Philip Trower, La Iglesia Católica y la Contra-fe -20

La Iglesia Católica y la Contra-fe: Un estudio de las raíces del secularismo moderno, el relativismo y la descristianización

Por Philip Trower

Contenidos

Parte 1. La civilización occidental en los siglos XX y XXI: creencias centrales

Capítulo 1. Por favor use la puerta principal

Capítulo 2. ¿Qué fue la Ilustración?

Capítulo 3. Las denominaciones

Capítulo 4. El progreso perpetuo

Capítulo 5. Los principios de 1789

Capítulo 6. La salvación por la política

Capítulo 7. Los derechos humanos y los males humanos

Parte 2. Influencias secundarias

Capítulo 8. El cambio al sujeto humano en filosofía

Capítulo 9. El existencialismo: Heidegger y Sartre

Capítulo 10. El personalismo: Buber, Marcel y Scheler

Capítulo 11. El personalismo: Maritain y Mounier

Capítulo 12. La idea evolutiva

Capítulo 13. El teilhardismo

Capítulo 14. Mayormente sobre Freud

Capítulo 15. Principalmente acerca de Jung

Capítulo 16. El hombre en plural

Capítulo 17. Las palabras y su significado

Capítulo 18. El encuentro con el protestantismo

Capítulo 19. Barth y la neo-ortodoxia

PARTE III: IMPACTO DENTRO DE LA IGLESIA: UN TEÓLOGO Y LA LITURGIA

CAPÍTULO 20. EL GRAN HERMANO

Esta última parte del libro pretende subrayar la influencia de las tendencias que hemos estado siguiendo en el pensamiento católico en todos los niveles, estudiando sus efectos en primer lugar en un teólogo importante y luego en los intentos de hacer que la liturgia sea más reveladora como instrumento de transformación espiritual. Se dedicarán tres capítulos al teólogo y dos al cambio litúrgico.

El teólogo que he elegido es el Padre Karl Rahner, principalmente porque durante los 20 años aproximados que siguieron al Concilio Vaticano II se convirtió para muchas personas en su intérprete más autorizado.

Como dije en el Capítulo 1, “los teólogos (o los teólogos más destacados) son el canal principal a través del cual los desarrollos o desviaciones doctrinales ingresan a la corriente principal del pensamiento católico. También crean el estilo intelectual a través del cual, en cualquier época en particular, la divina revelación es transmitida a través del clero al pueblo católico. En ambos aspectos, el Padre Rahner, por encima de todos los demás teólogos del período, merece ser estudiado". Además, él ilustra mejor que cualquier otra figura del período conciliar lo que dije en Turmoil and Truth [El alboroto y la verdad] sobre los académicos católicos que se enamoran de su tema especial y comienzan a subordinar la fe a él.

Para Rahner, “mi tema” era, por supuesto, la filosofía idealista alemana. Sin embargo, antes de ver las formas en que afectó su teología y su fe, diré algo sobre su vida y su carrera en la medida en que arrojan luz sobre el desarrollo de sus ideas.

[Rahner era] Un bávaro, [que] provenía de lo que llamó una “familia cristiana normal de clase media". Era normal en aquellos días. Su padre, profesor en una escuela de formación de profesores en Freiburg in Breisgau, tuvo siete hijos. Para complementar su salario, daba clases particulares y su esposa salía a cuidar niños. La pareja nunca tuvo una casa propia.

A los 18 años, Karl, el tercer hijo, ingresó al noviciado jesuita de Feldkirche en Austria. Su hermano Hugo, quien se convirtió en un conocido escritor religioso, se había unido a la orden tres años antes. [Karl] Siguió el curso habitual de formación de los jesuitas: tres años de filosofía, principalmente en Pullach, cerca de Munich (1924-1927); dos años enseñando latín a novicios de nuevo en Feldkirche (lo que le dio un dominio del latín que más tarde fue invalorable para comunicarse en el Concilio con personas que no hablaban alemán); para su formación teológica (1929-1933) fue enviado a Valkenburg en Holanda. Fue ordenado en Munich en 1932 por el cardenal Faulhaber. Terminados sus estudios, se decidió que debía enseñar historia de la filosofía y regresó a su ciudad natal, Freiburg, para obtener el doctorado necesario.

