(55)¿Son católicos todos los católicos? - Sobre la protestantización del catolicismo- (I)

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No, no se trata de un juego de palabras, ni de un desafío al principio de identidad para desconcertar a nadie.  Yo no sé uds., pero la verdad es que cada vez se hace más engorroso tener que “subtitular” lo que significa el decir en un grupo de gente que uno es católico. Hace muy poco alguien “del puro mundo” me hacía la siguiente pregunta (y no es la primera vez): “a ver, vos estás diciendo que crees de verdad que hay un cielo y un infierno, y que la Iglesia tiene razón cuando opina sobre cómo debemos comportarnos….?” Y de nuevo tener que detenernos a explicitar el diccionario. ¿Qué es para el hombre de la calle, un católico a secas? Y un pasito más: ¿qué significa para “cualquier católico”, ser católico? Lamentablemente, no podemos responder a esta última pregunta sobre todo, de modo unívoco, porque resulta que dentro de la categoría de “cualquier católico” hoy nos encontramos con una gama tan extensa de criterios y definiciones probables, que es para poner los pelos de punta, ya que resulta que lo que es referencia elemental (el Catecismo de la Iglesia Católica, o si se prefiere, al menos el credo íntegro, y la admisión de validez de los siete sacramentos y 10 mandamientos…) no parece serlo para todos, incluyendo sacerdotes y como hemos visto últimamente, hasta obispos.

Algunos ejemplos:

-          “No me digan que hay que ir a decirle los pecados a un hombre como uno para ser mejor católico, porque yo tengo una excelente relación con Dios y me considero muy buen católico sin necesidad de eso…”

-          “No toleraré que me digan lo que está bien o mal en cuanto a moral sexual, pero eso no quita ni agrega nada a mi catolicismo, no tiene nada que ver con mi fe…”

-          “Esta es una familia muy católica, tenemos imágenes de la Virgen y de tres santos en casa (Santa Rita, San Expedito, y el Gauchito Gil), y hasta voy a misa todas las navidades….”

-           “Para ser buen católico hay que pensar en los demás, y siempre será mucho más fructífero ir a atender a un enfermo que a perder tiempo en la iglesia…”

-          “Yo voy a misa todos los domingos, y comulgo siempre, claro, pero hace unos 25 años que no me confieso, desde que falleció el padre Fulanito, porque no me da confianza este padre nuevo…”

Podríamos seguir con las “opiniones” de tantos “fieles” que creen en la reencarnación, que practican reiki, que son profundamente arrianos, que cuestionan los dogmas marianos, que les parece un absurdo la Sma. Trinidad, que si se les habla del Magisterio piensan que uno se refiere a la profesión de las maestras de los hijos, que ven perfectamente normal que el padre Fulano esté amancebado “mientras en Roma se dan cuenta que deben actualizarse", etc. etc…Ni siquiera es como ese gaucho que mientras disfrutaba de un buen asado, decía muy sereno: “Yo soy vegetariano, mire…¡lo que pasa es que no soy practicante!". Porque al menos reconocía que “no practicaba", por absurdo que sea.

Pero entonces, cuando nos vienen con que vayamos a buscar a los que se han ido, uno se pregunta, ¿y los que están aquí, pero no saben ni dónde están parados? ¿Qué tal andamos en la distribución de “brújulas”? Y los que salen a las periferias, ¿hacia dónde dirigen a los alejados?

MLuteroY claro; uno ve “cardenales contra cardenales”, y eso es un lógico botón de muestra: los cardenales no salen de los repollos, sino del pueblo fiel, y si el pueblo respira hace décadas una atmósfera enrarecida, si las raíces del árbol beben tinta en vez de agua…los frutos saldrán consecuentemente, algo “coloreados”, siendo difícil muchas veces saber de qué especie se trata.   

Esta confusión tremenda que respiramos hoy, que desconcierta a tantos y escandaliza a miles, y que como el smogh de Londres ha pasado ya a ser parte de nuestro “paisaje espiritual”, no es otra cosa que el modernismo, “conglomerado de todas las herejías”, como lo llamó San Pío X, y que es a su vez la simiente madura -descompuesta- que en su momento abonó Lutero, ese maestro de los “independientes” que despreciando toda autoridad y norma, terminan a veces como Caperucita, vagando solos por el bosque, y algo más…

Me perdonarán el tono, pero hay quienes no terminamos de conformarnos con que al gato se le quiera llamar liebre, y que el problema de los eufemismos no termine en llamar “interrupción del embarazo” al asesinato de bebés, sino en cosas más graves. -¿Hay algo más grave que el aborto?  -Por supuesto: adulterar la fe. Porque a un pobre hermano que se cree católico, si no hay nadie que por caridad, le avise que en realidad está viviendo una fe protestante, sin saberlo, seguirá en ese rumbo, perdiéndose primero las gracias inmensas que nos otorgan los sacramentos convenientemente dispuestos, y luego, quizá, hasta su salvación eterna.

Si es tan prescindible la fe íntegra, porque siempre se puede “negociar” un poquito más de agua en el vino, y como decía un popular personaje televisivo, todo “se’ gual”, ¿no podría, ya que estamos, haberse ahorrado Nuestro Señor cada gota de su Preciosísima Sangre, y que cada uno se las arregle como pueda? ¿Para qué habrá fundado Su Iglesia entonces? (si al lector le repugnan estas preguntas, es signo de que todavía queda algo sano en su sentido católico).

Sí, sí, ya sabemos que la misericordia de Dios es insondable, pero yo recuerdo lo que advertía San Luis M. Grignon de Montfort: “Dios nos prometió misericordia, pero no el día de mañana”.

Lo cierto es que Lutero era tremendamente adicto al uso y abuso de la misericordia cuando los cauces de la fe católica no le satisfacían suficientemente.

Por eso he creído muy oportuno recordar en estos días una selección de párrafos de un artículo del p. Horacio Bojorge, que lleva por título lo que nosotros hemos puesto entre guiones en el post, y que como hemos hecho en el último tema, publicaremos en dos partes.

Ojalá sirva para iluminar a muchos, y sugiero que en tal caso, le obsequiemos al p. Horacio algunas Ave María por su fecundo e incansable apostolado en fidelidad a la Iglesia y bien de muchas familias.

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Proceso de protestantización  del Catolicismo

P. Horacio Bojorge S.J. (*)p.Horacio Bojorge

(…) Son numerosas, desde diversos sectores, y muchas de ellas muy cualificadas, las voces que afirman que el catolicismo continúa sufriendo hoy un proceso de protestantización. Un proceso que, según algunas de esas voces, sería aún más severo y más grave hoy que en el pasado. Bien puede decirse, a creerle a esas voces, que el efecto de la Reforma protestante no ha terminado aún y que asistimos en nuestros días a nuevos capítulos de ese proceso y hasta a una radicalización del mismo.De ahí que lo que nos dice en este volumen el Padre Sáenz resulte tan iluminador para comprender muchos hechos de la vida del catolicismo contemporáneo. En muchos aspectos puede comprobarse que la historia continúa.

(…) El espíritu protestante nació en el seno del catolicismo y sigue naciendo en él y de él. La Reforma protestante brota y sale de la Iglesia católica. Se plantea en sus comienzos como lo auténtico frente a lo inauténtico.

