InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: consagrados

29.10.14

(53) El huracán de la Homoherejía (I)

“Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros”(I Juan 2,18-19)

Compartimos con los lectores un artículo del sacerdote polaco Dariusz Oko, sobre el avance de la homoherejía en el mundo y el seno de la Iglesia.padreOko

San Ignacio, cuando habla del discernimiento de espíritus, y todos los santos y autores espirituales serios que se refieren a ello, fieles al propio Evangelio, llaman la atención sobre una característica primordial del ángel caído, que es la astucia. Astucia que no sólo emplea en su ataque a los hijos de Dios, sino por supuesto, en su gobierno del mundo como príncipe que es de éste, y por supuesto, en sus múltiples avanzadas contra la Iglesia de Cristo, junto a todos los “hijos de las tinieblas”, ya sea dentro y fuera de Ella. Por eso, sin duda, Nuestro Señor nos exhorta una y otra vez a la vigilancia (las vírgenes prudentes; la muerte que llega como ladrón; el no descuidar la casa que ha sido desalojada de “intrusos”, porque si regresan, volverán con redobladas energías; el mirar que el enemigo ronda “como león rugiente”, etc.). Entonces, no debería sorprendernos que a través de la historia se hayan producido tremendas tormentas precisamente por falta de vigilancia y subestimación de lo que creemos inofensivo.

Así, cuando Ntra. Señora les advirtió a los pastorcitos en Fátima el peligro que representaba Rusia al punto de poder hacer desaparecer países enteros, pudo parecer a muchos inverosímil y francamente increíble. Del mismo modo, muchas naciones europeas han desestimado irresponsablemente, durante décadas, la amenaza que representa el Islam, con planteos pseudoecuménicos, como si en una bolsa de gatos se pudieran colocar semáforos para una “pacífica convivencia”.

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10.06.14

(40) Beato Rolando Rivi, el "niño mártir de la sotana"

“A quien me confesare delante de los hombres…”(Lc.12,8)

RRivi

Quien ingrese en la iglesia de San Valentino di  Castellanaro,  podrá encontrar la tumba de Rolando Rivi, muerto a los 14 años asesinado por odio a la fe en 1945, a manos de un grupo de partisanos “luchadores por la libertad” (en Argentina los llamarían “jóvenes idealistas"). Sobre su lápida, está la inscripción Io sono di Gesù: una frase que él repetía muy frecuentemente.  Para él, la vestimenta talar era signo elocuente de aquella pertenencia proclamada y vivida, por eso ante la sugerencia de disimularlo cuando arrecia el peligro de la persecución, responde: «No hago daño a nadie, y no veo por qué iba a quitarme la sotana, signo de mi consagración a Jesús».

Tuve la primera noticia de Rolando (“el niño mártir de la sotana”, como se lo conoce popularmente) cuando en los primeros días de su pontificado, el Papa Francisco anunció su cercana beatificación, y al poco tiempo llegó a nuestras manos su biografía italiana, a cargo de Pablo Risso. A través de sus líneas, hemos cobrado una sincera devoción al heroico niño, seguros de que era preciso propagar su ejemplo, de una tremenda actualidad, y por ello encaramos su traducción. Así, este Pentecostés nos ha traído la alegría de haberla ingresado en imprenta, convencidos de que animará a muchos católicos a la esperanza con su breve y luminosa vida.

- Actualidad del “sí-sí”, “no-no”. Decimos que Rolando Rivi es por una parte, actual como todos los mártires, cuya sangre es un verdadero “grito” que da testimonio de la Cruz de Cristo como bandera de victoria, en medio de tantas vidas sin sentido.Sin sentido porque se le ha dado la espalda a Dios, pretendiendo neciamente destronar a Cristo Rey.

Pero es también actual y elocuente de una manera especial hoy, en que la “asepsia” laicista ha convencido a muchos católicos de que todo es pasible de ser negociado, hasta la propia fe, y de que todo debe ser tolerado, hasta la blasfemia, y el dar la vida apenas despuntada la juventud, por la aparente “nimiedad” de la vestimenta sacerdotal, a muchos puede parecer un inútil sinsentido.

Es oportuno conocerlo, en una época en que más allá de todo peligro, lo que amedrenta a muchas almas es la pura apariencia, y el respeto humano va llevando insensiblemente a algunos -laicos y consagrados-  a desdibujar su definición de católicos, buscando disimular todo lo posible los gestos, palabras y signos que hagan referencia a su propia identidad, hasta mimetizarse con el mundo para lograr su aplauso o al menos evitar su rechazo. Hoy, entonces, el sencillo y humilde orgullo de “ser de Jesús” de Rolando, sacude las conciencias de los hijos de la Iglesia (¡jamás huérfanos!), actualizando las palabras del Evangelio que nos sirven de epígrafe.

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