Dado que Heidegger enseñaba allí, la universidad de Friburgo era considerada en ese momento uno de los centros de filosofía más estimulantes de Alemania. Sin embargo, debido al apoyo de Heidegger a los nazis, los superiores de Rahner consideraron a Heidegger inadecuado como supervisor. En su lugar, Martin Honecker, titular de la cátedra de filosofía católica, fue elegido como guía para sus estudios. Él y Rahner no encajaban bien. Honecker no simpatizaba con las nuevas tendencias en filosofía y teología. Rahner, por otra parte, ya era un devoto del idealismo alemán. Durante su tiempo en Pullach, él había realizado un estudio cuidadoso de Kant, Maréchal y Rousselot, y su antipatía vitalicia hacia la escolástica, de la que puede haber sido en parte responsable la forma en que se enseñaba la teología en Valkenburg, ya estaba bien desarrollada. La relación con su supervisor fue un anticipo en miniatura de los enfrentamientos que tendrían lugar en el Concilio.

Para su tesis doctoral, Rahner eligió un texto de Santo Tomás. La tesis pretendía ser un estudio histórico de la teoría del conocimiento de Santo Tomás. Pero Rahner, que nunca reverenció a la autoridad —al menos no a la autoridad eclesiástica— y cuyo “espíritu innovador y sistemático” (McCool, A Rahner Reader [Un lector de Rahner], p. xix) ya se estaba haciendo sentir, la usó para demostrar lo que él creía que era una afinidad entre la epistemología de Santo Tomás y la de Kant y Heidegger. Honecker rechazó la tesis y obligó a Rahner a dejar la universidad sin un título. Sin embargo, intervinieron superiores comprensivos. Rahner fue trasladado precipitadamente a Innsbruck, recibió un título en teología y fue nombrado profesor en la facultad de teología jesuita. Rahner enseñaría teología durante el resto de su vida.

En 1939 se publicó una versión ampliada de su tesis doctoral rechazada bajo el título Geist in Welt (Espíritu en el Mundo) y dos años más tarde una serie de conferencias sobre filosofía de la religión, pronunciadas en el verano de 1937, apareció como Hörer des Wortes (Oyentes de la Palabra). Estos dos libros, que establecieron su reputación, “fueron las obras seminales y fundacionales a partir de las cuales Rahner había de desarrollar su teología filosófica”206.

Aunque Rahner siempre insistió en que él era un teólogo y no un filósofo, su carrera posterior sugiere que la filosofía siempre le importó más. En un discurso con motivo del 80° cumpleaños de Heidegger, Rahner se refirió a él como “su único maestro… sin el cual la teología católica ya no sería concebible”207.

Tras la invasión de Austria, los nazis cerraron el colegio de los jesuitas y ordenaron a Rahner que abandonara la ciudad. Pero no parece que hayan tomado más medidas contra él. Él pasó la mayor parte de los años de la guerra en Viena como consultor teológico de la arquidiócesis y miembro del instituto pastoral diocesano. También dio conferencias sobre teología allí y en otras ciudades del Tercer Reich. Mientras tanto, se había ganado la confianza del Arzobispo de Viena, el Cardenal Innizer.

En enero de 1943, el arzobispo de Friburgo, la ciudad natal de Rahner, escribió una carta a todos los obispos de Alemania y Austria advirtiéndoles contra peligrosas innovaciones en la doctrina y la liturgia, e Innizer, que estaba en desacuerdo con él, utilizó a Rahner para redactar su respuesta. La respuesta mostró un “agudo sentido de la necesidad de… reformar la doctrina y la liturgia de la Iglesia” (Dych, p. 9). Poco a poco, Rahner se estaba haciendo un nombre ante todo el episcopado de habla alemana.

En 1948 se reabrió la facultad de teología de Innsbruck y comenzó en serio la larga carrera de Rahner como maestro y profesor de teología.

