(110) ¿Unidad, paz, fraternidad? El modelo de los Santos Reyes Magos

epifEpifanía es nuestra fiesta. ¡Y cuán gloriosamente nuestra! Decíamos hace un año: la fiesta de la “gentilidad” que ha sido conquistada para Cristo; la fiesta de los hombres que son capaces de atravesar el desierto en busca de la verdad, para encontrar, de rodillas, a Quien es la Verdad Absoluta.  

Cada día más desierto y oscuro se nos presenta el mundo para quienes quieren seguir a la Estrella y adorar al Niño.

Ellos eran paganos, mas no fueron impíos.

Enfrentaron con astucia al tenebroso monarca,

y no abofetearon nunca al Niño con histriónicas risas ni alborotos vacíos.

Reconocieron la Estrella porque eran hijos de la Luz;

Aunque ellos eran paganos, mas no fueron impíos…

Postráronse ante el Misterio sabiendo que aunque Pequeño

era el Rey de los Cielos…

Y que si El quiso abajarse

La respuesta que cabía era adoración, ofrenda y silencio…

***

Una y otra vez, nos gusta volver a repasar en esta fiesta los sermones de algunos santos y Padres de la Iglesia. Hemos citado alguno otras veces, pero me permito recordarlos.

San León Magno, por ejemplo, al referirse al intento de Herodes de retener a los Reyes, recuerda que las tretas del demonio son siempre más o menos las mismas para apartar a las almas de la fidelidad y adoración al Único Rey del Universo:

el demonio trata de hacer sin cesar cuando intenta arrancar el Espíritu Santo a los que acaban de renacer y de aniquilar al que, como niño, tiene aún una fe tierna (…); (y cuando) se aflige de que se le impida derramar la sangre de los cristianos, la emprende entonces contra las costumbres de quienes no puede conseguir su muerte. (…). No ha depuesto su odio, sino que ha cambiado el modo, sometiendo con halago a las almas fieles. Enciende las concupiscencias de aquellos que no puede atormentar con suplicios…”

A quienes no atormenta físicamente con persecuciones, hoy también, los aparta por medio de la distracción y la superficialidad.

¡Cuántos repiten hoy “amor y paz” -con minúsculas-  estúpidamente, sin tener idea de lo que estos términos significan ante la Encarnación del Verbo! No se trata de signos universales, no, pues tanto dista la paz de Cristo de la del mundo, como Oriente de Occidente. Y tanto dista el Amor crucificado del “amor-merengue” de Papá Noel, como el día de la noche.

San Agustín, en el 2º sermón de Epifanía:

“Eran muchos los reyes que habían nacido y habían muerto en Israel; ¿era por ventura alguno de éstos a quien los magos buscaban para prestarle adoración? Ciertamente no, porque de ninguno de ellos les había hablado el cielo. Estos reyes, extranjeros y de un país tan remoto, no se juzgaban obligados a prestar un homenaje tan grande a un rey de la clase y condición que lo eran ellos en su país; sino que habían aprendido que debía ser tal la condición del que había nacido, que, adorándolo, no podía ofrecerles duda alguna el conseguir la salvación, que consiste en el mismo Dios. Por otra parte, tampoco la edad se prestaba a la adulación humana, no estaban cubiertos de púrpura los miembros del recién nacido, ni brillaba una diadema en su cabeza; ni pudo ser la pompa de los servidores, ni el terror de los ejércitos, ni la fama de gloriosos combates lo que atrajese a estos varones de tan remotas tierras con fe tan grande y tan ardientes votos. Un niño recién nacido, pequeñito, menospreciado por la pobreza se manifiesta recostado en un pesebre. Pero se oculta bajo estas apariencias alguna cosa grande que aquellos hombres, primicias de los gentiles, habían comprendido, no por testimonio de la tierra, sino del cielo. Por eso decían: “Hemos visto su estrella en el Oriente". Anuncian y preguntan, creen y buscan, a imagen de aquéllos que caminan en la fe y desean ver.”

Los reyes sabían que

NO HAY comparación posible entre ningún rey terrenal y este Niño Dios que vienen a adorar.

¿Se dan cuenta de esto todos los cristianos?…

desiertoHace varios años, un conocido que se consideraba a sí mismo ateo, me decía burlonamente que él celebraba con pompa la Navidad, porque más allá de su falta de fe, le parecía “una fiesta universal, que no depende de los credos, sino del buen gusto y buenos deseos”… Personalmente, creo que este tipo de actitudes no hacen sino contribuir a la confusión, pues paganizar –desacralizar- una fiesta cristiana no es sino bastardearla, haciéndole perder identidad y dignidad.  ¿Qué más puede querer el “mono de Dios”, que siempre se goza en la ruptura de los límites

De esta manera, en efecto, como por un “trueque de compromiso”, van asumiendo e incorporando también los cristianos, junto al “arbolito”, los signos paganos: los globos con el yin-yang, los farolitos chinos y por allí asomando, tal vez un gordo Buda detrás de la mula del Pesebre, y…

- ¿Y la Verdad?!…

- Sé gual…- diría Minguito.

