(384) Avance del sionismo en Argentina: ahora sobre el Juez Federal Alfredo López

Lópezjury

“Llegará, pues, un momento en que cada una de las naciones tendrá que pasar ante el tribunal de Dios.  (…) 
Pasará la Argentina. Será “el juicio de las naciones", que tendrá lugar en lo que la Escritura llama “el día del Señor", el “día grande de Dios", o “el día de la ira del Señor” (Sof 1, 18). Días terribles, tribulación breve, pero intensa (cf. Mt 24, 21-22).

Allí Dios premiará a las naciones fieles, pero castigará a las que traicionaron su misión."    (Alfredo Sáenz: Siete Virtudes olvidadas, El Patriotismo, p.470)

“Somos un pueblo de recién venidos.
Y has de saber que un pueblo se realiza tan sólo cuando traza la Cruz en su esfera durable.
La Cruz tiene dos líneas: ¿cómo las traza un pueblo?
Con la marcha fogosa de sus héroes abajo (tal es la horizontal)
y la levitación de sus santos arriba  (tal es la vertical de una cruz bien lograda)…” (Leopoldo Marechal, "La Patriótica", II. Didáctica de la Patria)

Las patrias, como las personas, tienen una identidad, y en la fidelidad a ella se cumple –o se traiciona- la voluntad de Dios. No se puede por decreto o por prepotencia “quirúrgica” despojar a un ser de su naturaleza y pretender que sea otra cosa, por más que se cuente con el consenso de las mayorías. 

No obstante, sabemos que hay naciones de identidad definidamente católica, que sin embargo, han ido perdiendo insensiblemente su fisonomía, generalmente por justo castigo a la traición y desidia de sus hijos. Lo explica muy bien el p. Alfredo Sáenz, al referirse a la virtud del Patriotismo, pero también en pocas líneas San Pedro Julián Eymard en una memorable homilía que hemos ya citado en otras ocasiones y que recordamos a las puertas del nacimiento del Rey de Reyes:

“…lo que hace Jesucristo con los individuos lo hace igualmente con los pueblos. Si éstos no le aman, ni le respetan, ni le conocen, sino que le abandonan y desprecian, ¿qué hará el rey al verse de esta manera abandonado de sus súbditos? ¡Jesús se va, se marcha a otro pueblo mejor! ¡Qué espectáculo más triste es el que ofrecen los pueblos cuando Jesús se aparta de ellos! En otro tiempo tuvo un sagrario en el cenáculo, que hoy está convertido en mezquita, y la verdad, no teniendo ya verdaderos adoradores, ¿qué había de hacer allí Jesucristo?

En Egipto y otras partes de África, que fueron otrora tierra por excelencia de los sanos, en que habitaron legiones de santos monjes, han sido dejados por Nuestro Señor y reina por doquier la desolación, pero no hay duda de que Jesucristo fue el último en abandonar esos países (…) ¡También esta nube desoladora ha pasado por Europa! Jesús ha sido arrojado de los templos y profanados sus altares, sin que haya vuelto a entrar en ellos.  En Francia se ha disminuido la fe y el amor a la Eucaristía, ¡cuántas de sus iglesias en poder de los herejes, en las que contó anteriormente con fervientes adoradores!

(…) Para trabajar por la conservación de la fe es necesario adoptar un lenguaje cristiano, usar el lenguaje de la fe. ¡Cambiad el lenguaje del mundo! Por una culpable tolerancia hemos dejado que Nuestro Señor fuese desterrado de las costumbres, de las leyes, de las formas y conveniencias sociales, y en los salones de los grandes nadie se atreve ya a hablar de Jesucristo. (…)  En fin; es necesario demostrar que Nuestro Señor tiene derecho a vivir y reinar en el lenguaje social. Es una deshonra para los católicos tener siempre a Jesucristo bajo el celemín… (S.Pedro Julián Eymard, Obras Eucarísticas)

Sin embargo, hace años que so pretexto de pluralismo, incluso algunos obispillos hacen memoria de las grandes fiestas cristianas conjuntamente con las celebraciones judías, proponiendo un corazón esquizofrénico, a la vez en espera de la Promesa, y en su pleno cumplimiento, porque parecería que lo único importante es el rejunte humano (no: no es hermandad, porque no tenemos el mismo Padre, porque sólo se es hijo en el Hijo).