Pero a medida que se aparta de su cuna católica, lo protestante se desvirtúa progresivamente, languidece y muere. Se nutre del vigor católico del que nace y con el que convive, aunque sea en oposición dialéctica. Por eso el protestantismo está decayendo en Europa junto con el catolicismo y en cambio es vigoroso en Latinoamérica donde florece a costa de los remanentes del vigor cultural católico que él consume y destruye a la vez. Se diría que la protestantización es el camino de la autodisolución de lo católico y que por eso lo protestante no es, desde su raíz, algo exterior al catolicismo, sino de algún modo interior a él. Algo que le es tan necesario como las divisiones necesarias de que hablaba San Pablo o como el juanino: “Salieron de entre nosotros porque no eran de los nuestros pero esto sucedió para que se manifestara que no todos son de los nuestros” (1 Juan 2,19).

Por eso, no es mi intento acusar al protestantismo de ser el culpable de los males del catolicismo pasado y actual. Lo que corresponde es alertar al catolicismo acerca de sus propios males, de lo que está dentro de él y es capaz de salir de él y corporeizarse en formas antagónicas exteriores después de haber protagonizado antagonismos intestinos. La ruptura de la comunión suele estar latente, y tiende de suyo a permanecer latente, antes de quedar de manifiesto. Quisiera, pues, poner estas líneas bajo el amparo de las numerosas advertencias de Jesucristo, cuando nos exhorta a vivir en guardia, velando y orando; y nos dice con solícita caridad, transida de preocupación amorosa de hermano mayor: “Cuídense, guárdense” (Marcos 13, 5.9.33.37).

- El cuadro clínico de la dolencia protestante según San Ignacio de Loyola
Por protestantización, entendemos un cambio complejo de la fe, de la religiosidad, de la sensibilidad, la piedad y la cultura católica. Se manifiesta principalmente en una disminución del afecto y la adhesión al Papa, a la Eucaristía y a María Santísima.

Este cambio consiste en una ruptura [1] latente con la tradición y la doctrina católicas que comienza como una exigencia de reforma y termina con la ruptura manifiesta con la comunión eclesial. Se ha señalado también que el lenguaje protestante es más bien dialéctico y contrapone los opuestos como disyuntiva: o, o; mientras que el lenguaje católico une los opuestos y los concilia: y, y.

San Ignacio de Loyola nos dejó un diagnóstico y una semiología de la Reforma Protestante en sus: Reglas para el sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener. El título mismo de estas Reglas, nos enseña que la protestantización se presenta ante todo y visiblemente como una crisis del sentido común eclesial, del sentir católico. Para Ignacio, la expresión tiene el mismo sentido que en Pablo, cuando habla de tener un mismo sentir entre los hermanos en la fe y con Cristo: “siendo todos de un mismo sentir […] tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Filipenses 2, 2.5). La tentación ‘protestante’ entendida así, como ruptura de la unidad espiritual, está presente desde los orígenes. La quiebra inicialmente oculta, la ruptura con el sentido común católico, se manifiesta visible y exteriormente en forma de desobediencia: “depuesto todo juicio contrario [elemento interior oculto] debemos tener ánimo aparejado y pronto para obedecer en todo [manifestación externa] a la verdadera esposa de Cristo que es la nuestra santa madre Iglesia jerárquica” (EE 353). La existencia de una voluntad rebelde puede pasar inadvertida para el clínico, si se la toma como una inocente indisciplina.(…)

San Ignacio percibió que la crisis de comunión -oculta bajo apariencia católica todavía o ya abiertamente protestante- pasaba en primer lugar por la pérdida del sentido de obediencia a la “Esposa de Cristo, nuestra santa madre Iglesia jerárquica” [Regla 1ª EE 353]. (…)

No se trata pues de un mero problema disciplinar sino de una desobediencia que nace de un espíritu de impugnación; se trata de una rebeldía espiritual, que se origina en una debilidad de la fe y culmina en la pérdida de la fe católica y una separación de la comunión eclesial.

De este afecto rebelde, observable también hoy tanto en algunos fieles católicos como protestantes, nacen todas las impugnaciones disciplinares y de aspectos particulares de la vida eclesial. La terapia del mal que propone Ignacio no pasa ni por la polémica ni por la impugnación.  A este mal opone San Ignacio aquel afecto creyente y católico que aprueba y alaba los usos católicos impugnados.

Alabanza de la práctica sacramental, confesar con sacerdote [2], comulgar con la mayor frecuencia posible, oír misa a menudo, cantos, salmos y oraciones en el templo y fuera de él, oficio divino y horas canónicas. Alabanza no solamente de los sacramentos sino también de los sacramentales, puestos bajo sospecha o acusación de ser prácticas supersticiosas: vida religiosa y votos de religión, virginidad, continencia, devoción a los santos y a sus reliquias, invocación de su intercesión; peregrinaciones, indulgencias, cruzadas; agua bendita, incienso, escapularios y medallas, bendición de personas, de animales y de objetos, de imágenes, de casas y edificios; candelas encendidas, ayunos y abstinencias, tiempos litúrgicos; penitencias internas y más aún externas (cilicios, disciplinas); ornamentos litúrgicos, edificios de iglesias [3]. Alabar la abundancia de retablos e imágenes sagradas tenidas en veneración [5]. Alabar preceptos de la Iglesia, sus tradiciones y costumbres de los mayores. Alabar la teología positiva y también la escolástica [6].

Este elenco permite comprobar en qué medida, según los lugares, personas, parroquias, órdenes y congregaciones religiosas, estos usos han sido y siguen siendo impugnados, abandonados o combatidos, sea mediante cuestionamientos teóricos sea mediante burlas; o están en regresión o en proceso de desaparición. Y esto demuestra hasta qué punto permanece viva la tentación interior contra la comunión. (…)


- Monseñor José Guerra Campos, destacada figura del episcopado español, que participó en el Concilio Vaticano II, comprobaba en 1980 que estaban ocurriendo ya “tantas cosas extrañas” en la Iglesia católica en la España postconciliar, “que su acumulación -decía- anula ya la extrañeza, convirtiendo lo deforme en algo acostumbrado”. Y se preguntaba acto seguido: “¿No demuestra esto precisamente que está en marcha un proceso de protestantización de la Iglesia en España?”. (…)


- El Rin se vuelca en el Tiber  (…)Ralph M. Wiltgen SVD en su libro “El Rin desemboca en el Tiber. Historia del Concilio Vaticano II[9]ha mostrado documentadamente cómo la influencia protestantizante llegó a Roma desde los países bañados por el Rin (Alemania, Austria, Suiza, Francia y Holanda) y de la vecina Bélgica [10]. (…)

“La opinión pública sabe muy poco -afirma- de la poderosa alianza establecida por las fuerzas del Rin, factor que influyó de forma considerable sobre la legislación conciliar. Y se ha oído hablar todavía menos de la media docena de grupos minoritarios que surgieron precisamente para contrarrestar esa alianza”.

