¿Por dónde pasan las oraciones a Dios?

El otro día, el simpático rabino de la sinagoga de Madrid me aseguró que todas las oraciones, para llegar a Dios, debían pasar por Tierra Santa, porque, según explicó, Dios tenía siempre la mirada puesta en la tierra de Israel y, dentro de Israel, en Jerusalén y, dentro de Jerusalén, en el lugar del antiguo templo y especialmente la roca que había bajo él, en la que Abraham se dispuso a ofrecer a su hijo en sacrificio.
Me gustó escucharlo, porque puso ante mis ojos de forma práctica y concreta la maravilla del plan de Dios, que durante siglos fue preparando en la historia del pueblo de Israel lo que sería la salvación en Cristo y en la Iglesia. No podía estar más claro que esas creencias hebreas sobre la tierra de Israel prefiguraban tres cosas: a la Iglesia, a la santísima Virgen y al propio Cristo.
En efecto, todas las oraciones pasan por la Esposa de Cristo, que es la Iglesia, el nuevo Israel de Dios y la verdadera tierra prometida, fuera de la cual no hay salvación. Dentro de la Iglesia, todas las oraciones de los hijos de Dios cuentan con la intercesión de su Madre, Nuestra Señora, medianera de todas las gracias, la doncella de Israel e hija de Jerusalén, de la que nació el Salvador. Todas las oraciones, en primer lugar, son eficaces por la mediación del único mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, Hijo eterno de Dios que se ofreció en sacrificio al Padre eterno, siendo a la vez víctima y altar para obtenernos la salvación.
Los judíos actuales son una prueba viviente para nosotros de las antiguas promesas de Dios, que se han cumplido en la nueva Alianza, aunque ellos no lo sepan. Lo cierto es que toda la historia de salvación del antiguo pueblo de Israel es un anuncio de lo único verdaderamente importante: la encarnación, muerte y resurrección del Verbo. Estas cosas les sucedieron como figura y se escribieron para instruirnos a nosotros, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades.
Grande será la alegría de los judíos cuando lo descubran y se conviertan. Hasta el día de hoy, cada vez que se lee a Moisés, cae un velo sobre sus corazones, que no les permite ver la verdad. Pero un día, cuando el pueblo judío se convierta al Señor, se quitará el velo y contemplarán la verdad y la verdad les hará libres. Dios nos conceda verlo y alegrarnos con ellos.
16 comentarios
Últimamente estoy pensando mucho en la última frase que escribiste: "Pero un día, cuando el pueblo judío se convierta al Señor, se quitará el velo y contemplarán la verdad y la verdad les hará libres. Dios nos conceda verlo y alegrarnos con ellos."
(No sé si será porque me mudé a un barrio donde veo muchos de estos, los mal llamados "nuestros hermanos mayores".)
Y... por lo menos ellos pasean hijos, y no perros, jeje.
Es como dice la oración al Espíritu Santo.
Suave brisa qué llega al alma son las palabras que dice este artículo.
Quiera Dios que pronto, Su raza, por la qué lloró, abran su corazón a Su Verdedero Mesías, por tanto tiempo despreciado.
"Jesús le respondió: 'Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad'" (Jn. 4, 21-24).
En mi opinión los últimos eventos a propósito de Gaza están ayudando a despertar a los judíos. Recemos por su conversión y por la nuestra, que a veces no está lejos de esas actitudes que muchas veces les achacamos: fariseos, descendientes de homicidas, creyentes de liberaciones políticas [humanas],duros de corazón y con ojos velados.
Corintios 3:15
Es lo que ha colocado Bruno. El Espíritu Santo espera ser acogido....
Yo ahí lo dejo.
Lo que me da miedo es que de la lectura de las Escrituras también se puede deducir que esa conversión mayoritaria de los judíos irá acompañada de una masiva apostasía de los cristianos.
Ojalá me equivoque.
Gracias, Bruno.
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