Pero no: ¡no es igual la Luz que las Tinieblas!.
Que como bien decía Chesterton, ¡en la Iglesia nos quitamos el sombrero, pero no la cabeza...!

Nos advertía San Agustín en un sermón de Navidad:

“…Si alguien os predicara algo distinto de lo que habéis aprendido, sea anatema. No queráis anteponer a la espléndida verdad impías fábulas y todo aquello que contra la norma del símbolo católico y apostólico leáis o tal vez oigáis; juzgadlo decididamente como mortífero y diabólico. Que no os seduzcan con artimañas engañosas…”

“…Se ha de prevenir con mucho cuidado a los cristianos para que no sean apresados nuevamente en las insidias diabólicas y vuelvan a ser enlazados por los mismos errores que habían desechado. Pues el antiguo enemigo, transformándose en ángel de luz, no deja de colocar por todas partes trampas engañosas y procura por cualquier medio corromper la fe de los creyentes. (…) Mucho nos apenamos porque todo ello es hecho en parte a causa de la ignorancia, y en parte por espíritu de paganismo….”

En esta fiesta de la gentilidad fiel y luminosa -así como hay otra tenebrosa y pertinaz-, miremos con atención los riquísimos signos que ilustran el misterio de unidad de las naciones y el genuino ecumenismo.

Hace tiempo venimos viendo, oyendo y leyendo tan lamentables afirmaciones y gestos sobre estos temas, que una vez más, la tradición de la Iglesia es quien nos hace reconocer la auténtica caridad y misericordia.

San León se refiere también claramente al misterio de Israel:

 “El nacimiento del Salvador no sólo fue conocido por el camino que mostraba la Estrella, sino por la declaración de los mismos judíos.(…) Los judíos infieles, manifestaban con sus labios la verdad, pero guardaban la mentira en su corazón (Mc.7, 6). Rehusaron reconocer con sus ojos lo que habían indicado por medio de los Libros Santos(…)¿Por que vuestra falta de fe pone en duda lo que es manifiesto por vuestra respuesta?
La verdad ilumina a los Magos, la infidelidad ciega a los Maestros. (…) Así como por su infidelidad el pueblo judío ha mostrado que sus descendientes habían degenerado de su dignidad de pueblo elegido, del mismo modo la fe hace esto mismo común a todos.”

Y este verdadero pastor los exhorta paternal y celosamente:

“Muda de parecer, oh judío; muda de parecer, deja ahí tu infidelidad y vuelve hacia el Redentor, que es también el tuyo” (…) Vuelve al que es misericordioso, entrégate a la clemencia del que perdona. Vive Aquel a quien quisiste hacer perecer. Confesad al que habéis renegado, adorad al que habéis vendido, para que se torne en bien vuestro la bondad de Aquel a quien vuestra maldad no pudo dañar.”reyes

¿Qué caridad sincera o gratitud podemos tener con este Pueblo que nos ha dado al Mesías, si le escondemos “su” Tesoro, por pura obsecuencia carnal con ellos, confirmándolos en la mentira de una espera sin Esperanza -pues ésta es don de gracia-? Hay que seguir diciendo a los judíos, si realmente procuramos la unidad, que el verdadero y más profundo drama de Israel no es ningún Holocausto sino su relación con Cristo: su verdadero drama es teológico. Consiste en habernos señalado -como a los Magos- al Mesías, pero no haber ido tras El.  ¿Qué unidad se puede seguir de la mentira?

San León da ejemplo de caridad en la verdad:

“A los que les preguntan, responden que Cristo nace en Belén, y no siguen la ciencia suya, con la que instruyen a los otros. Por lo cual han perdido la sucesión de los reyes, la eficacia de sus sacrificios, el lugar destinado a sus plegarias, el orden sacerdotal, y constatando con su experiencia que todo ha sido clausurado y que todo ha terminado para ellos, no ven que todo eso ha pasado a Cristo (…).”

