pudor, no es por haberse convertido en un espíritu puro, sino por haberse degradado a la condición animal o a la condición zoológica. La impudicia es fruto de la destemplanza, el hombre impúdico se animaliza.

Cuarta reflexión: el pudor -decíamos, y lo vamos a subrayar hasta el final-, es connatural al hombre, no es una construcción ideológica, no es un artificio que dependa del  curso de los tiempos, no es una consecuencia de la cultura o de la civilización, debemos tener muchísimo cuidado con este relativismo cultural que hoy se imparte aún en los ambientes sedicentemente católicos. Todos los pueblos de la tierra han demostrado el ejercicio del pudor, y su valoración, lo cual no quiere decir que no lo hayan conculcado, pero con conciencia de que al hacerlo estaban cometiendo una falta, aun variando las formas significativas propias de cada cultura. La verdad es que si uno estudia o lee las crónicas de los principales exploradores o descubridores o misioneros se encuentra con este común denominador: los pueblos, aún los más antiguos y remotos de la tierra, tenían en estima el concepto de pudor y su práctica, manifestada muchas veces en costumbres que hoy nos son ajenas o distantes, pero que no dejan de tener esa característica recurrente de la búsqueda del decoro, de la honestidad. Podríamos decir entonces que el pudor es universal, natural y heredado, es común a todos los hombres y persiste durante toda la vida del hombre. La pérdida del pudor es una anomalía y hoy vivimos bajo esta anomalía, la perdida  intencional del pudor es presentada hoy como una conquista social y por lo tanto el hombre vive animalizado y degradado creyendo que de esa manera ha alcanzado la libertad a fuer de permisivismo y libertinaje. Siempre se entendió y siempre se intuyó que la reproducción de la vida en el hombre y todo lo que atañe a ella no es solamente un hecho corpóreo, biológico, sino que es algo sagrado. Todo lo ligado a la reproducción de la vida debe ser cubierto entonces con la dignidad y con la reverencia propia de las cosas sagradas.

La animalización que antes denunciábamos trae como consecuencia la desacralización del hombre y también la desacralización de la función sexual del hombre reducida a pura genitalidad, o a puro saqueo hormonal, como dice el padre Petit de Murat.pud

Quinta reflexión:  el pudor no es, no es por lo tanto, vergüenza mala, la que se siente al reconocer en sí la existencia de un valor inferior. El valor que el pudor protege y que ve amenazado es superior, por eso el pudor custodia, preserva, tutela y resguarda ese valor, porque lo considera objetivamente valioso.

Tampoco el pudor es coquetería. La persona coqueta es la que busca estimular la pasión con alternativas de ceder y de negar. El pudor en cambio sólo niega y se niega mientras no está seguro de la sinceridad del otro, la persona coqueta en el momento en que baja los ojos no piensa sino en levantarlos y ver el efecto que ha producido ese gesto; la persona pudorosa, en cambio, baja los ojos por humildad, por recato y no por la tendencia de hacerse valer, ni obtener consecuencias o frutos posteriores -que por cierto se obtienen en la persona virtuosa-, y digamos que la persona coqueta está llena de vanidad, mientras que la persona casta está llena de modestia.

Hay, a propósito de esta gran distinción de entre la modestia y la castidad, entre el pudor y la coquetería, una vieja copla criolla que recuerda un instante fugaz en la vida de un hombre y de una mujer. La entenderán todos: él recuerda y le dice

llegabas por el sendero del andar y trenzas sueltas, 

brillaban tus ojos negros claridad de luna llena,

mis labios te hicieron daño al besar tu boca fresca,

castigo me dio tu mano pero más golpeó tu ausencia.

Volví por caminos blancos, volví sin poder llegar,

grité con mi grito largo, canté sin saber cantar,

cerraste los ojos negros, se volvió tu cara blanca

y llevamos tu silencio al sonar de las campanas,

la luna cayó en el agua, el dolor golpeó mi pecho

con cuerdas de cien guitarras me trencé en remordimientos

Lo que había pasado, dicho ya prosaicamente, era muy sencillo: él se había acercado a ella intempestivamente para darle un beso, ella no lo deseaba y sintiéndose atacada en su pudor, le dio una sonora bofetada, como corresponde y entonces él recuerda el episodio pero con remordimientos, y por eso la copla magnífica termina diciendo

“tristeza de haber herido tu pudor en un sendero,

tristeza de los caminos que después ya no te vieron,

silencio del camposanto, soledad de las estrellas,

recuerdos que duelen tanto, delantal y trenzas negras",

Antes se enseñaban estas cosas en las escuelas y heredábamos de la madre patria ese cancionero riquísimo que exaltaba y celebraba el pudor del hombre y el pudor de la mujer; “pícaro molinero ¿qué le dijiste a la molinerita que está tan triste?, ofender a mujeres es un delito, no las ofendas nunca molinerito“…

Eran tiempos en que no existía la violencia de género, existía la caballerosidad y el trato cristiano.