- Alrededor del Primado de Pedro: La “Nota Explicativa Previa”

Sin la acción moderadora del Espíritu Santo y del justo medio alcanzado gracias a su acción, se hubiera impuesto [en el CVII] la visión de gran parte de los episcopados residentes en el mundo protestante. Esta tendencia se puso de manifiesto no solamente alrededor del Concilio sino incluso dentro del aula, en forma de visiones eclesiológicas ‘episcopalistas’ que amenazaban menguar la autoridad suprema, doctrinal y jerárquica correspondiente al primado del Papa. Pablo VI tuvo que moderar la fuerza de esa tendencia y de lo que había logrado en la redacción de la Lumen Gentium, mediante la Nota explicativa previa[11] referente al capítulo tercero de esa Constitución. El Papa salió así al paso de interpretaciones que ya circulaban y que apuntaban a recortar la autoridad propia que la tradición católica reconoce al sucesor de Pedro y Vicario de Cristo. Se pretendía relativizar el dogma de la Infalibilidad, proclamado por el Vaticano I.

- Un buen conocedor del paño calvinista

Otra voz que señala la protestantización es la del cardenal primado de Holanda, Adrianus Simonis, quien, como holandés, es un buen conocedor del paño calvinista. En una entrevista a la revista 30 Días publicada en octubre de 1995, afirmó: “La situación de la Iglesia es hoy dificilísima. Puede uno preguntarse si no está en acto, en el mundo del oeste, una sedicente segunda Reforma. Hablo de una situación semejante a la del siglo XVI, que laceró a la Iglesia. […] Esta segunda Reforma me parece aun más peligrosa que la primera”.(…)

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-Mengua de la devoción eucarística:
El Cardenal Basil Hume,
según un informe de The Catholic Herald publicado el 3 de septiembre de 1999, lamentaba, muy poco tiempo antes de su muerte, el hecho de que los católicos de su país hubiesen perdido la devoción por la Eucaristía, base de la Fe católica, asimilándose así al cristianismo protestante. Esto sucedía no obstante el alerta de Pablo VI en su encíclica Mysterium Fidei, en la que el Papa había salido, ya en 1965, al cruce de “opiniones acerca de las Misas privadas, del dogma de la transubstanciación [y por consiguiente de la presencia real], y del culto eucarístico que turban las almas” [12]. Se trata de las mismas opiniones de Lutero. En 1967, a poco de terminado el Concilio, Pablo VI comprobaba la expansión de este tipo de “desviaciones doctrinales análogas a las que efectuó en su época la Reforma Protestante” (27-6-67).

-Mengua de las vocaciones sacerdotales y de la vida sacramental El Cardenal Godfried Danneels, de Bruselas, manifestó en una entrevista al Catholic Times el 12 de mayo de 2000, que la crisis de las vocaciones sacerdotales ha llegado a ser tan severa que pone en riesgo la existencia misma de la Iglesia católica en Europa y arriesga su reducción a un cristianismo de tipo protestante: (…)

Como bien lo ha señalado el P. André Manaranche S.J., la ideología teológica de matriz protestante que está en la raíz de la crisis es la que equipara el sacerdocio ministerial con el sacerdocio común de los fieles[13].(…)

 “Los sacramentos -afirma- han dejado de ser el centro de gravedad para la pastoral católica. (…) La Iglesia parece ser nada más que un sitio donde uno habla y donde se pone al servicio del mundo. La vida sacramental está cambiando su puesto desde el centro de la Iglesia, a la periferia”. Y concluye preguntando: “¿Será tal vez comparable a una lenta e inconsciente protestantización de la Iglesia desde adentro?”[14].

Con estas mismas apreciaciones coinciden Max Thurian, figura célebre del ecumenismo, como el también célebre liturgista Pere Tena. Ambos lamentan que la praxis litúrgica se haya hecho excesivamente verbalista, asemejándose en la práctica al culto protestante más allá e incluso contra la intención de los documentos conciliares y de lo que permite la Nueva Ordenación de la Misa de Pablo VI [15].

-Indisciplina ritual y secularización de la liturgia
El Cardenal Joseph Ratzinger, caracterizando el grado de indisciplina litúrgica post-conciliar dentro del catolicismo, llegó a admitir en una oportunidad que “no hay dos misas iguales”. Ahora bien, la falta de cánones litúrgicos comunes y fijos, bajo pretexto de libertad creativa, es característica del culto de las comunidades protestantes.

En relación con esta deriva litúrgica en el catolicismo, el Cardenal Ratzinger deploraba el hecho, cada vez más frecuente, de que: “No sólo los sacerdotes, a veces hasta los obispos, tienen la impresión de no ser fieles al concilio si oran con arreglo al misal”. Y ejemplificaba: “han de introducir al menos una fórmula ‘creativa’, por trivial que sea. (…)” [16]. La razón de todo ello la veía en el olvido de que, según la visión católica, la liturgia es Opus Dei y que como tal no es creación de la comunidad o de un grupo de creyentes ni está librada a la creatividad humana.(…)

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Notas:
[1] El carácter rupturista de la Reforma delata su parentesco con la Modernidad, que más adelante veremos señalado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger.[2] Es decir práctica frecuente de la confesión auricular y privada. Agreguemos: “Alabar el celibato sacerdotal”, reiteradamente impugnado desde tiendas católicas. Los protestantes, en su mayoría, saben que el matrimonio por sí solo no hace mejores pastores, pues conocen en sus ministros casados crisis ministeriales semejantes a las del sacerdote.[3] En la arquitectura religiosa ‘moderna’ es manifiesta la ruptura con las tradiciones arquitectónicas católicas y la desacralización del espacio, así como la aparición de un arte religioso que está más al servicio de la decoración y la pretensión estética, que de la piedad, la devoción y la elevación orante, adorante y mística.Hoy nos habría invitado a alabar el uso del velo para orar, abandonado por nuestras mujeres con evidente protestantización de la piedad femenina y desobedeciendo a la Escritura (1 Cor 11) y una Tradición apostólica bimilenaria. La ruptura con el pasado católico se manifiesta también en la abolición de los reclinatorios donde arrodillarse los fieles para orar en todo tiempo o para adorar a Cristo en la Eucaristía, ya sea durante la misa ya sea después.[5] Y que en muchos lados fueron removidas después del Concilio pero no por orden el Concilio.[6] Nombre que es hoy mala palabra en instituciones académicas de la Iglesia de donde, a pesar de la expresa recomendación del Concilio (Optatam Totius 16) ha desaparecido el estudio de Santo Tomás en la formación de los sacerdotes.[9] Criterio Libros, Madrid 1999; Título original The Rhine flows into the Tiber. A History of Vatican II. Hawthorn Books, Nueva York 1967; TAN Books, Rockford (Illinois) 1985[10] Habría que agregar a los que enumera Wiltgen, los episcopados de países como Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.[11] Al final de las ediciones de la Constitución conciliar Lumen Gentium aparecen Notificaciones Comunicadas por el Exmo. Secretario General del Concilio en la Congregación general 123 (16 Nov. 1964) que incluye una Nota explicativa previa. Por Autoridad superior [es decir del Papa] de acuerdo al sentido y tenor de dicha Nota “debe explicarse y entenderse la doctrina expuesta en dicho capítulo tercero” que como es sabido trata de la Constitución jerárquica de la Iglesia y particularmente del episcopado.[12] SS Pablo VI, Encíclica Mysterium Fidei, del 3 de setiembre de 1965, tercer año de su pontificado. Por Misas privadas ha de entenderse las que celebra un sacerdote a solas, en privado.[13] André Manaranche S.J., Querer y formar sacerdotes, Ed. Desclée de Br., Bilbao 1996. Original: Vouloir et former des Prêtres, Ed. Arthème Fayard, Paris 1994[14] Card. Godfried Danneels en declaraciones a la revista America, julio 30 – agosto 6 de 2001[15] AA. VV. La Liturgia tiene misterio, Cuadernos Phase 77, del Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 1997[16] Card. Joseph Ratzinger, Un canto nuevo para el Señor, Ed. Sígueme, Salamanca 1999 página 135.

