¿Por qué descendió Cristo a los infiernos?

Hoy voy a dar una charla sobre el credo de Nicea y he estado leyendo cosas al respecto de varios autores, entre ellos Santo Tomás de Aquino. Me ha encantado en particular su explicación sobre uno de los artículos del credo (que no aparece en el de Nicea, pero sí en el de los Apóstoles): “descendió a los infiernos".
Santo Tomás, sintético y ordenado como siempre, propone cuatro razones por las que Cristo descendió a los infiernos.
En primer lugar, descendió a los infiernos para sufrir toda la pena del pecado y así expiar toda la culpa de los seres humanos. Eso se debe a que la pena del pecado del hombre no solo era corporal, con la muerte del cuerpo, sino que también debía afectar al alma. El pecado no es únicamente corporal, sino corporal y espiritual, por lo que la pena que acarrea tiene esa misma dimensión corporal y espiritual. Esta última consiste en la carencia de la visión divina en el infierno. Por eso Cristo, para sufrir toda la pena debida por los pecadores, quiso, no sólo morir, sino también que su alma se separara de su cuerpo y descendiera al infierno (mientras su cuerpo permanecía en el sepulcro).
O, dicho de otra forma, Cristo bajó a los infiernos porque nosotros merecíamos bajar a los infiernos y Él tomó sobre sí nuestras culpas y la pena que merecían esas culpas. No quería dejar nada sin redimir. Si no hubiera descendido a los infiernos, no habríamos sido redimidos por completo.
La segunda razón gustará especialmente a los varones. A los hombres nos agrada pensar e incluso decir que por un buen amigo iríamos al fin del mundo o, como dicen los norteamericanos, to hell and back, al infierno y de vuelta. Pues bien, según Santo Tomás, la segunda razón por la que Cristo bajó al infierno fue para socorrer a sus amigos. Estaban en aprietos y no permaneció indiferente.
En efecto, dice Santo Tomás, Jesucristo “tenía amigos, no sólo en el mundo, sino también en el infierno”. Ser amigo de Cristo consiste en tener caridad y, en ese momento, en el infierno había muchos amigos de Cristo, “que habían muerto con caridad y fe en el que había de venir, como Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, David y otros varones justos y perfectos”. ¡Magnífico! Me encanta pensar que sigo a un Rey que fue capaz de ir literalmente al infierno por sus amigos. Por alguien así se atrevería uno a morir.
La tercera razón también es muy varonil: para triunfar completamente sobre el diablo. En efecto, “uno triunfa sobre otro cuando no solo lo vence en el campo de batalla, sino que penetra hasta en su propia casa y le arrebata el trono de su reino y su propia casa”. Cristo había vencido al diablo en la cruz, pero, para triunfar del todo, quiso quitarle la sede de su reino y atarlo en su casa, que es el infierno. Descendió allí, le arrebató todo, le encadenó y le quitó su presa. Así se cumplió, además, lo que dice San Pablo: al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el infierno. ¡Así se hace! Estas cosas le alegran a uno la mañana.
Finalmente, la cuarta razón es la que nos resulta más familiar: liberar a los que estaban prisioneros en el infierno por el pecado original. Cristo quiso salvar a los vivos y a los muertos, abriendo las puertas del cielo para los justos que habían vivido antes de su venida y habían recibido la circuncisión, como prefiguración del bautismo, o habían tenido fe y esperanza en el Mesías que habían de venir.
Gracias a Dios, la fe es inagotable y todos los artículos del credo tienen mucha más miga de lo que imaginamos. Para eso están los doctores de la Iglesia, como Santo Tomás, para abrirnos caminos en los que ni siquiera se nos habría ocurrido pensar.
10 comentarios
Es verdad que no justifico mis respuestas con ningún santo maestro o en el C.I.C., pero no lo veo.
A mi se me antoja que debe haber un punto intermedio, un limbo y que fue ahí donde bajó Nuestro Señor. ¿ No puede ser que se tradujera mal limbo por infierno ?
En todo caso no tengo ningún problema en sacrificar mi razón (o desrazón) al buen juicio de la ICAR.
Por favor, no use siglas, como si se tratase de un partido político, para referirse a la santa Iglesia Católica.
"pero no lo veo"
Lo que vea o no vea carece de importancia. Lo importante es la verdad y la enseñanza de la Iglesia.
Dicho eso, no se líe con las palabras. El infierno no es propiamente un lugar, sino, ante todo, un estado del alma que no puede ir al cielo y sufre la pena de sus pecados no perdonados.
Antes de la muerte y la resurrección de Cristo, nadie podía ir al cielo y todo ser humano estaba privado de la visión de Dios y en manos del demonio, atado por la pena del pecado original y los pecados personales. Eso es sustancialmente el infierno. Esa era la situación previa a Cristo.
