(165)¡Recemos la Novena a María Auxiliadora, Reina victoriosa!

En Argentina se celebra el Mes de María en noviembre, pero en Europa tradicionalmente es en mayo, y de todos modos, creo que este mes tiene que tener en nuestros corazones una significación especialmente mariana, dada la cantidad de fiestas de Nuestra Señora que se celebran en él. Con el eco de Fátima aún resonando, creo que puede venir muy bien recordar que hoy comienza la Novena a María Auxiliadora, y tal vez nos sobran motivos para unirnos a ella, que también es un modo de reparar las ofensas a Ella, y la relativización de sus mensajes y apariciones…
Aprovechamos de paso para recordar un poco su historia, que es la nuestra: la Madre de Dios siempre ha gustado de compartir la vida de sus hijos defendiéndonos de todos nuestros enemigos, que son los enemigos del Reinado de su Hijo. No sólo internos -sobre todo el pecado- sino también externos, encarnados en personajes y circunstancias muy concretas que sería útil no olvidar. Porque Ella es Ntra. Señora de la Paz, pero de la paz de Cristo. Y es también la Mujer fuerte, “terrible como ejército ordenado para la batalla".

En estos días es muy difícil, por grandes esfuerzos que haga el mundo, dirigir el corazón católico hacia otros temas que no sean el Centenario de las apariciones de Ntra. Señora en Fátima. No como un aniversario más; no como mera celebración temporal, sino volviendo la mirada hacia allí como al punto donde converge la mayor parte de anhelos y angustias que hoy vivimos, como el iris del Rostro divino, para saber Su voluntad. Pocos acontecimientos como éste condensan tan maravillosamente todo lo que los hombres hoy vivimos, sufrimos y esperamos… Pocas intervenciones de Dios en nuestra historia ponen tan claramente ante la vista de quien quiera verlo, las “coordenadas” por donde podemos vislumbrar la batalla decisiva entre la Mujer vestida de Sol y el Dragón que le acecha el calcañar.
Debemos profesar una ferviente devoción a la Santísima Virgen, si queremos conservar esta hermosa virtud; de lo cual no nos ha de caber duda alguna, sí consideramos que ella es la reina, el modelo y la patrona de las vírgenes […]. San Ambrosio llama a la Santísima Virgen señora de la castidad; San Epifanio la llama princesa de la castidad; y San Gregorio, reina de la castidad"[..]
“Las iniciativas exteriores sólo tienen sentido en la medida que son expresiones de un profundo compromiso que nace en el corazón de las personas.(…) Lo digo sobre todo a los jóvenes, ante los cuales la vida se abre como un camino rico de sorpresas y de promesas. Lo digo a todos: ¡Vayamos tras las huellas de Cristo!” (Juan Pablo II, 29-6-1999)