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(*) El p. Horacio Bojorge s.j. es sacerdote jesuita, de nacionalidad uruguaya.  Se ordenó sacerdote en Maastricht, Holanda, en 1965, cursando Humanidades clásicas en Chile y licenciándose en Filosofía en Argentina (1959); en Teología en Holanda (1966) y en Sagrada Escritura en el Instituto Bíblico en Roma (1969). Desarrolló desde entonces una intensa actividad docente y pastoral, y publicando numerosos libros y artículos de temas de su especialidad (destacamos “En mi sed me dieron vinagre"; “La casa sobre roca", “Teologías Deicidas. El pensamiento de Juan Luis Segundo en su contexto”; “El liberalismo es la iniquidad -la rebelión contra el Padre-"; “Pequeña Grey -la Iglesia perseguida, dispersa y oprimida-").  Sus blogs: Toma y lee (sobre interpretación de Sda. Escritura), y El blog del buen amor (sobre moral familiar y noviazgo).

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Otro interesante post sobre este tema: La tentación de la luteranidad (Alonso Gracián)

Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo..

24 comentarios

  
Ricardo de Argentina
Gracias Virginia por difundir la potente voz del P. Bojorge, un santo varón de Dios que demuestra que aún quedan rescoldos entre los escombros de lo que fue la insigne Compañía de San Ignacio.
06/11/14 8:26 PM
  
Alonso Gracián
Me alegra este post porque compruebo que aquí en infocatólica tiene que haber una especie de sintonización sobrenatural, jeje, que hace que coincidamos en el tema.

Lo cierto es que la protestantización de muchos fieles y ambientes es un hecho. La deconstrucción nominalista contenida en la teología de Lutero genera una desafección del criterio, una deconstrucción de la razón que trae eso que bien mencionas en el post:

"Podríamos seguir con las “opiniones” de tantos “fieles” que creen en la reencarnación, que practican reiki, que son profundamente arrianos, que cuestionan los dogmas marianos, que les parece un absurdo la Sma. Trinidad" etc

Como he mostrado en mi post paralelo, de la atmósfera luterana y su criticismo surgen todo tipo de extravagancias, desde el racionalismo hipercrítico hasta el teosofismo extravagante.
Saludos cordiales
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V.G.: Pensé lo mismo hoy al ver tu post, Alonso; esa sintonía es una "gozada", como dice Maricruz. Reitero desde aquí mi felicitación a tu poder de síntesis, del que por cierto yo carezco bastante, jajaj!. Bendita sea una y mil veces la Comunión de los Santos.
06/11/14 9:00 PM
  
María de los Ángeles
Excelente sacerdote el P. Bojorge. Dios le premie sus esfuerzos por proclamar la Verdad.
06/11/14 9:14 PM
  
Gabriel B
Se agradece tan genial artículo.
Hay un hecho concreto: el protestantismo avanza y el catolicismo retrocede, en parte porque la libre interpretación bíblica y la falta de jerarquía, y por ende de disciplina, hacen al protestantismo más fácil de digerir y más flexible. En general, para simplificar, los católicos tenemos como experiencia de vivir nuestra fe como una constante lucha por mantener la perseverancia y el sentido a una disciplina de cultos y devociones, siempre esforzándonos por adaptarnos a lo que la Iglesia nos dice y por aprender a ver hermanos en la fe en comunidades muy diversas que nos decimos católicas. En cambio, de acuerdo a los testimonios de protestantes, sus conversiones suelen ser explosivas y radicales en relativamente poco tiempo, sobre todo en los evangélicos, logrando que el mensaje de fe que ellos aceptaron se adapte sin mayores problemas a cada converso y sin importar mucho el sentido comunitario.
No es rara la sensación dentro de las comunidades católicas de pensar que "ellos, los protestantes, lo están haciendo bien y nosotros, los católicos, lo estamos haciendo mal". Al ver templos católicos cada vez más vacíos, con un culto cada vez más descuidado o con menos sentido, mientras que en la otra cuadra los fieles saltan y gritan en el templo protestante, es hasta "entendible" que dentro de la Iglesia Católica haya quienes vean con buenos ojos imitar métodos ajenos para ser más atrayentes.

El problema es que la Iglesia Católica no puede traicionarse a sí misma, no puede atentar contra sí misma; debe ser siempre coherente con su historia, con su doctrina, con su fe. Problema que no tienen los protestantes, porque al surgir de la desobediencia y de la heterodoxia, no requieren mayor coherencia, al ser cada pastor su propia doctrina. Ellos apelan a seguir la Biblia, pero las sucesivas contradicciones entre protestantes quitan validez al principio de "sola escritura", pero las subdivisiones, más que perjudicarlos, los ha beneficiado porque les da una flexibilidad, a costa de ser incoherentes, que el catolicismo no tiene porque se obliga a una permanente fidelidad a su origen, doctrina e historia.

Personalmente, en mi posición de laico o católico "de a pie", creo que el desafío evangelizador es principalmente dentro de la Iglesia, dentro del templo: cómo nos comportamos en la misa, cómo damos testimonio de coherencia, cómo manifestamos nuestra devoción ante el Sagrario, ante María, ante las imágenes de los Santos en nuestros templos, la frecuencia con que nos confesamos, cómo nos comportamos previo y al terminar la misa, etc. Y también sobre qué sabemos de lo que ocurre en nuestra Iglesia, y no me refiero a las chimuchinas surgidas por polémicas como las relacionadas con el pasado Sínodo de las Familias, sino que me refiero a saber qué nos está enseñando el Papa, los Obispos, los Santos.


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V.G.: Muchas gracias Gabriel; he señalado en negrita algunas frases que me parecen más acertadas. En cuanto al último párrafo, creo que es muy cierta la importancia de ello, pero no creo que tampoco debamos relegar "sólo" a la parroquia nuestro compromiso bautismal, aunque sin duda es lo primero, junto a la familia. Pero el espacio público no puede desatenderse, pues el Reinado social de Cristo no es mera cuestión privada.
06/11/14 9:57 PM
  
Antonio1
Muy ilustrativa la mención a monseñor Guerra Campos. ¿De Millán Astray no tiene ninguna cita?
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V.G.: No, pero si quiere le buscamos alguna para enmarcar.
07/11/14 12:15 AM
  
DavidQ
La palabra "católico" significa universal, por lo tanto católicos somos o podemos ser todos, sin distinción, valga la ridiculez, de credos religiosos.

Si nos vamos al extremo opuesto, la única persona auténticamente fiel a todos los principios de la fe es, ha sido y será la siempre Virgen María y como ella no ha habido ni habrá jamás otra igual.
Entre esos dos extremos navegamos todos los demás y resulta extremadamente difícil decir quién está más acá y quién más allá, pues a la mayoría Dios no nos ha dado el don de juzgar las conciencias. Entre el prostituto que usa un condón que mencionaba Benedicto XVI y la devota de Misa diaria, ¿quién es "más católico"? No sabemos. Quizás aquél tiene semilla de santidad y esta otra no, o quizás sea todo lo contrario.

