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7.04.24

(346) Invitación editorial: "El Filósofo y la Ciudad – Vida de Jordán Bruno Genta"

invitacion

” Combate por la verdad hasta la muerte y el Señor guerreará por ti” (Eclo. 4, 28).

 ***

“Amar la Patria es el amor primero,

y es el postrer amor, después de Dios

Y si es crucificado y verdadero,

ya son un solo amor, ya no son dos.

(Leonardo Castellani)

***

“Señor, danos la fe de los cruzados y haznos caballeros de Tu Reino. 

 Velaremos las armas como Alonso Quijano una noche que tendrá luna clara.

No queremos ser muchos. “Caballería no aprecia multitud de número",

decía Raimundo Lulio.  Danos el amor y el valor de la Verdad.

Para el testimonio, simple y entero, te pedimos la esperanza de los mártires….”

(Lilia M. de Genta: “Glosas del Buen combate”, Ed. Combate,  p. 76)

Hace ya varias décadas que abrigábamos el deseo de dar a conocer “al mundo”, en una obra exhaustiva, prolija y demorada, la vida fecunda del  que fue para muchos argentinos el maestro y testigo de un amor fiel y entrañable a Dios y a la Patria.

Era un deber de gratitud para con él, y de caridad con los argentinos que esperan transitar este valle de lágrimas anclados en la verdad, más allá de toda componenda.  Por eso, en la hora aciaga de apostasía y de traición que  transitamos en nuestra pobre Argentina, el anuncio de esta edición tan esperada, es una verdadera prolongación del gozo de la Pascua.

En efecto, es la misma Palabra de Dios la que nos insta a hacer memoria de los hombres ilustres, hombres de bien, cuyo mérito más grande ha sido la fidelidad al Señor. Así lo recuerdan los autores en el acápite de esta maravillosa obra:

Hagamos el elogio de aquellos hombres ilustres que fueron nuestros padres. Hay hombres de los que no se conserva memoria: murieron, y es como si no hubieran existido; vivieron, y es como si no hubieran vivido ni dejado descendencia. ¡Qué diferentes fueron aquellos hombres de bien! Sus méritos jamás se han olvidado; han dejado una posteridad que los prolonga y su herencia pasa de hijos a nietos. Su linaje permanece fiel a la alianza del Señor. Para siempre existirá su descendencia y su gloria jamás se extinguirá. (Eclesiástico 44,1.9-13)

En el caso del mártir argentino Jordán Bruno Genta, dicha fidelidad ha sido sellada con el testimonio de su sangre, tras la huella gloriosa de su magisterio, anclado siempre al del supremo Maestro incuestionable.

JBGY aunque la Jerarquía vernácula desestimó hace años su causa de beatificación -más tarde felizmente incoada- so pretextos pueriles de corrección política, mientras se agilizaban otras, elevando a los altares de una nueva iglesia a personajes afines a la ideología marxista, el martirio de Genta nunca podrá soslayarse como mero asesinato.

Por el contrario, cuando se conocen las circunstancias -dirigiéndose a Misa dominical-, y la cínica ironía que ostenta la confesión de sus verdugos, no podemos sino elevar la mirada  hacia su vida y su palabra: ¿por qué esa saña contra este hombre? ¿Cuán peligroso era este filósofo para la Ciudad? ¿Por qué elegir un domingo; por qué esa búsqueda de asimilación a Cristo, Maestro y Víctima?

Para responder a estos interrogantes era preciso publicar estas páginas.

Para cumplir un deber de justicia, amén de gratitud.

Porque además de testigo, Genta fue sobre todo, maestro que supo hacer discípulos de la verdad más allá de su persona -porque abominó de las ideologías-, conduciendo a las almas a Aquel que es la Verdad misma. No es raro, entonces, encontrar argentinos que a través de su cátedra privada o de sus obras, hayan enderezado sus pasos hacia el Altar en busca del bautismo o del Santísimo Sacramento. Ni cabe olvidar aquí el célebre “factor Genta” que en la gloriosa gesta de Malvinas supo dar el fruto más bravío y heroico en muchos de nuestros combatientes, por el espíritu sobrenatural que los alentaba.

¿Cómo no aplicar al juicio de su vida, la máxima evangélica “Por sus frutos los conoceréis…”(Lc.6, 44)?   

Fue Genta un ejemplo egregio de la necesidad que la polis tiene del hombre de la Verdad, aunque -como se hizo con Sócrates- se pretenda acallar su voz.

En efecto, aunque “el Profesor” era filósofo, fue la suya una vida y una prédica inescindiblemente religiosa y política, porque buscó y amó celosamente el Bien Común, y esto no puede callarse ni ocultarse como no debe ponerse la lámpara bajo el Celemín (Lc.11, 33), en un tiempo en que se ha rebajado tanto la labor política, hasta convertirla en puro estercolero democrático, donde sólo se procura el bien particular de los candidatos, que sortean la túnica de la Patria manipulando a las masas.Genta

Genta supo, muy al contrario, hacer manar el ideal político de la cima más alta y pura: del Monte de las Bienaventuranzas, tal como lo expone en su Opción política del cristiano, y supo hacerlo naturalmente porque antes había practicado en su vida la coherencia y el orden de la Caridad, faro que impera todas las virtudes.

De ello dan fe sus familiares y amigos, como también ocasionales conocidos, como quien alguna vez nos refirió el recuerdo de haber pasado junto a él un tiempo en prisión, y conservaba la imagen de Genta, preocupado cada noche en abrigar lo mejor posible a sus compañeros de celda.