El pudor entonces es la desconfianza de la pureza al contacto con la impureza; no es inocencia: la inocencia es la confianza de la pureza que no conoce la impureza, estos bebitos que he visto que están aquí, -castigados por sus padres obligándolos a escuchar estas charlas!-, estos bebitos son inocentes, en ellos es la totalidad de la confianza de la pureza que no conoce la impureza, pero en cambio el pudor es la desconfianza legítima, necesaria de la pureza al contacto con la impureza.

El pudor no es tampoco la frivolidad de usar los símbolos como estrategia canallesca para burlarse del pudor. Hay cierta publicidad que se basa exclusivamente en imágenes religiosas tradicionales, sacerdotes ensotanados, religiosas con sus velos y todo deliberadamente ultrajado y vejado y escarnecido, para que los símbolos clásicos del pudor se ordenen pecaminosamente a la impudicia. Pero tampoco el pudor es jansenismo, mojigatería o gazmoñería, no podemos confundir la virtud del pudor con las formas sólo externas del pudor, pero también estemos alertas porque el mundo descalifica siempre como mojigatería las formas externas. Ni el pudor se agota en las formas externas  ni  puede descuidarlas, ¡porque lo necesita!: no somos ángeles, hay un pudor corporal y hay un pudor psíquico, por lo general prestamos más atención al primero que al segundo y sin embargo el segundo también es valioso y en muchas ocasiones cuando se pierde, trae aparejada la pérdida del pudor corpóreo o físico.

Los medios por los cuales el hombre guarda la intimidad son principalmente tres: la casa, el vestido y la palabra. Volveremos sobre este importante punto pero lo dejo enunciado ahora, precisamente para que sepamos antoniodistinguir, qué es el pudor, de lo que no es, y veremos entonces, como puede fortalecerse y puede debilitarse según el modo en que nosotros elijamos vivir, expresarnos o vestirnos.

Sexta reflexión; la fuerza del pudor, indica la actitud para amar: un pudor débil coincide con una frialdad afectiva, mientras que un pudor fuerte coincide con la calidez afectiva, el pudor da frutos afectivos nobles, en cambio la impudicia da frutos afectivos vulgares y por eso repugna tanto la compañía de una persona impúdica y  nos enorgullece, tranquiliza y alivia  la presencia afectiva, la manifestación afectuosa de un hombre pudoroso.

“La disminución incontestable del sentimiento del pudor -dice Max Scheler- en la época moderna no es una consecuencia de los progresos de la civilización, sino un índice psíquico de una degeneración de la raza”, y el desdén que se tiene por este sentimiento es uno de los mil testimonios de la autoridad que ejercen cada vez más los valores vulgares, tiránicamente instalados en la vida del hombre. Muchas veces hemos insistido en este punto: la vulgaridad no educa, no forma; la vulgaridad destruye y corroe los contornos y los cimientos del ser. Es cierto que el pudoroso a veces se retrae ante la manifestación del afecto por temor a faltar al pudor, a lo que hoy prácticamente es un avasallamiento de la presencia del otro, llevado a cabo exprofeso. Aplebeyado y muchas veces encanallecido, el arrojo de la impudicia conduce al pecado, y la inhibición del pudoroso puede ser la ofrenda de la propia virtud, lo bello y lo adecuado. Lo aconsejable es poder manifestar el afecto humano conservando el pudor en el gesto, en la palabra y en la mirada, no cometamos la precipitación del lujurioso, pero que tampoco nos pase lo que narran estos versos titulados Nunca te dije nada (1): “Con una rosa color cielo,/ puesta de sol tu pollera, yo te vi así a mi manera/ y fue mi mayor anhelo, el perfume de tu pelo/, en tu carita aniñada, dulzor de tu mirada,/ la tristeza de tu llanto, pensar que te quise tanto/ y nunca te dije nada“.