Juzgar actitudes externas también resulta, como el mismo artículo señala, completamente inútil. Ni es más católico el que tiene su casa atiborrada de imágenes ni más católico el que no las puede ver ni en pintura. No sabemos si el que se confiesa a diario lo hace movido por escrúpulos superficiales, ni sabemos si el que no se confiesa lo hace porque se siente demasiado lejos de la misericordia divina. Simplemente no sabemos ni podemos saber.

Lo malo, creo yo, es que la definición de "católico" ahora se ha vuelto una exhibición de rituales públicos. Rituales que van desde el traje de marinerito para la Primera -y muchas veces última- Comunión, hasta los carteles en la marcha del Día de la Familia: si tienes rituales eres "de los buenos" y si no, no. Y yo me pregunto, ¿es esa realmente la fe que nos gloriamos de profesar? Si es esa, no soy ni quiero ser católico. Si para ser católico tienen que VERME yendo a Misa, tienen que VERME confesándome y tienen que VERME en la marcha contra el aborto, no quiero ser católico. Si para ser católico tengo que enemistarme contra cualquiera que dude del supuesto discurso más reciente del Papa, tampoco quiero ser católico. Si para ser católico tengo que EXHIBIR más hijos de los que puedo mantener, no quiero ser católico.

Quiero ser católico si eso significa pertenecer a la única Iglesia que Cristo fundó para todos. No para los santos, para los píos ni para los devotos, sino para todos. No para los sabios y entendidos, sino para todos. No para los de fe inquebrantable, sino para todos. Allí entre todos quiero estar yo, si me dejan un lugar. Si no me dejan, espero que algún día el Señor me reciba en otro lugar.
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V.G.: Trataré de resumir su aporte, DavidQ (¿cómo se pronuncia?):
- "¿quién es "más católico"? No sabemos. Quizás aquél tiene semilla de santidad...": Aquí confunde ud. los planos, pues una cosa es profesar la fe católica (algo OBJETIVO y comunitario, que excede lo meramente individual), y otra cosa es el grado mayor o menor de santidad o pecado que tenga cada uno (plano subjetivo). Por supuesto que siempre tironeará el hombre viejo, pero lo esperable es que a la fe sigan normalmente las obras. Pero por más pecador que sea un católico, si lo es, llamará al pecado, pecado, y a la virtud, virtud. A esto nos referimos en este artículo.

- "Simplemente no sabemos ni podemos saber": Por eso según su planteo, la Revelación en bloque habría sido una verdadera ridiculez, ya que ¿para qué mandar cartas de amor al gato, si éste nunca aprenderá a leer? Su pesimismo gnoseológico es muy triste. Negar la posibilidad de todo juicio objetivo sobre las obras porque no podemos tener certeza absoluta de las conciencias haría simplemente imposible la convivencia, llevando a un relativismo moral: ¿cómo se atrevería a corregir el juez, la madre, el educador, si pisamos siempre arena movediza en el terreno de las acciones humanas? Niega ud. entonces la existencia de un Bien moral objetivo. Le pido por favor que dé un vistazo a la preciosa "Veritatis Splendor", de San Juan Pablo II, pidiéndole a él que interceda para que vea claramente su error.

- "Los rituales y la moral pública no sirven más que para alimentar el ego de los hipócritas" (más o menos está diciéndonos esto): es decir, tiremos los sacramentos por la ventana, ya que como buenos ángeles que somos, no necesitamos mediaciones, ni obras, ni nada más que buenas intenciones. Repudiemos sobre todo ese espanto de ocurrencia que Dios tuvo con la Encarnación, y que nos vino "a complicar la vida", si Dios, cuanto menos se dé a conocer, más libertad deja a nuestra imaginación para hacer lo que querramos. ¿Iglesia? ¿Para qué, si cada uno es su propio Papa?. Ahora bien: ¿Cómo haría ud. para ir a Misa sin que lo viera nadie?...supongo que el llamado al monacato puede llegar en cualquier momento, si se trata de huir del mundo. Pero piense que no siempre el ir a Misa es motivo de vanagloria; nuestros hermanos de Oriente, por ejemplo, pueden dar fe que a veces es un modo de arriesgar la vida; ¿también le parece objetable? ¿No se da cuenta de que el VERLO hacer esto o aquello hace más manifiesta la responsabilidad que todos tenemos de ayudar u obstaculizar la fe de nuestros hermanos?...

- "La única Iglesia que Cristo fundó para todos" según ud. sería algo así como "Pachanga y consuelo eterno para todos y todas": El problema es que entre las innumerables mediaciones que el mismo Dios usó para mostrarnos cómo encontrarnos con El, está la Sagrada Escritura, y allí dice que hay precisas condiciones para "todos y todas". Por supuesto que la Iglesia no es sólo para los santos, pero sí para buscar las fuentes de santidad, y no para despreciarlas. En el hospital se admite al enfermo que quiere curarse, no al que llega pretendiendo destruir los medicamentos, y buscando contagiar a los demás.
07/11/14 1:01 AM
  
Maricruz
Es una gozada, si.
Son unos lindos ustedes todos, Alonso y tu, qué de cosas valiosas y oportunas dicen. Bendito sea Dios.

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V.G.:¡Qué alegría verte por aquí, Maricruz! Es increíble cómo nos reúne el Señor...¿cómo no advertir y agradecer su ternura en esta unidad, a través de todas las distancias? Bendita y alabada sea la Catolicidad, obra de Su Espíritu.
07/11/14 4:49 AM
  
Giordano Bruno
Gran aportación, DavidQ. Menos oropel y más hechos.
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V.G: Con el nombre que se ha puesto, está todo dicho.
07/11/14 7:55 AM
  
Daniel Iglesias
Muy buen artículo. Gracias a ti y al Padre Horacio.
07/11/14 9:45 AM
  
DavidQ
Como todos, usted lee lo que quiere leer y no lo que uno escribe. Refutar todos sus errores sería imposible, pero señalemos los más graves:
1) Jamás mencioné yo la palabra hipocresía, pero como de la abundancia del corazón habla la boca, sabemos de dónde viene esa palabra. ¿Puedo ir a Misa sin que nadie me mire? Por supuesto, si voy a una parroquia donde nadie me conoce. O quizás no voy porque sinceramente le tengo demasiado miedo a los balazos y a las antorchas, ¿se le ha ocurrido? ¿Sólo se puede ser católico si se arriesga la vida? Repito, no quiero ser católico de esos, mucho menos sentado desde un país donde se puede ir libremente al rito que se quiera, criticando a los que arriesgarían su vida si lo hicieran.

2) Quien califica la Revelación de ridiculez tampoco soy yo, vale el comentario anterior. Digo y reafirmo que estar sentado en las primeras bancas del templo no es garantía de piedad, ser del "comité" no es entrada segura al cielo ni dar gritos en las plazas es certeza de sabiduría. Esa "medición objetiva" que usted quiere, requiere su cuota de vanidad, mientras el Señor decía "que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha". Si nadie sabe que doy limosna, según usted no puedo ser católico. Tienen que verme, tengo que presumir y además, tengo que dar a las obras que son "aprobadas" por los píos. El vaso de agua dado a escondidas, según usted, no vale nada. Pues no, tampoco quiero ser católico si para serlo tengo que tener escrito mi nombre en los libros de contabilidad de la parroquia.