Ese tipo de actitudes no se improvisa, como no se improvisa la Señal debla Cruz ante el postrer suspiro, pues

“Tu presencia nos dará fortaleza en la hora de la prueba. ¡Qué bella que es la muerte querida y aceptada cuando el Amor aguarda!”  (Lilia Losada de Genta, “Combate por la Verdad”, en Glosas del Buen combate, Bs.As., ed. Combate, p.76).

Hoy, pues, que ni siquiera se sabe ya lo que se espera en una patria desesperada que fue tomada por asalto, urge seguir sembrando para recuperar el rumbo, pregonando la palabra verdadera e impidiendo que se apague la memoria de los justos que han de liderar la marcha. 

La talla de los autores, hija y yerno del biografiado, otorga a nuestra edición un valor agregado, que es el de la cercanía más íntima y familiar, que escruta los corazones más allá de los testimonios y documentos materiales.  Ambos, Lis (quien se unirá providencialmente a nosotros en la Presentación, coincidente con el aniversario de su fallecimiento) y Mario Caponnetto -médico militar y filósofo-, han abrevado directamente de la fuente al retratar al hombre que hizo converger el amor a Dios y a la Patria en el servicio a la Verdad.

Es imperioso el recuerdo de la virtud para que el futuro no se ahogue en una náusea.

“¿Qué buscan los retóricos del populismo? El animal satisfecho es ahora animal insatisfecho. No va a convertirlo en hombre esa promesa marxista de pasto abundante y tierno. Pero van a hacerlo hombre la caridad, la vergüenza, las verdades comprendidas y aceptadas, la sangre que se derrama inocente, el dolor y la esperanza…” (Ibid, p.83)

Por sembrar esa simiente de esperanza nos honra y regocija poder hoy convocar a quienes puedan estar allí en la presentación del libro, para  honrar debidamente la vida de un justo que ha librado el buen combate, en quien resplandeció triunfante la Gracia.

Así, como “Maestro de combatientes", lo retrató su esposa, Lilia Losada de Genta, en el bello texto que abre el libro y que aquí transcribimos:

 

MAESTRO DE COMBATIENTES

   -JORDAN BRUNO GENTA-

 

Yo conozco un combatiente del que hablaré sin nombrarlo.

Si alguno lo reconoce que guarde el secreto y calle.

I

“Dichoso el varón que no corre tras el oro.”

De todos los falsos ídolos, el más falso: el vellocino de oro.

Jamás lo vieron postrarse ante las sucias monedas, que atesoran manos ávidas.

No hizo nada por dinero: ni renegó de su Dios y de su Patria, ni traicionó a sus amigos, ni amordazó su palabra.

Quiso ser pobre con decoro y sin alarde y ha sido pobre.

Ser pobre es una ciencia y es un arte. 

No cualquiera sabe ser pobre, hay que saber primero por qué se acepta ser pobre.

Tuvo muy joven eso que llaman una brillante carrera y los halagos del mundo.

De todo se fue alejando, “escuchó la Voz".

Su cátedra es su palabra —fidelidad a la Palabra—definida como una espada.

Como en el Cantar se dice “en buena hora ciñó espada", la espada de la palabra.

Desterrado en su propia Patria la amó como se la aman los desterrados, con un

 amor lancinante.

No está solo en el destierro, lo acompañan sus alumnos y los filósofos áureos.

Van desfilando en sus cursos los tres griegos inmortales. Y San Agustín que midió las profundidades del abismo de Dios “con un amor sin medida". Y al llegar a Santo Tomás —"sine die"— es ya sin tiempo para este tiempo mortal su perfecta compañía.

II

 "Filosofar es aprender a morir.”

Su cátedra es su palabra que se hace vida de la muerte enamorada.

Eligió la “senda estrecha” y ya nunca la dejó.

No siendo hombre de pelea, ¡en cuántas lides luchó!

Como enseña que la Verdad exige el sacrificio de la vida, de la hacienda y de la fama, puede ser que Dios le pida el entero testimonio.

De la hacienda y de la fama lo han despojado ya.

Sólo le queda la vida, una buena vida pide el blasón de una buena muerte.

Y el que vive combatiendo sabe que puede morir en el combate llevando toda la luz de unos ojos anochecidos al alba.

Raíces hondas la vida con raíces en la muerte para el amor que fue siempre desgarrada despedida. Yo conozco un combatiente.

No se le señala un gesto de soberbia, tampoco de humillación ante los hombres, sólo ante Dios.

No es altanero. Sabe de “ese segundo valor del hombre tan hijo del corazón como el primero” que es la paciencia.

Si son sus amores hondos, sus odios también lo son.

Odia a todo lo que niega a Dios, lo que traiciona a la Patria, lo que envilece y degrada. Odia esa implacable hoz que “siega las espigas altas".  Aunque no quiero nombrarlo veo que lo estoy nombrando.

Pido silencio al silencio de glosado y glosador.

(COMBATE, Año IV, junio de 1959)

Tras sus huellas quisiéramos también proclamar la Verdad entera, con “vergüenza de conseguir una vida más fácil a costa de renunciar a ella…", por no ser políticamente correcta.

Nosotros, los que nos honramos de seguir el magisterio de Jordán Bruno Genta, “seguiremos diciendo la verdad entera que cuesta, que obliga, que compromete, que no da cuartel, que engendra odios, llama que abrasa, “llama de amor viva” en que queremos arder.” (“La verdad entera”, en Glosas… p. 91).

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Dejamos a continuación la filmación de la Presentación, para aquellos lectores que no pudieron acompañarnos personalmente:

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Informes y distribución fuera de la Presentación, en Librería Santiago Apóstol

(wsp +549 59909239 /[email protected])

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