Como dice el Catecismo, "la Escritura llama infiernos, sheol o hades a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios. Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos".
Había, sin embargo, una diferencia fundamental en la situación de los justos: la esperanza. Los justos anteriores a Cristo esperaban la liberación que traería Jesucristo, a diferencia de los condenados, que no tienen esperanza de salvación. Por esta diferencia, la situación de los que, antes de Cristo, no podían ir al cielo a veces se llama "limbo de los justos" o "seno de Abraham".
En cualquier caso, no se engañe: si Cristo no nos hubiera redimido, el destino de todos habría sido el infierno y, por lo tanto, se puede y debe decir que Cristo bajó a los infiernos.
Fátima: La Virgen les permitió ver una visión aterradora del infierno, describiéndolo como un mar de fuego y demonios, para que comprendieran la urgencia de la oración y la penitencia.
Espero se prepare un poco mejor la charla
"La Virgen les permitió ver una visión aterradora del infierno, describiéndolo como un mar de fuego y demonios, para que comprendieran la urgencia de la oración y la penitencia. [...] Espero se prepare un poco mejor la charla"
Ya lo he dicho varias veces, pero conviene repetirlo. Los que no saben nada del tema que se discute generalmente deben quedarse calladitos o preguntar, para no decir disparates. Como no se ha producido la resurrección de la carne, lo único que hay en el infierno es espíritus, que, como saben hasta los niños de primera comunión, no ocupan lugar. Los demonios, como seres espirituales, no se pueden ver. De modo, que, como podría haber deducido a poco que pensara en ello, lo que los niños de Fátima describieron como "ver" solo es una forma de hablar para querer decir comprender, percibir de algún modo, etc.
Como ya le he dicho, conviene que preste un poco más de atención a lo que enseña la Iglesia y menos a sus elucubraciones más o menos disparatadas.
"Bueno, habría que ver como se interpreta aquello de que nadie podía ir al cielo y tener la visión beatífica"
Eso no hay que "interpretarlo" de ninguna manera. Es dogma de fe y una parte clave de lo que creemos. Sin ello, carece de sentido la redención de Cristo.
"el hecho que Moisés y Elías estuvieran con Cristo en el Tabor. Nunca he leído algo al respecto ... ¿los trajo un ratito y luego de nuevo al fondo hasta mas adelante?"
El propio Santo Tomás, en la Suma, da a entender que eso es precisamente lo que sucedió. Dios los lleva allí como testigos, en representación de la Ley y los Profetas, que daban ambos testimonio de que Él era el Hijo de Dios. Lo que, por otra parte, no tiene nada de raro. ¿Por qué no va a enviar Dios a sus siervos a donde quiéra?
Jesucristo bajó al "Limbo" donde estaban los justos del Antiguo Testamento, es decir de antes de Su Primera Venida, esperando la Redención que les abriera la Puerta del Cielo.
Lo siento, más tonterías ya no. Al que no quiere aprender, no se le puede enseñar nada.
Lo que usted dice está de acuerdo con lo que sostiene santo Tomás:
"De dos modos se dice que algo está en un lugar. Uno, por su poder. Y, de esta manera, Cristo bajó a cualquiera de los infiernos; pero no a todos por igual. Pues, al bajar al infierno de los condenados, su eficacia se tradujo en impugnarles por su incredulidad y por su malicia. En cambio, a los que estaban encerrados en el purgatorio les dio la esperanza de alcanzar la gloria. Y a los santos Patriarcas, que estaban encerrados en el infierno solamente por el pecado original, les infundió la luz de la gloria.
De otro modo se dice que algo está presente en un lugar, por su esencia. Y de esta manera el alma de Cristo descendió solamente al lugar del infierno en que estaban retenidos los justos, a fin de visitar en su morada, con el alma, a los que interiormente había visitado por la gracia con su divinidad. Y así, estando en una parte del infierno, de algún modo hizo llegar su efecto a todas las partes del mismo, a la manera en que, habiendo padecido sólo en un lugar de la tierra, libró al mundo entero con su pasión" (S. Th. III, 52, 2).
O sea: bajó a los infiernos de los condenados, como Dios, porque es Todopoderoso. Porque siempre estuvo allí (porque Dios está en todas partes). Y les contó sobre su Pasión y su Muerte, para que sepan el mal que habían hecho.
Pero como hombre, solamente descendió al infierno de los justos (para anunciarles la Buena Noticia de la Salvación).
Lo que me está sorprendiendo es que Cristo les dio la luz de la Gloria a los Patriarcas, incluso antes de la Ascensión.
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