Un ex alumno lo ha llamado “un maestro estimulante". “Creo que la razón principal de su atractivo para los estudiantes era que sus clases estaban vivas: no sólo repetía lo que estaba en el libro de texto. De hecho, rara vez se refería al libro de texto", aunque “nos decía que aprendiéramos lo que estaba en él. Él tomaba tesis por tesis y preguntaba qué significaba realmente y cómo se relaciona con la situación del cristiano hoy… También era bastante ingenioso a su manera. A menudo nos asombraba dando breves resúmenes de las teologías de varios teólogos… o filósofos". El escritor también habla de la regularidad de su vida. “Se levantaba… muy temprano, Misa y breviario antes de las 7 AM". Después del desayuno, “iba a su escritorio para el resto del día. Tenía esa vieja Sitzfleisch [laboriosidad sedentaria y perseverante] alemana”208.

Uno siente que, sin esta autodisciplina de antaño, su enorme producción difícilmente habría sido posible. Para Rahner, la década de 1950 fue un período formidablemente prolífico de escritura y publicación. La mayor parte de su trabajo tuvo la forma de artículos que comenzaron como conferencias y luego aparecieron en revistas, diccionarios y enciclopedias. Era miembro activo de varias sociedades teológicas alemanas eruditas preocupadas por el ecumenismo y las relaciones entre la fe y la ciencia. Fue coeditor de media docena de ambiciosos emprendimientos editoriales, que incluyeron la serie de más de cien volúmenes Quaestiones Disputatae (Cuestiones Disputadas), a la que contribuyó con ocho libros propios y ocho en colaboración con otros. Mientras tanto, estaba editando las ediciones 28a a 31a del Denzinger, la colección definitiva de los decretos y declaraciones doctrinales de los Concilios y Papas. El conocimiento enciclopédico de la doctrina católica que adquirió de ese modo le sería de gran utilidad cuanto más se adentrara en aguas teológicas difíciles —una entrada que en verdad ya había comenzado—.

En 1950, la [encíclica] Humani Generis de Pío XII había señalado al existencialismo como susceptible de socavar “la validez del razonamiento metafísico", incluso cuando no socavaba la fe misma en la existencia de Dios, y, como se sabía que Rahner era un ferviente heideggeriano, se asumió ampliamente que las autoridades de Roma tenían a Rahner en mente. La idea, decía la encíclica, de que el existencialismo podía armonizarse con la doctrina católica simplemente agregando “algunas correcciones” y llenando “algunas lagunas” era “una ilusión palpable".

Por supuesto, ser una figura controvertida no significa de por sí que un teólogo no sea sólido. Eso depende de si sus ideas concuerdan con la doctrina católica —algo que no siempre es evidente de inmediato— y del juicio final de la Iglesia. Sin embargo, el siguiente roce con la autoridad reveló un rasgo de carácter rahneriano cada vez más típico.

En 1951 las autoridades jesuitas le prohibieron publicar un extenso artículo titulado “Problemas de la mariología contemporánea". Era la forma de Rahner de expresar su opinión sobre la proclamación del Dogma de la Asunción por Pío XII el año anterior. Supuestamente una defensa erudita de la doctrina, comenzaba con la declaración en la p. 1: “Aclaremos una cosa desde el principio. Cada palabra en esta definición nos parece a primera vista desagradable” (Tablet, 14 de julio de 1984). Este tono arrogante crecería a lo largo de los años hasta que eventualmente adquirió un tono imperial que sugería que todo el cuerpo de la doctrina de la Iglesia era su propiedad privada para disponer de ella como quisiera.

Tres años después, alguien llamó la atención de Roma sobre un artículo que Rahner había publicado en 1949, “Las muchas Misas y el único Sacrificio". Además de abogar por la concelebración, que la Iglesia ha restaurado desde entonces (una contribución positiva), el artículo planteó cuestiones sobre “los frutos de la Misa” y el valor de multiplicar el número de misas. Sin mencionar a Rahner por su nombre, Pío XII contradijo parte de [ese artículo] en una conferencia en 1954.

