19.12.08

Eutanasia para no creyentes (I)

Quaestio Quodlibetalis 14. Los artículos que se escriben son como botellas con mensaje lanzadas por un náufrago. Uno nunca sabe dónde irán a parar o quién los leerá. En ocasiones, un artículo recibe comentarios meses o incluso años después de su publicación. Confieso que, cuando eso sucede, siento una gran alegría, al pensar que lo que he escrito sigue despertando el interés de personas que no conozco y, probablemente, nunca conoceré.

El otro día, recibí un par de comentarios en un artículo escrito hace nueve meses, sobre el suicidio asistido o la eutanasia. Los comentarios, firmados por Sueiro, defendían el suicidio asistido o la eutanasia, primero desde un punto de vista bíblico y, después, para los no creyentes:

¿podría usted precisar quién es el titular de la vida humana para alguien que no sea creyente?

Esta pregunta plantea un tema esencial, porque, nosotros los cristianos, al hablar de la eutanasia, solemos alegar inmediatamente que la vida es de Dios y no nuestra. Sin embargo, las normas morales tienen que ser universales y, si la eutanasia es rechazable, lo tiene que ser para todos los hombres, también para los que no creen en Dios. Puede que los cristianos lo vean con más facilidad, pero debe ser posible argumentar desde la razón humana y la naturaleza del hombre, desde lo que es bueno, justo y adecuado, desde lo que le lleva a la felicidad.

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18.12.08

Creo en la resurrección de la carne

Como los comentarios de ánimo para Yolanda de muchos lectores se han acumulado en el post anterior, he pensado que es mejor trasladarlos a un post propio.

En el Camino Neocatecumenal, en los funerales o entierros se tiene la costumbre de cantar el canto que incluyo más abajo, titulado Resucitó. No sé si lo conocerán los lectores.

Este canto, que es un canto de Pascua de Resurrección, escandaliza a veces un poco a la gente, porque los aleluyas les parecen fuera de lugar en una ocasión dolorosa. Sin embargo, los cristianos sufrimos como los demás cuando muere un ser querido, pero no sufrimos sin esperanza, porque tenemos ante nuestros ojos la Resurrección de Cristo. El Señor nos ha precedido en el camino al Reino de los Cielos. Allí enjugará las lágrimas de todos los rostros.

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16.12.08

Concurso de poesía

Como el otro día me tocó a mí escribir un par de sonetos, hoy propongo a los lectores que incluyan en los comentarios algún poema que escriban ad hoc o hayan escrito en el pasado. Así, algún día, podré enorgullecerme: El gran poeta X se dio a conocer en mi blog, con ese poema tan conocido ahora….

El tema es libre, aunque yo sugiero el Adviento. Valen poemas humorísticos, serios, orantes, alegres, melancólicos, detallistas, estrambóticos, rudos, detallistas, sentimentales, hieráticos, irónicos, irénicos, fantásticos, profundos, anchos, altos, extravagantes, buenos, malos, con olor a violetas, epigramáticos o perifrásticos. También el tipo de rima será libre, para mayor facilidad.

Como me considero totalmente incapaz de juzgar un concurso de poesía, todos los participantes se llevarán mis felicitaciones. El juez será San Efrén, un padre de la Iglesia poeta del s. IV, así que el ganador lo conoceremos, si Dios quiere, en el Reino de los Cielos, sentados a la mesa del banquete eterno.

Como primer concursante, Óscar ha enviado este divertido y esperanzado soneto, con rima algo libre:

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15.12.08

¿Quién eres tú?

Todos sabemos que, en el Adviento, la Iglesia prepara el nacimiento de Cristo en Belén, la Navidad. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido el hecho de que, durante las dos primeras semanas de Adviento, hasta mañana día 16 de diciembre, la liturgia, las lecturas y las oraciones se centran en la espera de la segunda venida de Cristo en la majestad de su gloria: su venida al final de los tiempos, como Rey y como Señor. A esa venida nos referimos cuando, en la Misa, decimos: Ven, Señor Jesús. O, en el arameo de los Apóstoles: Marana tha.

En la gloria de Cristo estaba pensando estos últimos días, mientras escribía el soneto que les presento hoy. Eso sí, lo hacía desde una perspectiva poco habitual, porque pensar en la gloria del Señor me lleva inmediatamente a pensar en su pasión. El hecho de ver la gloria de Jesucristo en la cruz no es una rareza mía, sino que es algo que pertenece a la tradición de la Iglesia. El arte románico, por ejemplo, presentaba a Cristo, en los crucifijos de la época, con corona y vestiduras reales, reinando desde la Cruz y bendiciendo al mundo desde ella.

En el sufrimiento del Señor, en la ocultación total de su gloria en la Cruz, es cuando más claramente se me manifiesta su divinidad. Es el amor gratuito al enemigo el que me muestra que Cristo es imagen de Dios invisible, que es verdaderamente el Hijo de Dios. Él es el único que ha cumplido el Sermón del Monte, que ha amado a sus enemigos hasta dar la vida por ellos, que ha muerto bendiciendo, diciendo bien de los que le mataban, intercediendo por ellos ante el Padre. De eso habla el soneto de hoy.

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14.12.08

Un desafío y un soneto

Pocas cosas hay más divertidas que responder a un desafío. Hace un par de días, una lectora (RNA-Yolanda) leyó unas pobres cuartetas que añadí al artículo y me desafió a escribir un soneto. Como ella decía, es un tipo de poema más difícil: rima consonante, endecasílabos y una estructura rígida de 14 versos. Había, además, precedentes históricos para el encargo, porque ya una imaginaria Yolanda (nombre que, en la época, a menudo se escribía Violante) pidió a Lope de Vega que le escribiera un soneto.

Es evidente que yo no soy Lope de Vega y que, en efecto, el soneto es una rima más difícil que unas simples cuartetas o un romance. Así he tenido que sufrirlo en estos días, exprimiéndome las meninges, algo oxidadas por falta de práctica. Y es que escribir con prisa es como un parto.

El fin de semana he estado de convivencia, en una casa en la que hacía un frío horrible. Además de pedir por los lectores, he aprovechado alguna charla algo más aburrida (mea culpa!) para escribir un par de sonetos, con los dedos ligeramente entumecidos por el frío. Aquí está el primero.

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