Un sello para volver a casa
Juan Carlos, lector de este blog, relató su conversión hace unos días en un comentario. Como su relato es largo y sustancioso, he creído oportuno convertirlo en un artículo independiente y publicarlo hoy.
Me gusta especialmente su historia porque podría ser común a millones de españoles, que también han sido bautizados y han recibido la primera comunión, pero no han llegado a tener fe adulta. Sin embargo, ha quedado en ellos un “sello de la presencia de Dios” que los preserva de algún modo para el momento de volver a la Iglesia.
De nuevo se revela, en este caso concreto de Juan Carlos, otro fruto de los últimos años de sufrimiento, debilidad y aparente impotencia de Juan Pablo II. Cada vez estoy más convencido de, a pesar de todas las cosas que hizo ese Papa, lo más importante fue el testimonio del valor infinito que tiene la vida humana a los ojos de Dios, también en la enfermedad, en la vejez y en la cercanía de la muerte.
Finalmente, me han encantado los últimos párrafos, que hablan del poder de la oración para ayudar a encontrar la fe a los que no creen. Hablamos muchas veces de los millones de personas que no conocen a Dios y de que España se está descristianizando, pero ¿cuánto rezamos por esas personas, especialmente por las que conocemos? ¿Ofrecemos a Dios por ellas nuestros sufrimientos y dificultades, como Juan Pablo II?