(114) Santo cura Brochero: Sacerdote como Dios quiere y la Iglesia necesita
Los sacerdotes santos son faros de esperanza frente a algunos ejemplos que desmoralizan a la grey, acosada ya bastante por el descrédito del sacerdocio católico en que se ceba la prensa mundana para ocultar las maravillas que Dios obra en sus “otros cristos” cuando son dóciles a su gracia.
La figura imponente del santo “cura gaucho” es uno de esos faros, que con la próxima canonización esperamos sirva de modelo para los neosacerdotes, que a veces ven amenazado su celo apostólico por la contaminación ideológica del Evangelio, así como por la pusilanimidad semipelagiana del “Dios no pide tanto”, que se aplica ya a la justificación del pecado propio o ajeno, ya a la aceptación complaciente del relativismo sincretista reinante. ¡Cuántos sacerdotes jóvenes se “paralizan” ante la sibilina y eufemística sugerencia del “respeto por las diferencias” o del “no violentar las conciencias”, sellando sus labios para la prédica del “sí-sí; no-no"!
Hoy el Cura Brochero es para ellos antorcha fulgurante que anima a seguir subiendo sendas estrechas y escarpadas, para alcanzar las estrellas de las almas.

Hay ciertos grupos religiosos que se definen por el seguimiento de un determinado “líder” espiritual, o por el apego a una serie de ”prácticas rituales”.
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
, riquísima para rezar y meditar ante los Sagrados Corazones, pensando en tantos agravios pequeños, grandes e inmensos que sufre cada día en nuestros días, y de los cuales siempre estamos prontos para quejarnos debido al escándalo, pero tal vez no para lo fundamental que nos toca a cada uno, que es reparar. ¡Si todas estas oportunidades sirvieran al menos para calentar nuestros pobres corazones, generalmente tan tibios!…ImplorémosLes que así sea.
Epifanía es nuestra fiesta. ¡Y cuán gloriosamente nuestra! Decíamos hace un año: la fiesta de la “gentilidad” que ha sido conquistada para Cristo; la fiesta de los hombres que son capaces de atravesar el desierto en busca de la verdad, para encontrar, de rodillas, a Quien es la Verdad Absoluta.
Más de una vez he sostenido que el acostumbramiento es una de las más graves amenazas que sufre la Iglesia, cuando los católicos creen que deben amoldarse a todo, comprender todo, agachar la cabeza ante todo y todos, porque todo es comprensible, justificable, perdonable, digno de ser mirado con indulgencia… Pero en medio de la “volteada”, muchos se van cansando, y urge que alguien tenga misericordia de aquellos que se cansan.