Te probaré mi fe
Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero, dice el salmista, porque la Palabra de Dios es luz que ilumina todo lo demás. En ella resuenan siempre aquellas primeras palabras del Creador: que se haga la luz. Por eso, si no dejamos que la Escritura nos ilumine a nosotros e ilumine lo que hay a nuestro alrededor, nuestra vida y el mundo serán para nosotros un caos informe y no entenderemos nada de nada. Con esa luz, en cambio, se nos revela la inmensa riqueza de la realidad natural y sobrenatural.
Pongamos un ejemplo. Hace un par de semanas, fui a Misa con mi familia a una iglesia a la que asisten bastantes fieles. Llegamos casi tarde, como nos pasa a todos los que tenemos esposa e hijas, así que nos resignamos a sentarnos en un lateral, detrás de una columna. Ni siquiera veíamos el altar, pero al menos podíamos escuchar y la segunda lectura fue una luz que iluminó lo poco que podíamos ver.