Pues bien, la Argentina es –mal que les pese a algunos- una nación católicaArgcatol porque lo es su origen fundacional, por ser hija de España, predilecta del Corazón de Cristo -aunque hoy esté su rostro desfigurado por la apostasía-, y su historia y lengua está inundada de huellas de fe que han ido modelando costumbres, leyes, instituciones en defensa de la vida inocente de un modo muy especial.

La celosa custodia de esta identidad no puede ser vista como una ofensa para nadie, sino al contrario, reconocimiento sereno de una realidad que ha de ser respetada y protegida por sus gobernantes y pastores.

No obstante, es también cierto que la realidad física de la Argentina es –desde el punto de vista puramente material- un botín tentador para una gran cantidad de naciones que han visto aquí una interesante oportunidad para ensayar sus proyectos políticos y religiosos de diferente signo. No es este el sitio para extendernos en pormenores históricos o políticos, pero sí lo es cuando detrás de éstos se agazapa la amenaza a la identidad católica de nuestra patria. Y si es noticia y un motivo de entusiasmo el afán misionero en tierras no católicas, ha de ser, inversamente, causa de estupor la apostasía e insensibilidad de las naciones de raíz incuestionablemente cristiana y específicamente católica.

Y no debería tolerarse que, ante la tentativa de reacción, los que no comparten nuestra fe echen mano del victimismo, cuando son ellos los agresores. Sucede con todas las imposturas prepotentes que hoy sufrimos bajo el reinado de los “nuevos paradigmas”: se inventa un término, palabrita mágica, con que se estigmatiza a todo lo que se opone a lo que se quiere abolir, y entonces será “homofóbico” quien no admite que le adoctrinen a sus hijos para autopercibirse del sexo opuesto o de naturaleza animal, o será “antiderechos” cuando una persona defienda la vida del niño por nacer, etc. etc. Del mismo modo, cancelando “por decreto” el uso de razón, será tachado de antisemita todo el que se oponga al control de un país o del mundo por parte de las tres o cuatro familias que monopolizan las finanzas internacionales, dato, por otra parte, reconocido por los propios protagonistas.

Lo cierto es que la Argentina en estos momentos está gobernada por un agente israelí, que paulatina y prolijamente, va colocándonos bajo pleno dominio extranjero, y esto no puede ser cómodo, ni grato, ni tolerable para ningún argentino que tenga mediana conciencia de los hechos.

Hablando de cuestiones “simbólicas”, recordamos que hace unos días se produjo una controversia que desembocó en la prohibición del uso de la bandera papal  en lugares públicos, a raíz de un oratorio que se había levantado en el Congreso, porque fue considerado algo “intolerante” por grupos evangélicos. Pero no molesta a nadie que el gobierno argentino, tanto a nivel nacional como de la Ciudad de Buenos Aires, participe activamente en las celebraciones de Janucá, destacando la presencia del presidente en eventos comunitarios, con la participación de funcionarios de la Ciudad, como la presencia de los candelabros en varias plazas públicas, pero cada vez menos del Pesebre…  

En este marco, el anuncio del traslado de la embajada argentina a Jerusalén el año entrante es sólo un botón de muestra, pero que muestra muchísimo a quien quiera ver dónde está puesto el foco de los intereses de este gobierno.

Su ausencia a los actos en el Día de la Bandera Nacional, aunque sigue aquí una tradición de desprecio a la enseña nacional de otros mandatarios, es otro claro signo de en manos de quiénes estamos. Sin embargo, nos encontramos (no sólo con el actual presidente) con el solemne izamiento de la bandera de Israel en actos argentinos, especialmente en Rosario, para conmemorar la independencia de Israel (14 de mayo) en el Monumento a la Bandera, junto a autoridades y la comunidad judía, con himnos y discursos.

