(221) Invitación a nuestros lectores: “Cómo ir a Misa y no perder la fe” de Nicola Bux

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Una oportunidad más para conocernos con los lectores de Buenos Aires y ocasionales visitantes, aprovechando la esperada visita de Mons. Nicola Bux en los próximos días.

A casi una década de la primera edición italiana, con la nueva edición castellana de esta obra, queremos sumar nuestra preocupación ante los miles de fieles que cada día más, ven peligrar su fe ante los abusos litúrgicos a un punto de anarquía que ya “pasa los límites de lo tolerable”.  Al respecto, es significativa la siguiente observación: “Ritus sería una palabra sánscrita para «orden», en latín se dice ordo (incluyendo peso, medida y propor­ción); el desorden, se sabe, es de Satanás.” (p.43)

Por eso, frente a la avalancha de graves problemas morales, sociales y políticos que aquejan al mundo de hoy, no vacilamos en sostener que en la raíz de todos ellos subyace la crisis religiosa en la Iglesia católica, y en su seno, la crisis de la liturgia. Ésta se produce, en efecto, especialmente “a partir de los años de la reforma litúrgica después del Concilio Vaticano II, por un malentendido sentido de creatividad y de adaptación» (RS 30), que es sobre todo desobediencia a Dios y ofensa hacia el pueblo cristiano.”

¿Con qué fulgor entonces, podría alumbrar la Iglesia si su luz más potente está titilante, y en cuyo seno mismo se enaltece la desobediencia y la autonomía, al mejor modo de la soberbia protestante? Porque “si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres” (Mt.5,13).

Y así andamos…

En efecto, la misión de la Iglesia no es otra que alumbrar al mundo santificándolo, y esto no se lleva a cabo sino especialmente, a través de la liturgia, obra santa y santificante por antonomasia.

libroEn este contexto, no puede dejarnos indiferentes el que la obra más importante de la Creación -el sacrificio redentor de Cristo-, que se renueva sobre todos los altares del mundo en cada Misa, y que debería ser el alimento cotidiano de nuestra fe -el Pan nuestro de cada día- haya llegado a ser, paradójicamente, la piedra de tropiezo de tantos fieles, porque se ha desdibujado su sentido más profundo, perdiéndose de vista el límite entre lo esencial y lo accidental, entre lo sacro y lo profano. Esta obra pretende ser una guía para recuperar esos benditos límites.

Las observaciones oportunas sobre esta situación, se enriquecen en estas páginas con referencias al marco histórico y litúrgico de las dos formas del Rito romano -en ocasiones comparadas con el rito bizantino-, para ser capaces de identificar los elementos esenciales de la Misa “sin perder la fe", en medio de una gran confusión, debida al clima de improvisación y deletérea “creatividad” que pone en el centro al hombre en vez de a Dios. Por ello, Mons. Bux nos recuerda que donde el grupo se celebra a sí mismo en realidad celebra la nada, porque el grupo no es un motivo para celebrar”.

El propósito de esta obra es ayudar a redescubrir el significado de la Misa, abordando su origen y significado, dentro del sentido profundo de los ritos conformados por gestos, signos y símbolos de la tradición católica, cuya comprensión conduce a una experiencia más profunda de la fe celebrada y vivida, aunque siendo conscientes de que

“El misterio del sacrificio salvífico de Cristo ritualizado en la Misa no es algo que la mente humana pueda realmente ‘comprender’, ni pueda ser explicado multiplicando las palabras o haciéndolo visible con gestos ordinarios. Sólo la sacralidad del gesto, la dignidad solemne del rito, la actitud del cuerpo en la oración y el silencio, disponen al alma a abrirse al misterio y a contemplarlo”.

El volumen se cierra con un lúcido Apéndice de Vittorio Messori sobre el problema de la homilía, señalando algunos interesantes aspectos que se han descuidado a favor de un racionalismo abstracto y deshumanizado, cada vez más alejado de la predicación evangélica, que lejos de convertir, parecen suscitar en los oyentes cada día más…somnolencia.

