InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Tibieza

25.09.13

(9) La ponzoña de la Mentira

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Cuando Nerón inculpó a los cristianos del incendio de Roma, debe haber habido más de un ciudadano que se previniera contra ellos, y más allá del fruto bendito del martirio que se siguió de ello, -bien mayor que Dios obtiene de todos los males-, es indudable que la calumnia original no fue un acto puramente “humano”, sino engendrado en los abismos infernales.

No es gratuito entonces -nada en la Sagrada Escritura lo es-, que Ntro. Señor designara a Lucifer como el Padre de la Mentira , homicida desde el principio (Jn.8,44) y Príncipe de este mundo (Jn. 14,30). Debemos colegir, por tanto, que alguna íntima relación causal debe haber entre

- el accionar concreto de Satanás en la historia, en el mundo concreto y real en que nos movemos –aunque sin pertenecer a él-,

- el imperio de la Mentira, y

- la persecución a los cristianos.

Puede parecer una verdad de Perogrullo este razonamiento, pero sin embargo creo que es muy oportuno a veces, “repasar las tablas de multiplicar”, cuando no nos dan las cuentas…

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9.09.13

(3) La apoteosis de la Tibieza

«El fanatismo consiste en decir o no, trátese de lo que se trate. No hay otra definición. “Sea vuestro lenguaje sí,sí, no, no; que lo que pasa de esto, de mal principio proviene”. Tal es la fórmula del fanatismo en el Sermón de la Montaña. (…) Cuando se os pregunta: “¿Sois cristiano?” Si respondéis “sí”, sin perífrasis, sois un fanático. Si respondéis “no”, también lo sois (…) En general, el laconismo, la concisión, y toda especie de precisión, lo hacen a uno sospechoso de fanatismo. Un sectario capaz de vociferar con abundancia, un abogado charlatán, un diputado locuaz, y hasta ventrílocuo, jamás serán sospechosos de fanatismo.» (León Bloy)

Hace un tiempo tuve un “cambio de opiniones” más o menos álgido con una profesora, porque le objeté su enseñanza del burdo cantito de moda “Cambia, todo cambia” en el marco de un colegio católico, y la conversación derivó, por supuesto, a todos los lugares comunes que estamos cansados de escuchar, terminando con la trillada alusión a la Inquisición, la cerrazón, y todos los Cucos asociados. El cambio como presupuesto de todo lo que nos rodea, es una de las excusas perfectas para la anomia moral que padecemos, y el caldo de cultivo para la apoteosis de la tibieza.

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