InfoCatólica / Caritas in Veritate / Archivos para: Abril 2015

24.04.15

(82) El poder de las tinieblas nunca podrá abolir la Luz (de Sto.Tomás Moro: "La Agonía de Cristo"- y VI )

Cristo y colegioapostólico“…No es el mundo sempiterno para que sea permitido tal desenfrenado libertinaje, sino que su duración ha sido abreviada hasta un tiempo muy corto por causa de los escogidos, para que no sean torturados más allá de sus fuerzas.

Vuestro tiempo y el poder de las tinieblas no son eternos, sino tan fugaces como el momento presente…”

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Finalizamos esta serie (por cuya lectura damos gracias a Dios) , que a muchos parece ya anacrónica, y entonces les pregunto: ¿acaso hay algún tiempo en que debamos borrar de nuestra memoria los momentos principalísimos de nuestra redención?

La alegría de Cristo Resucitado no sólo no opaca, sino que resalta con mayor luminosidad y relieve, el valor de aquellos gestos, personajes, actitudes. Seguimos estando allí, porque nosotros seguimos en la brega, y podemos seguir identificándonos hoy con aquellos, mientras esperamos la Pascua definitiva.

Las tentaciones de huir se multiplican a medida que se acentúan las persecuciones, y hay que ser muy necio o miope para no verlas. Tal como entonces, hoy un adolescente mártir puede dar ejemplo a algunos “grandes” que se esconden o que se callan por temor a la condena del mundo.

Y ante ese escándalo, no hay que perder de vista nunca el párrafo que elegimos como acápite, que llama a la esperanza, a la paciencia, a la constancia. “Todo se pasa y Dios no se muda”, y “quien a Dios tiene, nada le falta”, debemos repetirnos unos a otros cada día, de la mano de Sta. Teresa.

Sí; el tiempo de las tinieblas es mucho más breve de lo que parece, por eso hay que aprovecharlo para alumbrar siempre a nuestro alrededor, no cediendo al temor y su tentación de parálisis.

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19.04.15

(81) Pedro ante la captura de Nuestro Señor (de Sto.Tomás Moro: "La Agonía de Cristo"- V )

Aunque transitando ya el luminoso tiempo pascual, proseguimos la serie de posts dedicados a esta obra del santo mártir patrono de los políticos católicos, considerando que en su minucioso análisis, nos brinda muy oportunas reflexiones para toda época, en el constante combate de los discípulos de Cristo contra el espíritu del mundo y de las tinieblas. Hoy, como ayer, este combate puede tomar la forma de la herejía, el cisma, y el ataque de los paganos, al amparo del viejo Israel.

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JJoaquindarocha MalcoII. SOBRE LA OREJA SAJADA DE MALCO,

LA FUGA DE LOS DISCÍPULOS Y LA CAPTURA DE CRISTO.

Furia y celo de Pedro

Desde mucho tiempo antes hablan los Apóstoles escuchado a Cristo predecir las cosas que ahora ven acontecer. Aun afectados por la tristeza y la pena, recibieron entonces todo aquello con mucha menos preocupación que ahora, cuando ven ocurrir todas aquellas cosas delante de sus propios ojos. Al ver que una cohorte entera de soldados buscaba a Jesús -Nazareno, no quedaba ya lugar para la duda o la ambigüedad: le buscaban para hacerle prisionero. Al sospechar lo que se avecinaba fueron sus ánimos abatidos e inundados por un tumulto de sentimientos. De un lado, solicitud y preocupación por su Señor., al que tanto amaban; pero, también, miedo y temor por lo que pudiera ocurrirles a ellos mismos. De otro lado, debieron sentir vergüenza al recordar aquella magnífica promesa suya de morir antes que abandonar al Maestro. A todos estos estados de ánimo seguían impulsos varios, porque, si su amor les llevaba a quedarse, el miedo les hacia no permanecer, el temor a la muerte les movía a huir, y la vergüenza por lo que habían prometido les inclinaba a resistir y no ceder.

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13.04.15

(80) El resplandor de la Pascua y el misterio de la Luz

“Que la luz de Cristo, gozosamente resucitado

disipe las tinieblas de la inteligencia y del corazón”

 

amanecEn el orden de la Creación, yo no creo que haya nada más hermoso y benéfico que la Luz (¿cómo concebir sin ella la belleza?), y si el agua le sigue, es por su capacidad de reflejarla. Nunca deberíamos acostumbrarnos a la maravilla de que por medio del agua, hemos sido hechos hijos de la Luz, hijos de Dios, hijos en el Hijo que es “Luz de Luz”… ¡Que Dios nos dé la gracia de no ser jamás insensibles o refractarios ante la Luz!.

San Máximo de Turín, en sus predicaciones pascuales, vuelve recurrentemente sobre el tema de la luz, y por eso quiero compartir en estos días algunas observaciones suyas (seguimos aquí la obra del p. Alfredo Sáenz: “La celebración de los misterios en los Sermones de San Máximo de Turín”, Mikael, Paraná, 1983) para vivir este tiempo pascual, y luego finalizaremos si Dios quiere, con la serie (de Sto. Tomás Moro) que iniciamos en Cuaresma.

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1.04.15

(79) Judas, el Desesperado (de Sto.Tomás Moro: "La Agonía de Cristo" IV )

“Qué digna de compasión es esta tenebrosidad de la débil y mortal condición humana que a menudo tiembla de miedo y se perturba tumultuosamente mientras ignora estar completamente a salvo; y otras veces, en cambio, se comporta como si nada le preocupara, segura de todo peligro, y del todo inconsciente de que una espada mortal pende sobre su cabeza (…) A Cristo clementísimo se ha de pedir por uno mismo y por los demás para no imitar a Judas en su obcecación frenética, y poder así aceptar la gracia que Dios ofrece para ser restaurados de nuevo por la penitencia y por la misericordia a la gloria.”

entregajudas

Creo que nunca se meditará lo suficiente sobre el insondable misterio de la libertad humana, y las increíbles respuestas que podemos dar a la gracia divina. Hace un tiempo, un sacerdote muy querido nos decía apremiante: “¡tenemos el tristísimo privilegio de “inutilizar” la gracia, rechazándola voluntariamente!”. Y lo más triste es que quienes la rechazan, creen que lo hacen so capa de libertad, cuando el Hombre más libre, por el contrario, fue el Obediente por antonomasia.

El pasaje de la entrega voluntaria de Cristo a sus perseguidores, por amor a nosotros, merece más y más atención en este tiempo, sobre todo cuando se cierne sobre muchos la tentación más siniestra –por ser la mejor camuflada bajo aspecto de celo-, más luciferina, que es la Desesperación.

Judas ha pasado a la historia como el Traidor, y sin embargo, ¿acaso no fue traición también la de Pedro, cuando lo negó?…Pero San Pedro regresó arrepentido. ¿No tendríamos que designar más propiamente entonces, a Judas como el Desesperado? Qué paradójico resulta que quienes no son capaces de desconfiar de sí mismos en su obcecación, son quienes en cambio, desconfían en el último instante de la misericordia divina.

¿Imploramos suficientemente por la conversión los traidores, con tanto apremio como los demonios trabajan por la caída de los más fieles? Dios quiera darnos un corazón lúcido como el de  Sto. Tomás Moro en esta Semana, para hacerlo sincera y fervorosamente.

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