Hubo otra escaramuza más unos meses antes de la apertura del Concilio. En 1960 Rahner había publicado un artículo sobre la virginidad perpetua de Nuestra Señora en el que hacía una distinción entre “el contenido y la sustancia real de una doctrina y lo que puede considerarse parte de la forma históricamente condicionada en la que es expresada” (Dych, p. 12). ¿Qué quiso decir? Seguramente, Nuestra Señora fue o no fue perpetuamente Virgen. ¿Cómo podría el condicionamiento histórico afectar este hecho central?

Para empezar, el artículo parece haber pasado inadvertido. Luego, de repente, en octubre de 1962, se le informó a Rahner que en el futuro todo lo que escribiera tenía que pasar por Roma antes de su publicación. Rahner respondió que en ese caso dejaría de escribir por completo. Sin embargo, no se requería un paso tan drástico. Los tres Cardenales de habla alemana, Frings de Colonia, Döpfner de Munich y König de Viena, los líderes del ala de habla alemana del partido reformista en el Concilio, intervinieron y persuadieron al Papa Juan para que suspendiera la censura. Una sociedad científica de profesores de ciencias y humanidades, la Paulus Gesellschaft, también se movilizó en apoyo de Rahner. Se reunieron 250 firmas para una petición a Roma solicitando que se levantara la censura.

Debido a estos contretemps [contratiempos], Rahner jugó un papel pequeño en el trabajo de las comisiones preparatorias conciliares. La restauración del diaconado permanente parece haber sido el único tema sobre el que él fue consultado oficialmente. Tampoco fue inicialmente nombrado peritus [perito] oficial o asesor teológico del Concilio. Él llegó al Concilio como asesor personal del Cardenal König, un rol que también desempeñó para el Cardenal Döpfner, y fue un perito conciliar oficial sólo después de que comenzó el Concilio. A partir de entonces, con el respaldo de sus patrocinadores, se convirtió rápidamente en una figura dominante.

El P. Congar habla de su influencia como “enorme". “El clima", dice Congar, “se había convertido en: Rahner dixit. Ergo verum est.  [Lo dijo Rahner. Por lo tanto es verdad]. Permítanme darles un ejemplo: había dos micrófonos sobre la mesa, pero Rahner había monopolizado uno… Ocurría a menudo que el Cardenal Arzobispo de Viena Franz König, cuyo experto era Rahner, se volvía hacia Rahner y decía, como incitándolo a intervenir: Rahner quid? [Rahner, ¿qué?] Entonces, por supuesto, el Padre Rahner intervenía”209.

“Rastros de su teología", escribe el Padre Dych, “pueden ser hallados en la enseñanza del Concilio sobre la Iglesia, sobre el primado papal y el episcopado, sobre la revelación y la relación entre Escritura y Tradición, sobre la inspiración de la Biblia, sobre los sacramentos y el diaconado, sobre la relación de la Iglesia con el mundo moderno, sobre la posibilidad de salvación fuera de la Iglesia (la Iglesia visible) incluso para los no creyentes, y en muchas otras áreas". Sin embargo, esto no significa que el Concilio haya adoptado las opiniones de Rahner indiscriminadamente sobre todos estos temas. No tenemos que negar que él hizo aportes positivos a los textos. Pero también hay evidencia de que ejerció una influencia negativa, en el sentido de que posiciones tradicionales se mantuvieron con menos fuerza de lo que podría haber sido210.

Sin embargo, lo principal en este punto es que él haya salido del Concilio como, extraoficialmente, el intérprete más autorizado de lo que había sido todo [aquello]. “¿Quién no toma hoy su punto de referencia de Karl Rahner?” escribió von Balthasar sobre esta época211.

Mientras tanto, con su impresionante capacidad de trabajo, él había seguido enseñando teología en Innsbruck, hasta que se trasladó a la Universidad de Munich en 1964, y finalmente, en 1967, a Münster, donde fue profesor de teología dogmática hasta su jubilación en 1981.

