InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Verdad

27.01.15

(69) La necesidad de definición (junto al p. Castellani)

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El católico sabe -o debería saber- que frente al mundo debe remar frecuentemente contra la corriente, pero cuando “la corriente” está dentro de la Iglesia que debe sostenerlo, es más difícil resistir, y finalmente deja de remar, y deja que lo arrastre el río, sin saber siquiera adónde se dirige. ¿Y cómo pueden saberlo, si no hay buenas brújulas…?

Hay algunos que conocen bien la ruta, pero ésta es incómoda, porque hay que advertir a los peregrinos  que deben cruzar el bosque, trepar los acantilados, sortear obstáculos, y para colmo, el camino es siempre en ascenso y bajo el sol. No se puede negar que es más cómodo dejar que cada uno siga como pueda, según le vaya dictando su buena o mala “intuición”, y si se desbarranca, “ah, ¡que Dios lo ayude!; El verá que hubo buena voluntad”.

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22.01.15

(68) Qué es -y qué no es- la Infalibilidad pontificia (P. Leonardo Castellani)

escudopontifA veces nos llevamos la sorpresa de creer que comulgamos todos en la misma fe por enunciar los artículos del Credo, pero resulta que si “rascamos” un poquito, vemos que hay expresiones dogmáticas que ciertos fieles no saben muy bien qué significan.

De esta manera, algunos hacen uso y abuso de ellas confundiendo a otros, a quienes la Catequesis recibida no les ha hecho profundizar suficientemente la fe como hubiese sido de esperar, y de ello se siguen no sólo malos entendidos, sino también, quizá, profundas frustraciones.

Una vez más, entonces, el p. Leonardo Castellani (*) nos sale al cruce. Hoy traemos uno de sus Ensayos Religiosos (Cristo, ¿vuelve o no vuelve?, Dictio, Bs.As.II Sección), de una gran actualidad y necesidad, y porque siempre es oportuno refrescar la fe que profesamos, y guardar la paz de las almas.  Sólo las negritas son nuestras.

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15.01.15

(66) Apuntes sobre las Franciscanas de la Inmaculada...

«Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz.» (Lc. 8,17)

Las “acusaciones” puntuales que les han presentado a las Franciscanas de la Inmaculada, tal vez sean el botón de muestra de cómo se están haciendo las cosas últimamente. Estas acusaciones recientes, perfectamente acreditadas, son:

- “Las hermanas no comprenden lo que rezan”, aludiendo a la elección del rito tradicional para el rezo del Oficio;

-Es inconveniente la práctica de la pobreza tal como las Hermanas lo viven, es decir, según Regla original de S. Francisco –aprobada y alabada por Tradición y Magisterio reiteradamente-, renunciando absolutamente a toda posesión, pues sus bienes son de quienes las acogen (Obispos y bienhechores). El pueril argumento que se ha esgrimido es que contribuyen al enriquecimiento de familiares o amigos al testar a su favor (¡!).

- “Se mantiene a las hermanas en la ignorancia”, pues en su formación no se incluye la teología de género. Sobran comentarios en lo tocante a este punto: no hay error de imprenta, amable lector.

dragInmaculada- Se les ha planteado finalmente que es inadmisible su “voto mariano” (primer voto en la Congregación, que constituye su carisma específico, y cuya supresión significaría anularlas canónica y espiritualmente en cuanto Fcanas. de la Inmaculada), manifestándoseles que “no se puede obedecer a la Virgen, sino a Dios” (¡¡!!).