3) ¿Quién anda buscando su propio Papa? No soy yo. Pero cada hombre con conciencia sabe que en lo más profundo, allá donde ni siquiera el confesor puede penetrar a menos que se le invite, esta solo ante Dios. Para los ritualistas es muy fácil darse tres golpes de pecho durante el "yo confieso" y bingo, ya son más salvos que los del Club 700. Para el hombre consciente la confesión no es válida si no ha escarbado hasta el fondo del pozo de su miseria y encontrado la verdadera maldad de su pecado, aunque el pecado en cuestión haya sido desconocido para todos.

-Quizás en todo su párrafo haya dicho usted una verdad: La Iglesia es para el enfermo que busca curarse. Lo que yo quisiera saber es quién le ha dado a otros el papel de cancerbero para decir "tu no puedes entrar, porque estás demasiado enfermo".

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V.G.: Bueno, sigamos si lo prefiere. Yo también creo en la Palabra.
1) Huelga responderle que para una persona que valora la Misa como lo que realmente es, lo importante es asistir, y no elegir el lugar donde me conozcan o me ignoren, porque el “me” es precisamente lo de menos. Por otro lado, eso de estar peregrinando de aquí para allá haciendo una película cada vez que uno asiste a misa (y más si además de los domingos, va también en semana), discúpeme pero me parece que es materia suficiente para una visita al psiquiatra. Cuidado que cuando uno niega demasiado una realidad (en este caso el propio yo) puede ser tal vez porque ésta está hipertrofiada y estorba demasiado. Más sencillez, David; una parroquia es una familia (lo es la Iglesia), y el conocerse es natural, sin intenciones retorcidas.

2) No sé por qué hay que sentarse en las primeras bancas, ni tampoco por qué haya razón para sentarse, si prefiere estar de pie en el fondo.
Gritos en las plazas, al menos en mi país, los suelen dar los grupos evangélicos, no los católicos…
Me parece maravillosa su apología de la discreción, y nunca he dicho que no valga lo que es reservado, pero insisto: un poco de sencillez, por favor. Las piadosas mujeres que consolaban a Ntro. Señor en el Via Crucis daban un paso al frente para ello, y no le pedían al Maestro que se desvíe para poder consolarlo sin que las vieran…

3)Coincido con esa soledad íntima y profunda ante Dios, y es maravillosa. Pero no juzgue y califique tan livianamente, que nos recuerda a los misericordiosos de hoy en día…¿Quién dijo que los “ritualistas” (¿? Yo argentina…) son salvos por los golpes de pecho? Por tercera vez: sencillez, David. Claro que hay que escarbar hasta el fondo…etc. Pero mire: nunca nos llegará la pala: Dios conoce bien ese fondo, no hay que torturarse. El nos pide que hagamos lo posible…y El hace lo imposible. Los sacramentos son posibles, realizables, transitables, “aprovechables”, y verdaderamente salvan. ¿Por qué rechazarlos o sorprendernos de que Dios nos dé pautas claras y sencillas, como a los niños, si eso somos?

-Jamás se rechaza al “demasiado enfermo”, si realmente quiere curarse, y no busca hacer apología de su enfermedad. El papel que se ha dado a nuestros hermanos no es de cancerbero, David, sino de “auxiliares” del Médico, y El ha dado las instrucciones bastante claras, delegando a la Iglesia la autoridad para hacerlas cumplir. ¿Por qué pedir al Médico que atienda solo, si El quiere contar con otros para hacerlos partícipes del gozo de curar?
En fin…cierre el paraguas, que no llueve. Envaine la espada, que soy su hermana -mal que le pese-, y no su enemiga.
Que María Reina lo bendiga.
07/11/14 12:26 PM
  
Juan Francisco
Muy buena síntesis (aguardamos las partes siguientes). Es brillante lo del P. Bogorge, no había caído tan claramente en la cuenta de la certeza de la siguiente afirmación: “Pero a medida que se aparta de su cuna católica, lo protestante se desvirtúa progresivamente, languidece y muere. Se nutre del vigor católico del que nace y con el que convive, aunque sea en oposición dialéctica.” Resulta muy desgastante tener que hacer (dentro de las limitaciones de un “laico de a pie”) apologética católica con amigos y conocidos que forman parte de comunidades educativas católicas, y que desconocen la autoridad del Papa (con Benedicto eran terribles, ahora están un poco más tranquilos); reniegan de las enseñanzas morales del Magisterio, y hasta encuentran excepciones para la práctica del aborto (excepciones son las que manifiestan, y no quiero ahondar en su verdadero pensamiento). Todo esto, y mucho más, estando a cargo de la educación de niños y adolescentes. Lo más triste y desolador es que la última vez que entramos en esas discusiones, me sentí totalmente solo, y por el otro lado cuatro personas que tenían esos conceptos, y por supuesto, los defendían con una autoridad personal pasmosa. La verdad es que no se que hacer en esos casos, si separarme de ellos y rezar en silencio, o seguir en esa “oposición dialéctica” que en definitiva creo que los alimenta. Y aclaro que lo único que reconozco de bueno en mi es la humilde decisión de tratar de ser fiel a las enseñanzas de Jesucristo, con la Gracia de Dios. Muchas gracias María Virginia.
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V.G.: No olvidar que corregir al que yerra es una obra de misericordia. Y ante todo, Juan Francisco, no ceder a la tentación de creernos solos; jamás lo estamos, y son miles los católicos que hoy viven la misma sensación tuya: saber que nos sostenemos unos a otros siguiendo adelante, apoyados firmemente en la Comunión de los Santos, según los dones que Dios le ha dado a cada uno, y respondiendo con ellos en cada caso.
07/11/14 1:53 PM
  
antonio
Un hombre de Dios, al que tuve el gusto de conocer.

Que Dios lo Bendiga.
07/11/14 2:28 PM
  
Néstor
Muy buen artículo y una gran verdad.

Saludos cordiales.
07/11/14 5:43 PM
  
Juan
Antonio1:
A ti la cita que te va es la de D.Manual Azaña "España ha dejado de ser católica"


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V.G.: Pero no es cierto; pues le pese a quien le pese (sobre todo a los enemigos del reinado de Cristo), España seguirá católica hasta el fin, predilecta del Corazón de Jesús, pues Sta. Teresa, Isabel de España y Santiago están mucho más vivos que los que vociferan por las calles.
07/11/14 9:30 PM
  
ignacio
Es tan simple que lo entiende un chico: cuando nos conviene (para victimizarnos y exigir favores) somos muchísimos! y cuando nos conviene (para oprimir al prójimo) sólo son unos pocos los católicos impolutos, entre ellos Olivera de Gristelli (por supuesto) y Don L.F. a la cabeza (obvio).