El hombre no se animaba a hablar a la dama y después se arrepiente, ya era tarde,

capaz de montar un trueno,/ por un porrón de ginebra,/ o dormir con cien culebras/ sin que me melle el veneno,/ mi sangre no tiene freno/ pa’ cualquier atropellada,/ le hago pata ancha sin nada/ al diablo más entrañudo,/ yo que fui tan corajudo y nunca te dije nada. /

Extraña filosofía hay en mis noches serenas,/ oigo una voz que con pena/ me dice -Yo soy María, delirio en mi fantasía/ por la frase tan deseada,/ se adelanta una encordada y un triste canto me llega,/ pude ser tu Santos Vega, y nunca te dije nada“.

De modo que si aquí hay algún Santo Vega o Santa Vega, por favor que no tenga ni la precipitación del lujurioso ni la inhibición de este pobre hombre que al final se quedó sin nada.

Séptima reflexión; el pudor no es solo una virtud olvidada, sino que ya no se la considera virtud sino patología, se considera al pudor como una costumbre, o un condicionamiento social, una cuestión de gustos, una imposición social coactiva y en última instancia si todo esto hoy es el pudor, no hay demasiadas razones serias para conservarlo. Se nos dice incluso que conservar el pudor conduce  a la neurosis. Pero si el pudor es una virtud, por lo tanto es un deber, no un deber en el sentido kantiano, sino que es un deber en el sentido de la deuda de amor que tenemos para con Dios.

Hay dos modos sutiles de quebrar la vida virtuosa, uno es divorciando las virtudes, que están llamadas a vivir en conexión entre sí. Por ejemplo cuando la caridad se desvincula  de la veracidad, la misericordia de la justicia, o el pudor de la castidad. Pero la otra forma sutil de conculcar la virtud es haciendola radicar en la potencia equivocada, por eso nosotros tenemos que saber que el pudor radica en la templanza, y así considerado, es el hábito de conservar la propia intimidad a cubierto de los extraños, y se dice que una persona no tiene pudor cuando se comporta en público de la misma manera en que debería hacerlo en privado, así cuando ha caído en la promiscuidad, cuando ha perdido la distinción entre lo privado y lo público.

(finaliza en el próximo post)

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(1) Milonga de Omar Romero Palacios, del cancionero folklórico argentino.

catalogo

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8 comentarios

  
Ricardo de Argentina
Yo creo que el pudor verdadero es uno de los más confiables termómetros de la vigencia del Orden Natural en las sociedades humanas.
14/01/17 2:50 AM
  
Juan Stuse
Extraordinario Caponnetto en esta lección magistral, que dice mucho del nivel de la cultura católica en Argentina. Me falta la dimensión sobrenatural cristiana del pudor, fundamentada en nuestra condición corporal y espiritual de templos vivos del Espíritu Santo que debemos practicarlo por albergar a Dios incluso físicamente (en la comunión eucarística). Una dimensión hoy agredida de forma añadida por los tatuajes, que son expresión del desprecio a esa condición de templos vivos. Una añadidura al impudor que, unida al imaginario de la ideología "de género", revela claramente el momento escatológico que vivimos.
Pero estas ausencias no disminuyen el valor de la conferencia, que además no está aquí todavía completa.
14/01/17 10:07 AM
  
