(150) Sobre el corazón de los santos, la historia de los villancicos…y Gramsci
Los santos son las personas más realistas, las más sabias, las que tienen mejor puestos los pies sobre la tierra…y por tener el corazón en el Cielo, no hay tropiezos que valgan, para seguir adelante, siempre adelante!.

Por eso en estos días navideños es muy saludable inclinarnos un poco más a sus lecturas que a algunas del siglo, porque asociando nuestras almas a las suyas, se sigue un aumento de fortaleza y alegría (ambas son una…) tanto propia, como de quienes nos rodean.
Así, pues, hemos estado leyendo algunas composiciones navideñas, y luego de unos célebres sermones hemos pasado a los villancicos de Santa Teresa y de San Alfonso.. ¿Habrán ellos carecido de “conciencia” sobre las cruces de la Iglesia, o serían algo aniñados, o….? No; no nos parece que estas preguntas merezcan una respuesta afirmativa.

En época de Santa Teresa, una señorita llamada María del Corro ingresó al Carmelo con ínfulas de santidad, pero a poco de entrar tuvo que ser despedida por la santa, porque tenía tanta madera de carmelita como una gallina la tiene de lazarillo. Pero como lo que no le faltaba era un orgullo siniestro, no pudo digerir lo que juzgó como injusticia, y con la ayuda de un clérigo acusó a Santa Teresa de todo lo acusable ante la Santa Inquisición. Consta de ello en un escrito de aquel año, en que el Tribunal de Sevilla solicita orientación sobre el proceso. Tras algunas investigaciones y comprobaciones, el 29 de Abril de 1576 se dictó sentencia absolutoria contra las infundadas acusaciones de la mal intencionada y frustrada novicia…
“Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios". (Santa Teresa de Jesús)






