InfoCatólica / Caritas in Veritate / Archivos para: Enero 2015

10.01.15

(64) El terrorismo y la infidelidad de las naciones cristianas

charlieNOMirar en estos días a Francia y creer que nos es ajeno lo que está sucediendo, o por lo menos remoto, es no entender nada de nada; es no tener idea de dónde estamos parados, porque en su infidelidad histórica y castigos presentes, estamos todos comprendidos y hermanados. Pero no para proclamar “Yo soy Charlie”, porque esa proposición es verdaderamente vergonzosa: ¿cómo es posible que por repudiar un crimen, se enaltezca otro?; ¿desde cuándo la víctima de un atentado hace que la muerte convierta en loables sus abominaciones?.
Ya tenemos bastante con la costumbre de “canonizar” a los muertos para tranquilizar a los deudos, como para que levantemos altares a los enemigos de la Cruz, a quienes debemos llorar por no haber sabido convertir para que conozccan a la Vida verdadera, única que los hubiera hecho libres.

Más que los atentados, más que las imágenes de las víctimas o la frialdad de los victimarios, lo que debería helarnos la sangre es la insensibilidad de los cristianos que no nos terminamos de convencer de la necesidad de convertirnos, de suplicar perdón (por unos y por otros), de reparar tanto pecado de pensamiento - palabra - obra - omisión.

¿Quién es en el fondo, la Víctima? Hay en realidad sólo Una, perfecta e inocente: el Cordero sin mancha, y nuestra indiferencia a El, es el verdugo.

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8.01.15

(63) ¿Todos los cardenales y obispos de la Iglesia son católicos?

Una de las primeras tareas que realizan los misioneros en los nuevos destinos, imagino que debe ser el aprender el idioma, porque ¿para qué evangelizar, si no es para incorporar nuevas almas a la unidad de la familia católica? ¿Y cómo acercarnos unos a otros, si no nos podemos comprender? Paralelamente, uno de los principales oficios misioneros es enseñar el “idioma católico”, es decir, la fe. ¿Hasta aquí de acuerdo?

Bien; la pregunta es ahora: ¿puede haber unidad verdadera sin compartir algún tipo de “idioma común” a través del cual se comuniquen y asocien los corazones?rebañoinv

No; no hablaré del latín, enristrad las lanzas o cerrad los paraguas, que “los tiros” no vienen por ahí, y ni siquiera hay tiros, sino sinceras preguntas, que buscan misericordiosas respuestas.

Me determino a exponer algunas inquietudes, porque sigo creyendo a pie juntillas (otro año más, por gracia de Dios) que somos hijos de la Luz, y que la luz rompe las tinieblas: no se “une” a ellas (puede ser que la Luz sea un poco intolerante…). 

La cuestión es, entonces: ¿qué sentido tiene hablar de unidad si se renuncia al factor que la procura? ¿Qué valor tiene la unidad, si no es para un fin en común? ¿Significa lo mismo unidad que rejunte? Nuestro Señor dice “Padre, que sean uno, como Tú y Yo somos Uno…”, y ese “como” tiene un valor modal y condicional: que no sean uno “a costa de cualquier cosa”, “de  cualquier manera”, sino “bajo condición de ser” como las Personas Divinas. ¿Cómo se unen el Padre y el Hijo? En el Espíritu Santo, que es Espíritu de Verdad. Se trata, pues, de la Caridad en la Verdad, no de un “pegoteo” con chicle.

¿Por qué no puede concebirse la unidad de Dios con los espíritus infernales? ¿Por qué, si Nuestra Señora es Reina de la Paz, sigue aplastando a la Serpiente?

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5.01.15

(62) Epifanía es fidelidad a la Verdad

epifaniaHay lecturas acerca de este grandioso misterio que dejan escapar toda su hondura apelando a una simbología bastante elemental. Por eso, hace un año esbozábamos algunas notas que según San León Magno (Cf. Sáenz, A.: San León Magno y los misterios de Cristo, Paraná, ed. Mikael, 1984) expresaban la riqueza de la fiesta de Epifanía, en cuya víspera estamos.  ¿Por qué dejar escapar su resplandor, relegándolo casi a mera celebración “infantil”, cuando hay tanto para meditar sobre él?  

Quisiera retomar entonces unos puntos en este Año especialmente dedicado a la Vida Consagrada. Porque además de mirar el valor de ésta en sí misma, hay que decir que los consagrados -tanto de vida activa como contemplativa- son apóstoles privilegiados, como lo fueron los Magos; sal y luz del mundo -que sin Dios es insípido y se sume en las tinieblas del error y el pecado-. Mundo que los repudia cada día más, y sin embargo, trata de seducirlos también para que la sal pierda su sabor

 

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