InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Biblia

5.12.25

¿Por qué descendió Cristo a los infiernos?

Hoy voy a dar una charla sobre el credo de Nicea y he estado leyendo cosas al respecto de varios autores, entre ellos Santo Tomás de Aquino. Me ha encantado en particular su explicación sobre uno de los artículos del credo (que no aparece en el de Nicea, pero sí en el de los Apóstoles): “descendió a los infiernos".

Santo Tomás, sintético y ordenado como siempre, propone cuatro razones por las que Cristo descendió a los infiernos.

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1.12.25

¿Banquete o sacrificio?

Una de las polémicas que siempre me han parecido más extrañas es la de si la Eucaristía es un banquete o un sacrificio. Aparentemente, a algunos lo primero les parece una modernez y a otros lo segundo ni siquiera les suena ya.

Lo cierto es que, a cualquier antiguo israelita, y también a cualquier pagano de la época, le habría costado sobremanera entender siquiera donde estaba el problema. En cierto modo es como si les hubieran preguntado si el fuego quemaba o alumbraba.

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16.11.25

Interesante presentación: Biblia y Liturgia

Mañana domingo 16 de noviembre se presentará en Madrid una nueva edición del libro Biblia y Liturgia, del cardenal Jean Danielou. Se trata de un clásico sobre el tema, escrito en 1951, cuyo título original era más largo y descriptivo: Biblia y liturgia, la teología bíblica de los sacramentos y de las fiestas.

El cardenal Danielou era patrólogo, es decir, un experto en los Padres de la Iglesia, lo que le daba una visión antiquísima y, a la vez, muy fresca sobre los temas que trataba. En este libro se esforzó en mostrar el profundo vínculo que hay entre la Biblia y la liturgia de la Iglesia, como no podía ser menos, porque Escritura y Tradición van siempre de la mano. En ese aspecto, los Padres de la Iglesia tienen muchísimo que aportar, por su especial cercanía a la Tradición apostólica.

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19.10.25

¿Por dónde pasan las oraciones a Dios?

El otro día, el simpático rabino de la sinagoga de Madrid me aseguró que todas las oraciones, para llegar a Dios, debían pasar por Tierra Santa, porque, según explicó, Dios tenía siempre la mirada puesta en la tierra de Israel y, dentro de Israel, en Jerusalén y, dentro de Jerusalén, en el lugar del antiguo templo y especialmente la roca que había bajo él, en la que Abraham se dispuso a ofrecer a su hijo en sacrificio.

Me gustó escucharlo, porque puso ante mis ojos de forma práctica y concreta la maravilla del plan de Dios, que durante siglos fue preparando en la historia del pueblo de Israel lo que sería la salvación en Cristo y en la Iglesia. No podía estar más claro que esas creencias hebreas sobre la tierra de Israel prefiguraban tres cosas: a la Iglesia, a la santísima Virgen y al propio Cristo.

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1.10.25

Nos cansamos de leerlo

A lo largo del año, se leen en el Oficio de Lecturas una serie de textos de los Libros de las Crónicas y los Libros de los Reyes, y también fragmentos de los profetas, en los que se habla de la historia política de los israelitas. Al hablar de cada rey de Judá o de Israel, quizá la frase más repetida sea “hizo lo que el Señor reprueba”. Al parecer, Jeconías, Joaquín, Sedecías, Oseas, Nadab, Salomón, Manasés y tantos otros tuvieron en común hacer lo que el Señor reprueba. A veces se añade, “pero no tanto como su padre” o “aunque no tanto como sus predecesores”, lo que no arregla mucho la cosa, la verdad.

Como consecuencia, del pueblo se dice también, una y otra y otra vez, que hicieron “lo que el Señor reprueba” y que “no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres” y “rechazaron sus mandatos”, adoptando “las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado ante ellos” y haciéndose “ídolos de fundición”.

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