InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Existencia de Dios

28.07.22

Discusiones y existencia de Dios

Siempre he dicho, porque es verdad, que las preguntas y los comentarios de los agnósticos y ateos me resultan especialmente interesantes, puesto que me obligan a pensar las cosas desde otra perspectiva, lo que siempre resulta beneficioso. Especialmente tratándose de Dios, que es un tema inagotable y siempre fecundo para la propia vida y para comprender todo lo demás.

Veamos, pues, la pregunta de una comentarista agnóstica, Ada (también conocida como Sonia S) en el último artículo:

“no me puedo sustraer a la prueba “intuitiva” de la inexistencia de Dios aportando como argumento la existencia de debates como el de esta entrada en la que nadie parece aclararse. No debería ser la doctrina luz para las almas?”

Magnífica pregunta, que, en distintas formas, ha surgido varias veces a lo largo de la andadura de este blog. ¿Son las discusiones o incluso peleas sobre temas de fe católica un argumento contrario a esa fe? ¿Y si son entre católicos? ¿No debería ser la doctrina de otra forma, de manera que no hubiera estas discusiones, sino más bien luz y tranquilidad “para las almas”? Veámoslo brevemente.

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2.05.22

Ateos, agnósticos y cameleopardos: empieza la aventura

Confieso que me fascinan los ateos y los agnósticos. Cuando hablo con ellos, me siento en presencia de seres fantásticos y maravillosos, como debían sentirse los antiguos cuando oían relatos de tierras lejanas en las que aparecían rinocerontes, hipopótamos o cameleopardos. Solo esos nombres griegos o latinos ya resultaban exóticos y evocadores y las descripciones de los viajeros debían de parecerles casi increíbles.

Lo mismo me sucede a mí al encontrarme con un ateo o un agnóstico, solo que con el asombro añadido de tener el prodigio ante mis propios ojos y estar escuchando sus extrañas palabras: un auténtico cameleopardo sentado tan campante en el asiento de al lado del metro o de visita en el salón de mi casa. Quizá a otras personas los ateos y agnósticos no les resulten sorprendentes debido a la fuerza de la costumbre, del mismo modo que, presumiblemente, a los indígenas de Kenia o Namibia los rinocerontes y otras bestias les parecerían lo más normal del mundo. A mí, sin embargo, siguen dejándome con la boca abierta.

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