Después del Concilio, su posición frente a Roma podría ser comparada con la de un archiduque austríaco del siglo XIX que respaldara los movimientos de independencia en los territorios dependientes del Imperio sin salir personalmente al campo de batalla ni romper relaciones con su padre en Viena. Los enfrentamientos directos con la autoridad se dejaron en manos del Padre Schillebeeckx, el Padre Küng y subordinados menores. Siempre atento a su reputación como un “gran teólogo", Rahner tuvo mucho más cuidado que las “tropas de choque” de la revolución para hacer que sus ideas parecieran desarrollos teológicos legítimos en lugar de las innovaciones que, cada vez más, eran. Éste fue el período de giras por el extranjero dando conferencias a audiencias extáticas de sacerdotes, religiosos y laicos.

Roma, por su parte, hizo todo lo posible, por razones estratégicas, para disimular el grado de su responsabilidad en la rebelión y la naturaleza precisa de lo que él parecía estar diciendo. Él fue, por ejemplo, uno de los primeros miembros de la Comisión Teológica Internacional del Papa Pablo. Más tarde se acordó que él y la Comisión debían “seguir por caminos separados” debido a “incompatibilidades” de perspectiva teológica212.

En noviembre de 1963, más de una década antes, él había escrito a su amigo Vorgrimler desde Roma diciéndole que un festschrift [libro de homenaje] en honor a su 60° cumpleaños le sería muy útil porque no era para nada seguro que “mis cosas ‘más peligrosas’ ya hayan sido escritas” (30 Días, n. 4, 1993, p. 61). Pero ahora las “cosas peligrosas” estaban siendo escritas, y a medida que se multiplicaron, también lo hizo la prominencia de sus críticos.

El Cardenal Frings y el Padre Ratzinger habían comenzado a tener reservas sobre aspectos de su teología antes de que terminara el Concilio213. Los críticos eventualmente incluirían no sólo a figuras de “mentalidad tradicional” como el Cardenal Siri de Génova, sino también a ex simpatizantes o colegas como los Padres von Balthasar y de Lubac. Von Balthasar había revisado rápidamente su opinión sobre Rahner como “un punto de referencia”214.

A pesar de esto, en ningún momento se cuestionó oficialmente ninguna de las doctrinas de Rahner, ni tampoco, como les sucedió a hombres menores, fue invitado a Roma para explicarlas. Él puede ser visto como la artillería pesada de la revolución, disparando desde detrás de las líneas para suavizar una doctrina antes de que sus seguidores fueran al ataque.

Él pasó sus años de retiro escribiendo y dando conferencias en su país y en el extranjero. Para su 80° cumpleaños, en 1984, hubo celebraciones en Friburgo, Innsbruck, Londres y Budapest. Murió tres semanas después, momento en el que generaciones enteras habían absorbido su forma de pensar. Uno de sus últimos actos fue una carta a los obispos del Perú apoyando la teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez.

Notas

206. William V. Dych, Karl Rahner, Geoffrey Chapman, Outstanding Christian Thinkers Series [Serie “Pensadores cristianos destacados"], p. 8. El Padre Dych, alumno de Rahner, actuó como intérprete en sus giras de conferencias estadounidenses y ha traducido [al inglés] Espíritu en el Mundo y, a pedido del propio Rahner, Curso fundamental sobre la fe.

207. 30 Días, n. 10, 1992, p. 53. A modo de contraste, en 1931, Heidegger le dijo a Edith Stein, de quien él pensó erróneamente que estaba solicitando un trabajo como su asistente, que si ella “tenía la intención de seguir una línea católica, entonces sería impracticable trabajar para él” (Edith Stein, por la Hermana Teresia de Spiritu Sancto, ODC, Sheed and Ward, 1952, p. 92).

208. Carta al autor del P. Kenneth Baker SJ, editor de The Homiletic and Pastoral Review [La Revista de Homilética y Pastoral]. Sitzfleisch [literalmente, asentaderas]: una antigua expresión alemana para la perseverancia.

