InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

16.02.24

Abstinencia: da igual que te guste más el pescado

Todos los años, por estas fechas, hay algún lector que pregunta qué sentido tiene la abstinencia de carne los viernes de Cuaresma, porque a él le gusta más el pescado que la carne o es vegetariano o le encanta comerse una buena tortilla de espárragos. Dadas esas preferencias, ¿no sería mejor penitencia o incluso un acto más cuaresmal prescindir de la abstinencia y simplemente comer lo que menos le guste a uno o hacer otros sacrificios?

Esta insistencia en la misma pregunta año tras año es señal de que conviene hablar del tema, porque indica que hay algo importante que no se ha entendido del todo bien.

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13.02.24

Simón... ¿duermes?

Texto de D. Antonio Izquierdo Sebastianes, presbítero

Quedan pocas semanas para que escuchemos estas palabras de Jesús al primer Papa (cf. Mc 14, 37), cuando en todas nuestras iglesias resuene la lectura de la Pasión el próximo domingo de ramos. El que había sido elegido para confirmar en la fe —y por eso denominado como “Roca” (Pedro)—, se quedó frito en Getsemaní, justo en el momento en que Satanás había solicitado cribar a los discípulos como trigo (cf. Lc 22, 31-34). Muy probablemente soñaba con que las palabras de Jesús fueran pedagógicamente metafóricas, y le gustaba pensar que el infierno estuviera vacío o que nadie pudiera acabar traicionando y negando al Maestro.

El Papa dormía, y con él Santiago y Juan, y probablemente también, a una cierta distancia, aquellos otros apóstoles a cuyos sucesores llamamos obispos. Todo, porque —según Jesús les había advertido— para seguir a Quien va a la cruz no bastan la buena intención, la pacífica sinodalidad, ni el haber pasado años escuchando las palabras del Señor o contemplando sus milagros. Cuando Dios ha dado permiso a Satanás para cribar a la Iglesia y a sus pastores con la noche más oscura de la fe, es imprescindible velar y orar para no caer, porque “el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mc 14, 38) y no aguanta.

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20.11.23

Nos han robado la palabra hostia

En esta breve entrevista, D. Antonio Izquierdo, párroco de San José Obrero (Móstoles), nos habla del magnífico libro que acaba de publicar en la Editorial Monte Carmelo. El título del libro, Jesús es la hostia, recupera y proclama orgullosamente una profundísima verdad de fe, aunque el mundo la haya olvidado y solo la recuerde para blasfemar.

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- El título es provocador y de primeras echa un poco para atrás, ¿no?

Efectivamente: el título, como explico en el brevísimo prefacio, busca justamente reparar que nos hayan robado esa preciosa palabra que tan hermosamente habla del misterio más hondo de Cristo en su ofrenda pascual, y de lo que, por gracia, nos regala ser unidos a Él.

Es cierto que choca; pero, a pesar de lo controvertido de la elección del título, espero que ver quién lo prologa sirva de antídoto a una primera mala impresión.

- Ciertamente, que Mons. Reig Pla haya querido escribir el prólogo es toda una garantía. El subtítulo también es interesante: “Una profesión de fe”. ¿Tiene algo que ver con sus razones para escribir el libro?

Bueno, no sé si es muy “libro”. Se lee en un ratillo de nada, porque es realmente muy breve, apenas 120 páginas. Pero sí, surgió como un agradecimiento por mis 25 años de sacerdocio, a modo de profesión de fe. Una forma de devolver (redditio) el maravilloso regalo de la fe que me ha entregado (traditio) la Iglesia. En ese sentido, es un libro muy testimonial, aunque explico cosillas al hilo de mis propias experiencias.

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27.10.23

17.10.23

Las monaguillas nunca son obligatorias

En el artículo anterior, el comentarista con el noble seudónimo de Diácono planteó una cuestión interesante sobre la conveniencia o incluso necesidad de que haya monaguillas (y no solo monaguillos) en las parroquias.

Como es sabido, las monaguillas, que siempre habían estado prohibidas, se permiten desde tiempos de Juan Pablo II. En 1992, se presentó un dubium al Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos, en el que se preguntaba si el Canon 230 § 2, que regula los ministerios litúrgicos no estables y permite que los realicen mujeres, podía aplicarse a los monaguillos. El Consejo respondió, con la aprobación de Juan Pablo II, que, en efecto, el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 hacía posible que las niñas también fueran monaguillas.

Teniendo esto en cuenta, el comentarista argumentaba que, para obedecer la norma de la Iglesia, había que tener necesariamente monaguillos y monaguillas en las parroquias. En ese sentido, consideraba que tener únicamente monaguillos después de esa decisión era “desdeñar” las normas, “eliminar” un ministerio al que pueden acceder las mujeres y dejarse llevar por los “gustos personales”, algo que no cabe en la liturgia. A la vez, explicaba que a él lo que le gustaba era que fueran varones, pero se consideraba obligado por la normativa de la Iglesia a abrir esa posibilidad a las niñas y así lo hacía su parroquia.

Una cuestión fascinante, sin duda, y un deseo admirable de ser fiel a la Iglesia, especialmente en nuestros tiempos, pero ¿es cierto que ahora es moralmente obligatorio permitir que las niñas sean monaguillas en las parroquias? ¿Un párroco que quiera ser fiel a lo que manda la Iglesia debe tener monaguillas? Como ya discutimos el asunto en el artículo anterior desde el punto de vista racional, veamos lo que dice la propia Iglesia sobre ello.

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