Hay en la actitud del Pueblo Judío también una prefiguración de nuestra propia infidelidad

Pensamos en ciertos teólogos, catequistas y pastores -obispos y sacerdotes- que conocen la Verdad y sin embargo, la contradicen con actitudes que no edifican, sino que hacen tropezar a los sencillos:

 “¿Por qué vuestra falta de fe pone en duda lo que es manifiesto por vuestra respuesta? Gracias al testimonio de la Escritura, indicáis el lugar del nacimiento; gracias a las señales del cielo y de la tierra, conocéis que ha llegado el tiempo, y sin embargo en el momento mismo en que el alma de Herodes se enardece para perseguir, vuestra inteligencia se endurece para no creer.

Algunos Santos Padres (S.Juan Crisóstomo, Remigio, S. Agustín) especulan que tal vez la Estrella podría haber sido no un astro, sino un ángel, o el mismo Espíritu Santo, pero S. León Magno apunta lo fundamental:

Además de esta aparición de la estrella que hirió su vista corporal, el rayo más resplandeciente de la verdad instruyó sus corazones, lo cual correspondía a la iluminación de la fe.”

Y esa es la fe que hoy pedimos suplicantes, para seguir avanzando en la noche y en el desierto, sin temor a ninguna tormenta ni calamidad, porque como recuerda el Pseudo-Crisóstomo:

 “¿Pero acaso no sabían que en Jerusalén reinaba Herodes? ¿No sabían que cualquiera que, estando vivo un rey, proclama a otro o lo adora es castigado con la pena de muerte? Era que mientras tenían su vista fija en el Rey futuro no temían al rey presente, era que aun cuando todavía no habían visto a Cristo, estaban, sin embargo, dispuestos a morir por El. ¡Oh, bienaventurados magos! que antes de conocer a Cristo fueron confesores de Cristo en presencia del rey más cruel.”

Que estos Santos Reyes nos alcancen esa fe inconmovible, y la certeza de que la Paz y Amor tan buscados por todo corazón, sólo la encontraremos de rodillas ante Nuestro Señor Jesucristo, por Quien todo fue hecho, y dado a nosotros por manos de su Madre.

————————————————

Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo.

5 comentarios

  
Rexjhs
Excelente post Virginia. Muy pertinente en estos días...
07/01/16 10:16 AM
  
Luis Fernando
Qué gusto da leer a santos y doctores de la Iglesia que, entre otras cosas, nos recuerdan la enseñanza de la Escritura:

No os unzáis a un mismo yugo con los infieles. Porque ¿qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿O qué tienen de común la luz y las tinieblas? ¿Y qué armonía cabe entre Cristo y Belial? ¿O qué parte tiene el creyente con el infiel?
2 Cor 6:14-15
07/01/16 12:39 PM
  
Feri del Carpio Marek
Excelente lectura la que nos has ofrecido, María Virginia. Que el rayo resplandeciente de la verdad instruya nuestros corazones, de manera que se cumpla en nosotros lo que nos dice el Espíritu Santo por boca del príncipe de los apóstoles: «Por su obediencia a la verdad, ustedes se han purificado para amarse sinceramente como hermanos.» (1 Pe 1,22)
07/01/16 5:53 PM
  
José María Iraburu
Muy bueno el artículo. Casi casi casi llega al nivel de Ratzinger-Benedicto XVI en su "La infancia de Jesús" (Planeta 2012). ¡¡Él también cree en los Evangelios de la Infancia, más aún, CREE EN LOS REYES MAGOS!! Realmente textos como el que copio son una provocación ( de las buenas):

Hace suyo y transcribe un párrafo de una obra de Klaus Berger (2011): "Aun en el caso de un único testimonio... hay que suponer, mientras no haya prueba en contra, que los evangelistas no pretenden engañar a sus lectores, sino narrarles los hechos históricos... Rechazar por mera sospecha la historicidad de esta narración [la adoración de los Magos] va más allá de toda competencia imaginable de los historiadores". Y añade Ratzinger-Benedicto XVI: "No puedo por menos que concordar con esta afirmación... Mateo nos relata la historia verdadera, que ha sido meditada e interpretada teológicamente".
-----------------------------
V.G.: ¡Gracias por esta visita, pater! Nos ha resultado todo un "regalo de reyes" para el blog, jajaj!
¿Cómo no creer en los Evangelios de la Infancia -con todo lo que implican para nuestra fe-, y seguir siendo católicos...? No puedo aún responder esta pregunta.
07/01/16 9:35 PM
  
Silvia Inés
Gracias M,Virginia por recordarnos las palabras de San León: un verdadero regalo de Reyes. Tu valentía es un aliciente para no decaer en la esperanza.Que la Sagrada Familia y los Santos Reyes te fortalezcan y bendigan en el nuevo año.
-----------------------
V.G.: Igualmente Silvia, Dios nos bendiga!
10/01/16 2:01 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.