La jura de diputados nacionales no es ya sobre los Evangelios y/o Constitución, sino que ahora lo es por el Tanaj  o bien sobre la Torá  dando así “un pasito más”. Funcionando perfectamente la ventana de Overton, se va naturalizando la coexistencia de “dos banderas”, hasta que un buen día una termine ocupando el lugar de la otra, definitivamente. Porque aunque las leyes de Tratamientos y Usos de símbolos nacionales, prohíben que en dependencias nacionales se utilicen insignias o banderas de otros países o estados ajenos a la Argentina, ya desde el 2024  el gobierno ha tenido la insolencia de pretender que se ice la bandera de Israel en dependencias nacionales del Ejército.

En esta dirección, se firmaron hace no mucho, los “Acuerdos de Isaac”, que buscan expandir la influencia de Israel en seguridad, economía y comercio mediante acuerdos pro sionistas, debido al fuerte rechazo hispanoamericano de la política genocida israelí en Gaza.

Si vamos a datos menos simbólicos, por ejemplo, a nadie medianamente informado se le esconde que el “dueño” de este país es Eduardo Elsztain, quien (citamos textualmente de otro medio público): “tiene un rol clave con la gestión actual, no solo a nivel empresarial, sino también a nivel religioso”, ya que “funcionó de nexo entre Javier Milei y el judaísmo ortodoxo, Jabad Lubavitch, una de las ramas del jasidismo, movimiento pietista surgido en Europa del Este en los siglos XVIII y XIX, y que consiste en una organización transnacional ortodoxa con un rol muy fuerte en términos geopolíticos y con un rabino en la Argentina, Tzvi Grunblatt, con gran peso internacional.”

El hecho es que la relación con Elsztain hizo que éste incidiera directamente en el nombramiento de funcionarios gubernamentales, y se quedó a cargo del organismo que maneja la venta de bienes pertenecientes al Estado.  

Y como no se puede dar puntada sin nudo, en la Argentina se han puesto también los recursos naturales en manos de una potencia extranjera, más o menos desde mediados de este año, el gobierno está proceso de privatizar nada menos que el AGUA, autorizando la venta del 90% de las acciones del Estado a capitales privados y una de las empresas que más ingerencia viene teniendo en este asesoramiento es la firma israelí Mekorot.

En esta misma dirección se ha creado asimismo una nueva secretaría para control del área nuclear, o colocando a Damián Reidel, quien luego de hablar de los recursos estratégicos de nuestro país, fue denunciado por invitar con absoluto descaro a millonarios extranjeros a ocupar la Patagonia diciendo que nuestra tierra tiene todo pero que el problema son los argentinos, aunque “ya se están ocupando de eso”.

Lógicamente, para “tomar” un país no basta con amistades, ni con comprar tierras, sino que es preciso gobernar efectivamente, e ir tomando medidas concretas que vayan moldeando las costumbres y en última instancia, el pensamiento de los habitantes, lo cual se hace entre otras cosas, mediante las leyes y el lenguaje.

En última instancia, vivimos en una encarnizada guerra semántica para la entronización de la Mentira y abolición de la Verdad, en un interregno que necesariamente pasa por el Silencio, primero cobarde, y luego cómplice.

Como decía Rafael Gambra,

“Desde los cenáculos de iniciados hasta la “revolución cultural”, pasando por la utilización del slogan y del reflejo condicionado en la propaganda política y en la manipulación mental, han sido múltiples las técnicas y sus objetivos.”

