(89) Del celo apostólico indiscreto y una advertencia evangélica

"No déis lo santo a los perros, ni arrojéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las huellen con sus pies y volviéndose contra vosotros los perros os despedacen". (Mt. 7. 6)
Hace unos días ya, me rondaba en la cabeza y el corazón el versículo que figura en el acápite, a propósito de ciertas apelaciones al mundo que hacen algunos católicos, sin importar a veces si hay interés o respuesta del lado opuesto. El diálogo constituye una herramienta valiosa para el encuentro con quien está más alejado, pero no creo que debamos olvidar esa advertencia que Nuestro Señor nos deja para que ni siquiera el celo apostólico carezca de la virtud de la discreción. Y nos viene entonces a la memoria un lema monástico que va en esta dirección: “recuerda que el demonio tienta con celo indiscreto”.

“La Iglesia ("la barquilla de Pedro “, que le dicen) ha tenido muchas tempestades y ha de tener todavía otra que está profetizada, en la cual las olas invadirán el bordo, y parecerá realmente que los pocos que están dentro “suenan”. Cristo parece haber conservado su costumbre juvenil de dormir en esos casos; y también su idiosincrasia de no amar la cobardía.” (Leonardo Castellani)
Alguna vez hemos suscripto la afirmación de que la imbecilidad es pecado, y esta vez volvemos a hacerlo, calurosamente. Una de las versiones etimológicas sugiere que imbécil proviene de im-bellum (no apto para el combate), término con el que los romanos señalaban al que no era capaz de formar parte de las Legiones Romanas, por sus características físicas o mentales. Y efectivamente, creemos que debe ser pecado, sobre todo si esa incapacidad de combatir pone en grave riesgo la integridad de otros puestos a su cuidado, como pueden ser los niños no nacidos.
Toda planta para crecer, necesita ser regada.
Nos enteramos de que hace pocos días, 
Como era de esperar, los medios de comunicación se han dado un banquete con las




