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8.02.21

(301) La homoherejía en Ushuaia -sobre la bendición perversa de la unión entre homosexuales-

I.García Cuerva

“El demonio lleva los pecadores al infierno, no con los ojos abiertos, sino cerrados: primeramente los ciega, y después los lleva a penar enteramente en su compañía. (…) «Haz este pecado que después te confesarás». Este es el engaño con que el demonio ha llevado al infierno a millares de cristianos. Porque es difícil hallar un cristiano que haga propósito de condenarse. Todos cuantos pecan, pecan con la esperanza de confesarse; y por eso se han condenado después tantos. «Pero Dios es misericordioso». Aquí tenéis otro engaño con que el demonio alienta a los hombres al pecado y a perseverar en él. Dice un autor, que más almas conduce al Infierno la falsa esperanza en la misericordia de Dios, que la justicia divina. Y así sucede, efectivamente, porque confiando ciegamente muchos en la misericordia de Dios, siguen en la senda del pecado, y se condenan miserablemente. «Dios, dicen, es misericordioso». Lo es en verdad: nadie lo niega. Sin embargo, ¿cuántos envía al Infierno cada día? Es misericordioso con los pecadores, pero solamente con aquellos que se arrepienten de haberle ofendido, y temen volverle a ofender. Más con aquellos que abusan de su misericordia para más ofenderle, es justo." (San Alfonso María de Ligorio, Doctor Moral. “Sermones abreviados para las Dominicas del Año").

En estos días, otro escándalo sacude y confunde la recta razón de muchos fieles en Argentina y posiblemente en otros países: es la noticia –archidifundida y celebrada por los medios - del supuesto “matrimonio” religioso de una pareja homosexual junto a sus tres hijos adoptivos, celebrado en la principal parroquia de la ciudad de Ushuaia, bajo la advocación de Ntra. Sra. De las Mercedes (ver aquí). Paradójicamente, parecen haber elegido la advocación de la Redentora de Cautivos para celebrar el beneplácito de los que se gozan en seguir luciendo sus cadenas ante el aplauso del mundo, el demonio y la carne. Quienes lo permiten no creen en ello; no son católicos, porque no basta haber sido bautizado, sino sostener la fe de la Iglesia. Cuando ésta se niega y se promueve otra cosa, tenemos a los herejes y apóstatas.

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