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V.G.: Es una pena que no quieran comprender, Ignacio. Los que nos sabemos más pequeños y miserables, somos los que con más fervor defendemos la primacía de la gracia, que sólo se concibe en la catolicidad verdadera.
07/11/14 10:06 PM
  
DavidQ
¿Partícipes del gozo de curar? ¿Cómo? ¿Negándole la catolicidad -y por lo tanto la salvación- al que no se confiesa desde hace 25 años?
El error suyo y de tantos otros fariseos es el mismo desde hace 20 siglos. Todo lo hacen para que los vean: les gusta ocupar los primeros puestos y los primeros asientos, ser saludados en los foros y oírse llamar "mi maestro" por la gente. Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.
¿Quién les ha dado autoridad para juzgar las conciencias? ¿Con qué derecho se atreven a decir "este no entra porque no hace lo que yo hago"? ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
Un día vendrá el Rey y les dirá "tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber". ¿Qué hambre más triste puede tener alguien que quien declara que no se confiesa? ¿Qué sed es más acongojante que la del que no comprende la moral de la Iglesia?

No es nuestra misión la de separar ovejas de cabritos, condenar a unos y creerse parte de los otros, eso ya lo hará el Señor cuando venga. Lo nuestro es abrir puertas, no romper la caña quebrada ni apagar la mecha que arde débilmente. Exponer la ley fielmente sí, pero no condenar a los demás.

No hable mal de los otros. El que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena. Si usted condena la Ley, no es cumplidora de la Ley, sino jueza de la misma. Y no hay más que un solo legislador y juez, aquel que tiene el poder de salvar o de condenar. ¿Quién es usted para condenar al prójimo?
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V.G.: Ah, bueno, con indirectas no...! Veo que el diálogo no prospera mucho, así que opto por la oración. Cuando encuentre el sitio en que yo haya "condenado" a alguien, me avisa.
Que María Reina lo bendiga, y le alcance la paz.
08/11/14 6:56 AM
  
Juan Francisco
Leyendo comentarios anteriores, creo que está claro lo que plantea el artículo: no se puede ser católico si por ejemplo, se niegan de las verdades de la fe, verdades que están relacionadas como todas las cosas humanas (que somos espíritu y materia) con determinadas prácticas. Esas prácticas, lo queramos o no, son exteriores: vamos a Misa junto a otra gente, nos confesamos y hay otra gente, comulgamos en una cola de personas... Un tema absolutamente diferente es la razón por la que lo hacemos, si para "recibir aplausos" humanos o para alabar a Dios; o ambas mezcladas... Más eso es lo menos importante (en todo caso una cuestión personal). Son cosas que debemos hacer con naturalidad y ya, sin desdeñar lo importante que son como exteriorización, por ejemplo para nuestros hijos. Creo que alguien no puede decirse seriamente católico y mínimamente no ir a Misa el domingo, porque lo mandó Dios en el Tercer Mandamiento del Decálogo, porque así lo hacía Nuestro Señor cuando iba a la Sinagoga. Y de la Misa los domingos para arriba, sumar...
08/11/14 6:30 PM
  
DavidQo
Supongo que usted conoce la expresión "fuera de la Iglesia no hay salvación" ¿verdad? Si no, se la presento.
Pues eso: en el momento que usted decide, de su propio cuño, que fulano "no es católico" porque hace o deja de hacer tal o cual cosa, lo está condenando.
Repito: deje de hablar mal de los demás. Simplemente cállese si no tiene nada bueno que decir. El día que encuentre algo bueno de que hablar, hable. Pero si lo único que tiene en el corazón es odio, cállese. Lo digo por su bien, porque el juicio no es suyo y a las personas que ha condenado no les ha hecho más daño que confundirlas, pero usted es la que se está condenando por hablar mal de la Ley.
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V.G.: DavidQ, lamento que si le tortura tanto leer este blog, lo siga haciendo. La "expresión" que ud. menciona, ante todo, no es una expresión sino un dogma de fe, que no digo yo, sino que por supuesto, admito como verdadera, pero entendido en sentido católico y recto, y no caprichosamente. Si lo desea, en este artículo puede encontrar una buena explicación.
Cuando uno le indica a otra persona que ha tomado un colectivo equivocado no está "hablando mal de él", sino ayudándolo a que llegue a buen puerto, y eso no nace del odio, sino precisamente, del deseo de compartir un bien, lo que uno suele hacer con los amigos.
"El día que encuentre algo bueno de que hablar, hable."
¿Y cree ud. que hay algo mejor sobre qué hablar, que referirnos a la salvación eterna de nuestro prójimo?
Que María Reina lo bendiga.
09/11/14 3:53 AM
  
Beatriz Amparo García de Vázquez
Ya no le contesten a DavidQ es un claro ejemplo del dicho popular "no hay peor ciego que el que no quiere ver" y además, maneja las palabras a su antojo. No tiene caso dialogar con gente necia, no hay que malgastar las perlas tiråndolas a quien nos gruñe en el camino. Para ser católico, está muy claro, hay que profesar el credo y aceptar los dogmas de la iglesia católica, quien no los crea o no los acepte, se puede marchar a otra iglesia o hacer la suya propia.
09/11/14 7:18 PM
  
JUAN NADIE
MARIA VIRGINIA: No te extrañes tanto de que te puedan preguntar eso. Es España yo creo que es incluso mucho peor. La mayoría de la gente, considera la religión algo ornamental, que esta ahí, para bodas, comuniones y funerales, pero para poco mas, y sobre todo sin que eso influya demasiado en sus vidas. No es una crítica, es una constatación.
Una de las cosas que mas rechazan es la moral sexual, y a partir de ahí, si no vives como piensas o como te enseñaron, al final acabas pensando como vives. Tiene sus ventajas inmediatas, te permite tener sexo prematrimonial sin estúpidos remordimientos, cuantas más mujeres u hombres mejor, así llegas al matrimonio con mas "conocimiento". Luego en el matrimonio puedes emplear cualquier método anticonceptivo, incluido el diu que aunque sea abortivo, solo mata "una célula". Yo creo que los tiros van un poco por ahí.
Y también por otro sitio. No se si recuerdas una tira de Mafalda, de Quino, en la que esta le pregunta a su amigo Felipe que estaba leyendo un tebeo: Oye ¿para que estamos en el mundo? Felipe, deja de repente el tebeo con cara de pasmo abrumado por la cuestión y responde de inmediato: ¡PARA HACER CHURROS¡ y luego continúa aliviado, -uff, esas preguntas hay que quitárselas cuanto antes de la cabeza.
Pues yo creo que la gente también quiere las cosas fáciles, sin complicarse la vida. Buen rollito, yo no mato ni robo y soy buena gente, eso si, los anticonceptivos que no me los quiten. En el fondo es hacerme una religión a la carta segun mi conveniencia. Total si al final Dios como es bueno, perdona a todos.

