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23.08.16

(127) Sobre la Gracia y el Libre Albedrío -Mérito y culpa; misericordia y Justicia- (S.Bernardo de Claraval) - III

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Cerramos esta serie con la publicación de la tercera y última parte de este Tratado, en que se detiene a considerar el tema del mérito y la culpa, refiriéndose especialmente, en un comienzo, a los mártires y los apóstatas.

Encomendamos a María Reina y al Santo Abad el fruto de esta obrita en cada uno de los lectores.

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TRATADO DE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO (S.Bernardo de Claraval) -III

Capítulo 37

§ 1 Otras veces parece decirnos la Escritura todo lo contrario: A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo le arrastra y le seduce. EL cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente pensativa. O, como dice el Apóstol: Siento en mis miembros otra ley que repugna a la ley de mi mente, y me encadena a la ley del pecado, que está en mis miembros. Todo esto puede interpretarse como una coacción de la voluntad, por la que se le priva de la libertad. Sin embargo, por muchas que sean las tentaciones interiores y exteriores, la voluntad siempre permanece libre en cuanto a la libertad de elección, y siempre es libre  para juzgar y consentir. Por lo que se refiere a la libertad de deliberación o de complacencia, al tener que luchar contra la concupiscencia de la carne y las miserias de la vida se siente menos libre. Pero nunca es mala mientras no consienta en el mal.

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26.07.16

(123) Peregrinación "Nuestra Señora de la Cristiandad"

NSCLas iniciativas exteriores sólo tienen sentido en la medida que son expresiones de un profundo compromiso que nace en el corazón de las personas.(…) Lo digo sobre todo a los jóvenes, ante los cuales la vida se abre como un camino rico de sorpresas y de promesas. Lo digo a todos: ¡Vayamos tras las huellas de Cristo!” (Juan Pablo II, 29-6-1999)

El impulso hacia la fe cristiana, el comienzo de la Iglesia de Jesucristo, fue posible porque existían en Israel personas que no se contentaban con lo acostumbrado, sino que miraban lejos buscando algo más grande” y “ya que su corazón esperaba, pudieron reconocer en Jesús a aquel enviado por Dios “. (Benedicto XVI, 8,IX,07)

 

Cuando una civilización está siendo minada desde sus propios fundamentos, en su misma fe, en la familia, en la educación, en el orden natural, hay varios tipos de respuestas. Entre éstas, una indispensable, segura, eficaz siempre, es sin duda la plegaria y la penitencia, que se amalgaman maravillosamente en la práctica de las peregrinaciones.  Éstas son, en efecto, oportunidades privilegiadas para vivir y renovar la súplica y esperanza de un pueblo a través de sus dimensiones esenciales, como nos recuerda la Iglesia, y se colige a través del legado de la Tradición y la Sagrada Escritura.

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25.03.16

(119) Getsemaní: la Hora de Cristo, y la hora de los discípulos... (con apuntes del Vble. p. José Rivera)

Huerto TintorettoNo sé a los lectores, pero a mí siempre me da la sensación de que en el Triduo Pascual, un día que “queda corto” para profundizar en sus múltiples aspectos, es el Jueves. Por supuesto que jamás podremos agotar con palabras la anchura, altura, longitud y peso de estos días que resumen todo el misterio de nuestra redención, pero aún desde el punto de vista “temático”, se soslayan personajes, actitudes, gestos, palabras del Evangelio de hoy, que a mi juicio deberíamos tener mucho más presentes en todo momento de nuestra vida, y que se deberían predicar con mayor frecuencia tal vez…

Incluso desde el punto de vista “civil”, el tiempo atenta contra ello. No sé en otras naciones, pero en nuestro país, hay muchos sitios donde se impone trabajar a muchos cristianos siquiera hasta el mediodía, y hasta el momento de la celebración de la Cena del Señor, algunos no terminan de caer en la cuenta de lo que está sucediendo.

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3.02.16

(116) Sobre la obediencia desordenada (y una carta de L. Castellani)

prudenciaHay multitud de fieles que creen que la fidelidad exige una obediencia ciega, de renuncia al sentido común y a la prudencia, y obsecuencia ante toda autoridad, sobre todo si se trata de autoridad religiosa.


-¿Los santos han sido capaces de pecar y errar? -Ciertamente.

-¿Seremos por ello devotos de sus pecados y errores? -Sería una necedad; sólo alabamos en ellos las virtudes, que nos sirven de estímulo y ejemplo. Solamente en Nuestro Señor resplandece la Verdad y Belleza sin la menor sombra, y en su Madre Santísima, vestida de sol y coronada de estrellas.

-¿Y nuestros superiores, no siendo santos, son capaces de pecar y errar?

-Con mucha más razón, así parece; podrán pecar y errar en lo poco y en lo mucho, sin duda alguna, y su vida será combate intenso, como la nuestra. No admitir esta posibilidad, rozaría la idolatría, como podrá darse cuenta…

-¿Pero debemos igualmente obedecerles? -Por supuesto, en todo aquello que no suponga pecado ni ocasión próxima para nuestra alma o la ajena. 

En resumidas cuentas: ¿puede uno obrar contra la virtud de la obediencia, obedeciendo?

Claro que sí, obedeciendo MAL, o mejor dicho, desordenadamente.

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27.01.16

(115) Consejos y clamores a los Obispos (de San Bernardo de Claraval)

 sbdoAclara San Bernardo que es por obediencia a un obispo por lo que se determina a escribir el tratado que lleva por nombre “Sobre las costumbres y oficios de los obispos”, que como la gran mayoría de las obras de los santos, sigue conservando vigencia frente a mucho palabrerío contemporáneo que finalmente se lleva el viento.

Como el abad de Claraval, también muchísimos fieles hoy nos preguntamos “¿quiénes somos nosotros, para escribir a los obispos?” Sin tener ningún mandato preciso, respondemos sencillamente: “Somos hijos”. Hijos que piden, que claman, que esperan…

Hijos que esperamos el Pan de la Verdad en nuestra mesa y Misa diaria, hijos que esperamos la misericordia de la claridad, y especialmente, que los pastores ahuyenten con su cayado a los lobos, que no los inviten a “cenar junto al Rebaño”, y que si es preciso, les den su merecido enviándolos lejos, acciones todas ellas que disiparían una densa neblina que hace que muchas ovejas caigan despeñadas todos los días a nuestro alrededor. Misericordia para las ovejas antes que para las fieras, pues, es lo que la grey suplica.

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