A quienes desesperanzadamente, sugieran que el camino se nos presenta con grandes cruces, respondemos con el autor lo que a nuestro juicio constituye una de las claves de la genuina esperanza que nos alienta a seguir avanzando, sin prisa y sin pausa:

“Los cristianos deben estar preparados para el martirio por Jesús, y no hay mejor manera de resistir que ir a Misa, el sacrificio del mártir por excelencia.”

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4 comentarios

  
ERICK HERNANDEZ
Tengo 2 años que compre ese magnifico libro. pienso que deberia ser obligatorio en todos los seminarios del mundo.
01/10/18 4:48 PM
  
Saulo
El demonio, nos desalienta, a través de la mentira, que está extendida por todas partes, en la misa, el centro es la eucaristía, confiar en Jesús, y perseverar , con amor, Un abrazo.
03/10/18 12:16 PM
  
Birlibirloque
¿El Sr. Basterretche que figura como expositor no fue al Seminario Menor de Paraná? No llegué a conocerlo, pero mis compañeros contaban anécdotas muy interesantes.
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V.G.: Así es.
04/10/18 8:55 PM
  
hornero (Argentina)
Sabemos que Cristo es el Liturgo por excelencia, el que restableció y sobreelevó la relación del hombre y de toda la creación con el Padre. La Liturgia es el medio o instrumento que Cristo ha dado a la Iglesia a fin de llevar adelante su misión. Pero, sabemos que la Liturgia, al igual que la Iglesia, está expuesta al error y al pecado de sus miembros, por lo cual ha sufrido las graves deformaciones que conocemos. Entonces surge la pregunta ¿se puede restaurar hoy la Liturgia teniendo en cuenta la situación general del clero? La respuesta, creo, es negativa. Si los sínodos son cuestionados por avalar doctrinas heterodoxas, no parece que la Liturgia cuente con posibilidades favorables. Y, si la Iglesia, como lo viene demostrando a lo largo de casi tres siglos ( In Eminenti, 1738) de pontificados doctos y virtuosos, no ha podido detener el ataque demoledor del demonio, debe llamarse a reflexión. En general se sabe qué se debe hacer, pero no se sabe cómo llevarlo a cabo o, digamos, no se logra. Es necesario un acto de humildad que conduzca a la verdad objetiva sobre la situación de impotencia de la Iglesia frente al ataque de que es objeto. Si se comprende esto, se comprenderá lo anunciado por la Virgen en Fátima: el triunfo de Su Corazón Inmaculado en el mundo. De aquí se sigue la necesidad de confiar a María, Madre y Reina de la Iglesia, la defensa de la misma y la derrota definitiva del demonio. Entonces, la Iglesia, y su instrumento la Liturgia, estarán preparadas para llevar adelante la tarea inmensa que demandan los “nuevos tiempos” traídos por la Aurora de María, trabajar activamente por el Amanecer del Mundo Nuevo que viene; “Cruzar el umbral de la Esperanza” (S.J.P.II); “restaurar la armonía primitiva”, “reconstruir un mundo desde sus fundamentos” (Pío XII); “restablecer el Paraíso terrenal”, nos anuncia María. Esto sobrepasa los esquemas, se adentra en lo profético revelado por la Virgen. La Liturgia debe asumir esta dimensión a fin de responder adecuadamente a los tiempos escatológicos que María nos revela. Todo con María, nada sin Ella. María es la sal y la luz de Cristo, Ella devolverá el sabor perdido a la sal de la Iglesia e iluminará las tinieblas que la invaden. Cristo obra mediante Su Madre, el Espíritu Santo, impulsa mediante Ella a la Iglesia por nuevos derroteros. Caminemos con Ella al encuentro del Señor que Viene.



07/10/18 5:38 PM

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