No me sabía la del gaucho, es buenísima, me he estado riendo un buen rato, me has alegrado la noche.
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V.G.: Me alegro muchísimo de haberle dado un rato de risa, Juan; en medio de tanta preocupación, es saludable. El panorama "buenista" y descafeinado es global, por supuesto. Por ello hay que clarificar, a tiempo y a destiempo...
09/11/14 10:10 PM
  
JUAN NADIE
M VIRGINIA no estoy de acuerdo de que los cardenales salen del pueblo fiel. Salen de una vocación, y de la fidelidad a esa llamada. Otra cosa es que se perviertan, como la parábola del sembrador, por muchas causas. Pero no es lo de "afuera" lo que les corrompe, sino las cosas que salen de su corazón.
Aunque el pueblo fuesemos todavía mucho peor, eso no quita para que los cardenales, obispos y sacerdotes, puedan ser fieles. Es mas yo creo que es al reves, de los buenos Obispos, sale un pueblo fiel.
Es una cuestión de generosidad en la vocación, de mantener la tensión, del cura recien nombrado, de hambre de almas para Dios y no para el mundo. Los antiguos Ninjas tenían una expresión, estar NIN, afilado, como un cuchillo. El filo de un cuchillo se trabaja todos los días, es la única manera de que sea un instrumento eficaz.. Es lo mismo para un sacerdote, si se descuida y pierde el filo, entonces deja de ser un buen instrumento, y en vez de ser útil puede incluso llegar a ser perjudicial, sobre todo si se oxida y transmite el tétano.
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V.G.: Mmmmm...creo que es como el huevo y la gallina: por supuesto que un buen obispo dará el "tono" a la feligresía, pero también es difícil que de seminarios minados de modernismo hasta el tuétano, salgan sacerdotes -y obispos luego- ortodoxos. Conozco a más de un alma "generosa" a quien en el Seminario o en la congregación modernista en que ingresó, se entibió a un punto en que casi perdió la fe. La primacía es de la gracia, sin duda, pero no quita la necesidad de practicar la virtud de la prudencia: buscar un seminario adecuado para cuidar la propia vocación, que es el tesoro.

Hace tiempo me contaban de un buen obispo que había dado algunos signos de "entibiamiento", pero que al ver la solidez de formación y rectitud de doctrina en sus sacerdotes y seminaristas ("herencia" del obispo anterior), fue fortaleciéndose cada vez más. Y se ve también en algunos párrocos: cuando la feligresía está completamente relajada y no esperan mucho de ellos, a los sacerdotes jóvenes, sobre todo, no les es fácil resistir la corriente y llegar a volver las cosas en su sitio (liturgia, moral, doctrina): el respeto humano y la demagogia vienen casi con el pecado original.
Pienso que aquí cabe tener muy en cuenta, como piedras vivas que somos, la necesidad imperiosa de sostenernos unos a otros.
09/11/14 10:26 PM
  
JUAN NADIE
David Q. NO SE SI ERES GALLEGO. Lo digo porque tienes una empanada mental increible. Confundes churras con merina y el atún con la lamprea, no se si me entiendes, pero si no, a estudiar a la escuela.
Hacia tiempo que no leía una simpleza como la que dices: a palabra "católico" significa universal, por lo tanto católicos somos o podemos ser todos, sin distinción, valga la ridiculez, de credos religiosos.
Ten cuidado porque si dices mas de una de esas al dia es malo para el estreñimiento.
Vamos con otra: ¿Partícipes del gozo de curar? ¿Cómo? ¿Negándole la catolicidad -y por lo tanto la salvación- al que no se confiesa desde hace 25 años?
Aquí nadie le niega nada a nadie. En todo caso será Cristo el que dijo aquello de lo que ateis en la Tierra... y si alguien lleva 25 años sin confesar y no es la Virgen María lo lógico es que cometa algun pecadillo mortal, no se si sabes de lo que hablo, de esos que no te dejan comulgar en Gracia. Y si comentes pongamos uno a mes y ya estoy siendo generoso, y comulgas cuatro veces al mes durante 25 años pues son unos cuantos sacrilegios. Además no se si te suena, porque me da la impresión de que te has equivocado de blog (esto no va de futbol) pero uno de los mandamiento de la Iglesia, que también cuentan (tampoco se si esto te suena) decía algo así como confesar y comulgar al menos una vez al año por Pascua de resurección. Es decir añádele 25 pecados mortales mas, y Clin Clin, hacemos caja y salen unos 2000 sacrilegios, ademas de los pecados mortales que la verdad no son muchos en 25 años. Y a ese majadero, (espero que tu indignación no sea porque tu eres un angelito como el de los 25 años) resulta que tu dices que aquí se le condena.... O tu no eres muy espabilado, o te crees que no lo somos los demas. ¿tu has leido el evangelio? ¿Te suena aquello de no peques mas? ¿quien es el que habla de condenar, Jesus o los apostoles? Ni aquí, ni en ningún sitio católico se dira que se condena a una persona concreta, porque siempre cabe que se arrepienta en el último momento, por bobo que sea. Ahora bien, si que se analizan conductas y se comparan con las enseñanzas del evangelio, y además por cierto en Infocatólica y en este blog lo hacen muy bien y nos ayudan a muchos a profundizar en nuestro conocimiento.
Si a ti te molesta que te ayuden, malo y peor para ti. Si tu quieres hacerte el tonto y el ofendido hazlo, pero no nos tomes por tontos a los demás.
09/11/14 10:45 PM
  
JUAN NADIE
M VIRGINA, me duele decirte que creo que en tu buena fe, te excedes en valorar la catolicidad de España. España ahora es muy poco católica, muy poco. Y los catolicos que quedamos somos como se dice a veces de las fincas (los terrenos) en España, manifiestamente mejorables, todos y yo también.

Para ANTONIO 1, yo creo que te tendrías que cambiar el Nick por Antontonio Infinito con balcones a la calle.
Te voy a decir otra cita, la verdad es la Verdad la diga Agamenon o el que te cuida a ti. Y si a ti no te gusta Monseñor Guerra Campos pues muy bien, pero no mezcles política con religión, porque no tiene nada que ver. Y lo que dijo Monseñor es algo muy pero que muy sensato, pero claro para entenderlo tendrías que saber contar mas del uno.
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V.G.: No, Juan; no sobrevaloro la catolicidad de España, porque creo que el alma de un pueblo puede medirse bastante por sus santos y héroes, que para mí son harto más reales (tienen más peso en la eternidad, que es lo que importa, lo único que "no pasa") que los votos y los titulares de los diarios (que por cierto, no veo muy necesarios, a juzgar por lo que des-informan). Que el árbol no nos tape el bosque, juzgando como los mundanos.
09/11/14 10:49 PM
  
Gabriel B
¡Uf, Virginia! Gracias por las negritas en mi comentario anterior.
Sobre el énfasis en las parroquias, sólo manifiesto mi opinión, o quizá mi vocación: es en las comunidades parroquiales donde habitualmente se reciben los sacramentos y se imparten las catequesis... y lamentablemente donde muchas veces se vive una religiosidad sin sentido.
Respecto a los comentarios críticos a este artículo, también me ha tocado conocer a quienes entienden que "católico (universal)" es "la Iglesia debe aceptarlo todo", cuando en realidad es "todos estamos llamados a aceptar lo que nos dice la Iglesia": Jesús acogió a publicanos, adúlteras, samaritanos, fariseos, etc., pero a TODOS los llamó a la conversión; no les dijo "¡sigan así, no más!".
El individualismo pretende dar por superada la verdad objetiva, y como corolario, quiere dar superada a la religión como depositaria de la verdad. "Jesús no es religión", se dice mucho. Pero cuando el Señor dijo "YO SOY el Camino, la Verdad y la Vida", ya está diciendo que seguirlo a ÉL implica una religión, ya que ésta significa seguir un camino, aceptar y defender una verdad y que ésta involucre toda la vida.
¡Saludos!
11/11/14 12:58 PM

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