(153) Preparando las estampitas...o Lutero contra sí mismo (y II)
En el segundo post sobre este tema presentamos algunos testimonios más -que revelan su pensamiento y actitudes- de este personaje, al que hoy se pretende reconocer como “testigo del Evangelio”, acoplándose así a la pérdida de sentido común del mundo, que hoy impone el absurdo como norma de pensamiento universal. En defensa no sólo de la fe, pues, sino del principio lógico de no contradicción (algo no puede ser blanco y negro al mismo tiempo, y por tanto, no se puede odiar lo católico siendo a su vez “modelo” para los católicos), esperamos contribuir sencillamente a la Verdad, que es Una.
Y como una condición de la unidad y el entendimiento mutuo debería ser, entre otras, la univocidad de los términos que empleamos, habría que preguntarse ante todo qué se entiende por “testigo del Evangelio”. Viendo la historia, vemos que quienes así son reconocidos se han destacado en todos los tiempos especialmente por su humildad, pues “Dios resiste a los soberbios” (1 Pe 5,5; Sant 4,6).
En el personaje que nos ocupa, por el contrario, si hay una nota que lo caracteriza es

Entre los “Materiales para la SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS y para el resto del año 2017″ que la Santa Sede
El Nuevo Año viene siempre preñado de expectativas, pero sobre todo cumpliéndose en unos meses el Centenario de las apariciones de Ntra. Sra. de Fátima, y precipitándose una serie de acontecimientos eclesiales más que significativos.
Parecería que en medio de la tormenta, como no se ve el sol, no hay manera de detenerse a dar gracias por él, ni por la luz, porque sólo se siente el salpicar del agua sobre el rostro, la barca que amenaza naufragar, y a lo único que se atina en estos momentos es a asirse de los mástiles que aún no se han quebrado, o de cualquier viga que parezca firme para soportar el embate de las olas… Por eso tal vez, leíamos hoy en un medio pretendidamente católico: “Me considero un pesimista. Quizás la razón sea que estoy informado de lo que está ocurriendo en el mundo. Si es cierto lo que dicen, que el ignorante es feliz, su corolario también debe de serlo: el que sabe mucho es infeliz…” Y me he indignado.
No dudamos que el llamado de Dios Padre a celebrar más cerca Suyo la fiesta de la Vida por excelencia que es la Navidad, ha sido el galardón más justo a una vida sacerdotal signada por la defensa de la verdad y de la vida. Así de ejemplar y consoladora para los fieles, ha sido la de Mons. Juan Claudio Sanahuja.