Podríamos responder a esto con varias páginas de doctrina católica mariana, pero especialmente con el Tratado de la Verdadera Devoción de S. Luis M. de Montfort, para refutar semejante absurdo. En la obediencia a Nuestra Señora nunca hay peligro de “libre interpretación”, por cuanto Ella siempre nos dirá “Hagan lo que El les diga” (Jn.2,1-11) y nunca nos insinúa la huida ante la Cruz…

Esta última acusación es concorde con el sorprendente disgusto manifestado por Sor Fernanda Barbiero (ex directora del Inst. Pontificio Regina Mundi), la Visitadora  designada para las Franciscanas, quien refiriéndose a la imagen de la Inmaculada que estaba sobre la mesa para presidir una de sus visitas, le dijo a las hermanas “por favor, saquen a ‘Esta’ de aquí”, para comenzar a conversar…

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8.01.15

(63) ¿Todos los cardenales y obispos de la Iglesia son católicos?

Una de las primeras tareas que realizan los misioneros en los nuevos destinos, imagino que debe ser el aprender el idioma, porque ¿para qué evangelizar, si no es para incorporar nuevas almas a la unidad de la familia católica? ¿Y cómo acercarnos unos a otros, si no nos podemos comprender? Paralelamente, uno de los principales oficios misioneros es enseñar el “idioma católico”, es decir, la fe. ¿Hasta aquí de acuerdo?

Bien; la pregunta es ahora: ¿puede haber unidad verdadera sin compartir algún tipo de “idioma común” a través del cual se comuniquen y asocien los corazones?rebañoinv

No; no hablaré del latín, enristrad las lanzas o cerrad los paraguas, que “los tiros” no vienen por ahí, y ni siquiera hay tiros, sino sinceras preguntas, que buscan misericordiosas respuestas.

Me determino a exponer algunas inquietudes, porque sigo creyendo a pie juntillas (otro año más, por gracia de Dios) que somos hijos de la Luz, y que la luz rompe las tinieblas: no se “une” a ellas (puede ser que la Luz sea un poco intolerante…). 

La cuestión es, entonces: ¿qué sentido tiene hablar de unidad si se renuncia al factor que la procura? ¿Qué valor tiene la unidad, si no es para un fin en común? ¿Significa lo mismo unidad que rejunte? Nuestro Señor dice “Padre, que sean uno, como Tú y Yo somos Uno…”, y ese “como” tiene un valor modal y condicional: que no sean uno “a costa de cualquier cosa”, “de  cualquier manera”, sino “bajo condición de ser” como las Personas Divinas. ¿Cómo se unen el Padre y el Hijo? En el Espíritu Santo, que es Espíritu de Verdad. Se trata, pues, de la Caridad en la Verdad, no de un “pegoteo” con chicle.

¿Por qué no puede concebirse la unidad de Dios con los espíritus infernales? ¿Por qué, si Nuestra Señora es Reina de la Paz, sigue aplastando a la Serpiente?

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29.12.14

(61) Cristo, ¿vuelve o no vuelve?

Si una palabra suena y resuena en estos días entre brindis y saludos navideños, es la Esperanza.

ParusiagrA mí siempre me ha seducido especialmente, y creo que tal vez es como la “Cenicienta” de las Teologales, pues siempre hay quienes velan celosos por los abusos contra la Fe y la Caridad, pero en lo que se refiere a la Esperanza,  mientras unos gustan de falsificarla, otros la descuidan gravemente (olvidando que la desesperación es el aguijón inconfundible del desbarranco de Judas, inclusive más que la traición…).

Porque contra las virtudes podemos pecar por exceso o por defecto, y muchos que pregonan la esperanza por los caminos, saltando alegremente como arlequines (“Un nuevo sol, se levanta…”), quizá pecan por exceso, cayendo en ilusión o tontería, y eso no es esperanza sino su caricatura.  Son los de esa pandilla que se atreve a reemplazar al Cristo Crucificado de los altares por uno “Resucitado” que parece que está por saltar de un trampolín, creyendo que la esperanza viene a abolir la cruz, y entonces comprobamos que “están mirando el canal equivocado” o se les ha caído la brújula por algún lado…

Y  cuando se pierde la brújula, lógicamente, uno trata de orientarse como puede, pero a veces se pierde cada vez más, y lo mejor sería volver al sitio donde se ha comenzado la marcha.

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