InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Mentira

15.08.16

(124) Hiroshima y Nagasaki: un espisodio de la Guerra que continúa...

cruzhiroshimaCuando uno se va acostumbrando a recibir noticias sobre individuos que celebran decapitaciones e incineraciones humanas como quien hace un brindis,  nos preguntamos si hay algo peor; si habrá algo que pueda superar el nivel de horror del que son capaces esos personajes.

Pero aquí hay una gran amnesia e hipocresía… Ante cada nuevo atentado que se adjudican los grupos musulmanes, nos rasgamos las vestiduras como si la amenaza que se cierne sobre Occidente viniera a entorpecer la “pacífica convivencia” del mundo presuntamente civilizado. Se anatematiza el terrorismo, focalizando la cuestión en oriente, como si hubiera que encapsular un virus, para que no cunda la epidemia… Y se olvida que occidente -precisamente por haber dejado de ser cristiano- hace rato que está engangrenado, y lógicamente, cuanto más enfermo y corrupto está un cuerpo, más susceptible es de ser comido por las moscas y gusanos. ¿El problema son las moscas? No; la gangrena. Problema mayúsculo, cuando hace décadas que da muestras de su avance, y se prefiere mirar para otro lado, festejando como enajenados los progresos (sic)… de la infección. ¿Quiero minimizar con esto el avance islámico? En absoluto; pero pienso que esto es sólo una consecuencia de nuestra desidia.  O dicho en otras palabras, este es sólo un nuevo episodio de una guerra-amenaza mayor, que podemos decir que es siempre la misma…Pero ya no se la reconoce como tal.

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1.03.16

(117) Educación hoy: del terror al absurdo, entre humor y realidad

cabezaCastigat ridendo mores

A veces unos minutos de humor pueden ser más elocuentes que una suma de argumentos, cuando está suficientemente sana la inteligencia. Porque lo que está en juego en las guerras contemporáneas es sobre todo, la integridad del alma, y la amargura acecha con su sombría guadaña, y -lo que es peor- a veces con antifaz luminoso…

Las decapitaciones en Oriente se convierten en un verdadero signo de lo que se juega hoy no sólo entre los cristianos, sino en el interior de todo hombre con sentido común: el testimonio del martirio -cruento o incruento- es exigido a todo el que pretenda seguir manteniendo “la cabeza sobre los hombros”, esto es: la fe y razón por sobre la voluntad caprichosa, los sentimientos y los sentidos.

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3.02.16

(116) Sobre la obediencia desordenada (y una carta de L. Castellani)

prudenciaHay multitud de fieles que creen que la fidelidad exige una obediencia ciega, de renuncia al sentido común y a la prudencia, y obsecuencia ante toda autoridad, sobre todo si se trata de autoridad religiosa.


-¿Los santos han sido capaces de pecar y errar? -Ciertamente.

-¿Seremos por ello devotos de sus pecados y errores? -Sería una necedad; sólo alabamos en ellos las virtudes, que nos sirven de estímulo y ejemplo. Solamente en Nuestro Señor resplandece la Verdad y Belleza sin la menor sombra, y en su Madre Santísima, vestida de sol y coronada de estrellas.

-¿Y nuestros superiores, no siendo santos, son capaces de pecar y errar?

-Con mucha más razón, así parece; podrán pecar y errar en lo poco y en lo mucho, sin duda alguna, y su vida será combate intenso, como la nuestra. No admitir esta posibilidad, rozaría la idolatría, como podrá darse cuenta…

-¿Pero debemos igualmente obedecerles? -Por supuesto, en todo aquello que no suponga pecado ni ocasión próxima para nuestra alma o la ajena. 

En resumidas cuentas: ¿puede uno obrar contra la virtud de la obediencia, obedeciendo?

Claro que sí, obedeciendo MAL, o mejor dicho, desordenadamente.

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27.01.16

(115) Consejos y clamores a los Obispos (de San Bernardo de Claraval)

 sbdoAclara San Bernardo que es por obediencia a un obispo por lo que se determina a escribir el tratado que lleva por nombre “Sobre las costumbres y oficios de los obispos”, que como la gran mayoría de las obras de los santos, sigue conservando vigencia frente a mucho palabrerío contemporáneo que finalmente se lleva el viento.

Como el abad de Claraval, también muchísimos fieles hoy nos preguntamos “¿quiénes somos nosotros, para escribir a los obispos?” Sin tener ningún mandato preciso, respondemos sencillamente: “Somos hijos”. Hijos que piden, que claman, que esperan…

Hijos que esperamos el Pan de la Verdad en nuestra mesa y Misa diaria, hijos que esperamos la misericordia de la claridad, y especialmente, que los pastores ahuyenten con su cayado a los lobos, que no los inviten a “cenar junto al Rebaño”, y que si es preciso, les den su merecido enviándolos lejos, acciones todas ellas que disiparían una densa neblina que hace que muchas ovejas caigan despeñadas todos los días a nuestro alrededor. Misericordia para las ovejas antes que para las fieras, pues, es lo que la grey suplica.

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16.01.16

(113) Guillermo Marcó propone que el Papa "revise" la práctica de la Confesión...

marcoHay ciertos grupos religiosos que se definen por el seguimiento de un determinado “líder” espiritual, o por el apego a una serie de ”prácticas rituales”.

La fe católica, en cambio, se distingue por la profesión de un determinado Credo, don exclusivamente divino -por ello es una virtud infusa- recibido a través del Bautismo -el que nos hace hijos de Dios- y que será vivida a través de una determinada moral, que por ello identificamos como “moral católica”.No debería haber escisión, pues, entre fe, vida sacramental y moral. Ahora bien, ¿en qué se distingue, pues un católico de alguien que no lo es? En que los católicos compartimos  la misma fe, expresada en el Catecismo, “aún vigente”.  Lo demás -la opinología, sobre todo- es paja que se lleva el viento, o que consumirán las llamas.

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