Luis Piqué Muñoz
En mi Infancia era un Niño muy pudoroso, como la Sociedad entonces ¡sobretodo las Mujeres! Ahora ¡Ay! ¡a mis senectos 60 Años! me he Convertido en un Hombre impúdico ¡un Viejo Verde! ¡con Perdón! Ja, Ja, Ja ¡Es Broma! como la Sociedad hoy ¡y sobretodo ¡Ay! la Mujer moderna! El Cuerpo no es Vergonzoso y Adán y Eva ¡siempre lo aúllan los Naturalistas! iban desnudos ¡Pero precisamente el Pecado les hizo Vergonzosos, Púdicos, y desde entonces ¡también en el Paraíso! la desnudez produce Verguenza e Impudicia ¡No podemos Regresar al Estado de Naturaleza y PreterNatural de Adán y Eva en el Paraíso, ni tan siquiera, ya digo, cuando vayamos a él! El pudor, la Pureza no sólo es Física sino Espiritual, la una trae o acompaña la otra, el impúdico, Impuro lo es de Cuerpo y Alma ¡De ahí los Políticos degenerados del Fascismo democrático, nazicomunista y sobretodo el Crisol de la Impudicia ¡Piel de Satán! ¡el Nazifeminismo! ¡Enemigo a Muerte del Pudor, la Femineidad, la Maternidad! ¡la Pureza de la Virgen Santísima que aplastará su Cabeza! y también la perversa y corrupta Sociedad moderna Occidental que une a su Impudor e Impureza física una absoluta depravación de Costumbres y Pensamientos confusos y Rebeldes ¡Non Serviam del Diablo! que sólo conducen a la más absoluta y triste Desesperación y aburrimiento. Finalmente, decir que en mi Opinión, dejando de lado el Omnipresente y todopoderoso Nazifeminsmo, aunque viene de él, la Impudicia principal de la Mujer moderna es su Manía y Costumbre de llevar Pantalones ¡para ¡Ay! Igualarse al Hombre! (!?) ¡el delirante y Perverso Igualitarismo, también Nazifeminista! siempre obscenamente ceñidos, marcando Paquete con Perdón. Ese, en mi Opinión, aparte de otras desnudeces menos Importantes ¡sin Olvidar el satánico Desnudismo de las Playas donde ser Pervierte a los Niños con el descarado y ofensivo Impudor de Hombres y Mujeres, sobretodo Mujeres! ¡siempre ¡Ay! la Mujer moderna, que como tradicionalmente sigue siendo Víctima del Engaño y Poder del Hombre que hace con ella lo que quiere! el Pantalón, ceñido y Obsceno, además, ya digo es el Principal Problema del Impudor Femenino, frente a la maravillosa, bellísima y Milenaria Falda ¡ah esos maravillosos vestidos de Princesita de mi Infancia, los 50 y 60! que tanto embellece y llena de Encanto y Femineidad a la Mujer ¡la Princesita! incluida ¡incluso! la Minifalda ¡en mi Opinión, que como todo lo que digo ¡siempre! puede ser equivocada! siempre que no sea obscena, claro. Nada más ¡E Infinitas Gracias queridísima Mª Virginia por tratar un Tema que me apasiona y hoy tan transcendental y Oculto y perseguido por la Correccion Política!
14/01/17 12:44 PM
  
milton
Tener pudor no me ha servido sino para verguenza y burla del projimo hacia mi. Espero tener el valor de cambiar eso.
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V.G.: Hay que pedir la GRACIA de cambiarlo, Milton, pues todas las virtudes que hacen a nuestro proceder cristiano son imposibles por el solo esfuerzo humano. A pedir mucho esa virtud, entonces, además de esforzarnos por ejercitarla.
14/01/17 3:37 PM
  
El gato con botas
Desde los años 50 ha sido arrollador el avance de la indecencia, so pretexto de modernidad y mojigatería. Las feministas y la izquierda han puesto la mujer al servicio del hombre alegando la liberación de la mujer que se ofrecen a los chicos desde jovencitas.
15/01/17 12:41 AM
  
Pablo
Disiento conla forma de valorar la impudicia como animalidad.- Hoy que como nunca se investiga el comportamiento de todas las especies animales en sus costumbres y detales, demuestran que con la sola *vestimenta* natural, sin necesidad de vestidos, absolutamente desnudos, su comportamiento es totalmente de recato diario.- Hasta en las épocas de celo, los machos deben conquistar a las hembras, que exigen perfección en bien de cada especie.- Nidos, cuevas, matorrales son los recursos habituales que usan para su accionar íntimo.- Estimo que habrá que encontrar otro calificativo para el humano desvergonzado que en realidad queda muy por debajo de puro instinto animal de los animales.-

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V.G.: Los perros que se aparean por las calles bastan para justificar la comparación, que creo que sirve a propósito de lo que quiere significarse.
15/01/17 4:20 PM
  
Pablo
Estimada V.G.

Los perros de las calles, están en un medio y estructura inventada que denominamos Ciudad.- Y de la forma brutal que ha involucionado desde las famosas poblaciones en torno a las Catedrales, ya no son *naturales* y no es extraño que hasta perviertan a los perros.- Sin ánimo de discutir, pero si de encontrar los conceptos exactos.- Por misericordia, no se como calificar a la especie humana en éstos días y sobre el tema en debate.-
Atte.-
16/01/17 1:27 AM
  
Luis Piqué Muñoz
Sobre la Polémica Falda, no Pretendo Tener razón ni decir la Verdad, sólo es una Opinión añadir que, el haberla dejado viriliza a la Mujer y la despoja de su adorable y Dulce Femineidad. ¡La Mujer es Superior al Hombre, y si se Iguala, falsa y artificialmente, se Rebaja, degrada! Incluso el Feo Pantalón ...¡Por no Hablar de los Horribles Pantaloncitos que la Mujer moderna hace llevar a sus Hijas desde muy Pequeñas! Nada más ¡Y Muchas Gracias, Mª Virginia, por Publicar los Disparates de este Pobre Bufón que sólo Pretende hacer Reír, y por tanto, Pensar..
16/01/17 5:37 PM

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