209. Congar, entrevista en 30 Días, n. 3, 1993.

210. Algunos de sus esfuerzos menos felices se pueden encontrar en el relato del Vaticano II de Ralph Wiltgen, The Rhine Flows Into the Tiber [El Rin desemboca en el Tíber], Hawthorn Books, USA, 1967. El gran mérito de este libro es que, a la vez que está “lleno de detalles precisos” (Yves Congar), su autor, misionero del Verbo Divino, sabía cómo estar completamente informado. Dirigió un servicio de noticias internacional durante el Concilio, y conoció y entrevistó a innumerables Padres y periti del Concilio.

211. Citado en 30 Días, n. 10, 1992. “Yo pensé que debía descubrir de qué se trata la nueva teología", dijo un futuro arzobispo al autor en 1967, blandiendo un libro de Rahner. Durante las primeras dos décadas y media después del Concilio, la nueva teología significaba Rahner, Schillebeeckx y Küng para la mayoría de los católicos, como se podía ver de un vistazo en la mayoría de las estanterías [de libros] de los presbiterios de ese período. Al menos en Inglaterra, era inusual encontrar mucho (si es que había algo) de De Lubac o Congar.

212. El Cardenal Seper al autor, octubre de 1980. El Cardenal era en ese momento jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe [CDF]. En 1993, en una carta bastante cautelosa a la publicación mensual internacional 30 Días (n. 3, p. 7), el cardenal König, aunque admitiendo que “podría existir el deseo de estar en desacuerdo con algunos aspectos de la teología de Rahner", defendió a Rahner de la acusación de heterodoxia con el argumento de que, si alguno de sus escritos hubiera merecido censura, la Congregación para la Doctrina de la Fe se habría visto obligada a tomar medidas. El Cardenal seguramente sabía que, con su antiguo protegido acusando constantemente a Roma y a la CDF de tratar de sabotear el Concilio, cualquier acción de este tipo se había vuelto casi imposible.

213. Wiltgen, op. cit., p. 285.

214. Cordula oder der Ernstfall, 1966 (The Moment of Christian Witness [El momento del testimonio cristiano], Ignatius Press 1994), pp. 100-130. Para las críticas del Cardenal Ratzinger, véase Principles of Catholic Theology [Principios de la teología católica], Ignatius Press, 1987 (original alemán, 1982), pp. 162-171.

Copyright © Philip Trower 2006, 2011, 2018.

Al dejar de existir Family Publications , los derechos de autor volvieron al autor Philip Trower, quien dio permiso para que el libro fuera colocado en el sitio web Christendom Awake.

Fuente: http://www.christendom-awake.org/pages/trower/cc&cf/corrected/cc&cf-chap20.htm

(versión del 16/02/2021). Traducido al español por Daniel Iglesias Grèzes, con autorización de Mark Alder, responsable del sitio Christendom Awake.


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2 comentarios

  
Jorge Cantu
Rahner llegó a ser un 'santón' intocable de la Nueva Teología, si viviera hoy, perfectamente podría estar inspirando y dirigiendo el 'camino sinodal alemán'.
10/07/22 6:25 AM
  
gustavo perez
Siguiendo la línea de pensamiento del articulista -bien informado, desde luego, en la teología rahneriana- se impone la razón del "talante jesuitico", hoy dominante en el Iglesia, personificado de bulto en esta figura. Imponente, avasallador, bien rodeado de las figuras "políticas" influyentes del momento, en este caso de los cardenales alemanes que dominaron en el concilio, cauteloso al máximo, arropado con la llamada "prudencia del siglo" para poder influir, desde dentro,e imponer su pensamiento sin despertar resquemores que le impidieran su marcha. "Él puede ser visto como la artillería pesada de la revolución, disparando desde detrás de las líneas para suavizar una doctrina antes de que sus seguidores fueran al ataque". Este es el RAHNER sobredimensionado del "giro antropológico" y sobre todo la figura dominante de la Compañía de Jesús en el hoy del pontificado de Francisco en busca de una "nueva Iglesia"...
10/07/22 8:16 PM

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