“Si se logra que alguien acepte en su habla habitual determinados términos y expresiones, se habrá abierto en él un portillo para trocar su pensamiento y su alma. Se trata de una estrategia comparable a la que emplea la serpiente con su víctima: antes de atacarla la inmoviliza con su mirada, la priva de reflejos y del impulso de defensa”. (Cf. El Lenguaje y los mitos, Bs.As., pag. 86-90) 

Este tipo de estrategias son perfectamente conocidas por los paladines de la “libertad de expresión”, como es el caso de la diputada Sabrina Ajmechet, designada presidente de la Comisión de Libertad de expresión, y que no ha vacilado en “expresarse” más de una vez - siguiendo la larga, vergonzosa y triste tradición de traidores a nuestra patria- de modo insultante contra la soberanía argentina sobre Malvinas, por lo que también ha sido denunciada .

Y resulta que esta impresentable es quien hace unos meses ha presentado una denuncia contra el juez federal Alfredo López esgrimiendo “antisemitismo”, porque el mismo se había pronunciado en contra de la visita de Netanyahu a nuestro país, la que finalmente fue cancelada por fuerte presión popular.
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El magistrado se había referido a la Condena a Netanyahu por la Corte Penal Internacional (organismo que juzga los delitos de lesa humanidad, y que ejerce su jurisdicción en los países que han suscripto el tratado) por genocidio, debido a su desempeño en Gaza.  Algunos países europeos habían interrumpido, de hecho, sus relaciones comerciales con Israel a raíz de esta sentencia, y dado que nuestro país había suscripto el Tratado de referencia, se debería procurar su inmediata detención en vez de proponerle llegar sobre alfombra roja.

López publicó el texto del tratado con la sentencia, y la oportunidad vino al dedillo para que la DAIA -Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas - (cuyo vicepresidente Sergio Pikholtz no vaciló en declarar que no había inocentes en Gaza y que los mayores de 4 años estaban bien muertos) y la FACA (Foro Argentino contra el Antisemitismo) presentaran un ridículo pedido de juicio político y destitución.

Es decir:  acusando a un Juez de la Nación, porque no ha hecho sino recordar la sanción de una Corte Internacional a un criminal: será juzgado por cumplir con su deber, simplemente.

Viene bien recordar de paso que además, en su trayectoria personal ha demostrado una integridad poco común entre los funcionarios del Poder Judicial, atreviéndose por ejemplo, a suspender la infame ley del aborto apelando a su inconstitucionalidad.  

El proceso, que adolece de algunas irregularidades, seguramente será utilizado como recurso de amedrentamiento para desprevenidos, por lo que se ha convocado a los argentinos a manifestar su apoyo en favor de la justicia, el próximo miércoles 17/12, a las 9 hs., en el Consejo de la Magistratura (Libertad 731, CABA, Bs.As.), tal como figura en la imagen que encabeza este post.

Aquí la clara respuesta del magistrado en una entrevista, hablando de la denuncia:

Y aquí otras declaraciones sobre el tema.

Ahora bien; cuando un grupo determinado pretende impregnar una comunidad nacional determinada, de sus propios valores, signos y religión, manteniéndose apartado sin integrarse plenamente, decimos “paciencia!” y bueno: acogida y bendición, como sucede con numerosos grupos étnicos y religiosos a lo largo y ancho de nuestro país.  

Pero cuando este grupo pretende desplazar y perseguir a los habitantes de una nación católica, inventando acusaciones difamatorias, ya el rubio se tiñe gravemente de castaño oscuro, qué quieren que les diga. Esto “en criollo” se llama colonialismo, y si hoy se tolera que se cuestione a un magistrado probo por repudiar a un criminal internacional, no nos extrañe que el día de mañana seamos tratados y exterminados como a terroristas, tal como han hecho en Gaza.

Ya han lavado el cerebro de varias generaciones con el versito de los “jóvenes idealistas” en donde el pobre lobo fue atacado vilmente por Caperucita, y parece que se viene preparando el mismo cuento, cambiando los personajes, con idéntica línea argumental.

Un poco de sentido común, entonces, no vendrá mal a los argentinos, y esperamos que los católicos empiecen a dar testimonio de Nuestro Señor Rey del Universo, de manera un poco más contundente, pues así como inexorablemente corre hacia el océano un río, así se precipita a la desintegración una patria que no reconoce sus orígenes ni defiende su identidad. 

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