Philip Trower, La Iglesia Católica y la Contra-fe -12

La Iglesia Católica y la Contra-fe: Un estudio de las raíces del secularismo moderno, el relativismo y la descristianización

Por Philip Trower

Contenidos

Parte 1. La civilización occidental en los siglos XX y XXI: creencias centrales

Capítulo 1. Por favor use la puerta principal

Capítulo 2. ¿Qué fue la Ilustración?

Capítulo 3. Las denominaciones

Capítulo 4. El progreso perpetuo

Capítulo 5. Los principios de 1789

Capítulo 6. La salvación por la política

Capítulo 7. Los derechos humanos y los males humanos

Parte 2. Influencias secundarias

Capítulo 8. El cambio al sujeto humano en filosofía

Capítulo 9. El existencialismo: Heidegger y Sartre

Capítulo 10. El personalismo: Buber, Marcel y Scheler

Capítulo 11. El personalismo: Maritain y Mounier

CAPÍTULO 12. LA IDEA EVOLUTIVA

La idea evolutiva es una parte tan importante del pensamiento occidental que no puede haber nadie con una educación occidental que no esté afectado por ella. Pero con las ideas que se construyen en nuestras mentes desde la primera infancia, a menudo no somos conscientes de lo que estamos soportando precisamente. Por lo tanto, este capítulo no está dedicado a determinar si la “evolución", en el sentido usualmente entendido, tuvo lugar, sino a desentrañar la “idea” para ver qué contiene realmente, y a qué, sin que a menudo se den cuenta, está comprometiendo a los cristianos cuando empiezan a tratar de “bautizarla".

Incluso personas muy calificadas a menudo se lanzan al tema como si desconocieran que la palabra “evolución” tiene ahora cuatro significados bastante distintos. Éstos están respaldados por evidencias, o están abiertos a objeciones de diferente peso y valor, por lo que no es sorprendente que el tema sea tan espinoso. Todos estamos familiarizados con esos diferentes significados de una manera básica, pero ellos tienden a existir en nuestras mentes en un solo bulto no digerido.

Sin embargo, dado que ha surgido una situación en la que ofrecer incluso una crítica leve de la teoría de la evolución lo expone a uno al peligro de ser descartado como un chiflado, primero quiero asegurarme de que, si hago algunos comentarios críticos, se vea que estoy en buena compañía. He aquí, pues, cuatro citas de hombres con credenciales científicas impecables:

“Ningún argumento o epigrama inteligente puede disfrazar la improbabilidad inherente de la teoría de la evolución ortodoxa; pero la mayoría de los biólogos sienten que es mejor pensar en términos de eventos improbables que no pensar en absoluto” (James Gray, Zoólogo de Cambridge, 1954).

“Decir que el desarrollo y la supervivencia de los más aptos es enteramente una consecuencia de mutaciones aleatorias me parece una hipótesis no basada en evidencia alguna e irreconciliable con los hechos. Las teorías evolutivas clásicas son una simplificación excesiva y grosera de una masa de hechos inmensamente compleja e intrincada, y me asombra que tantos científicos las traguen tan acrítica y fácilmente durante tanto tiempo sin un murmullo de protesta” (Sir Ernest Chain, ganador del premio Nobel y co-descubridor de la penicilina, 1970).

“La opinión de que la evolución puede ser entendida en última instancia en términos de genética y biología molecular es claramente errónea” (Steven M. Stanley, de la Universidad Johns Hopkins, 1974).

“La evolución (se ha convertido) en cierto sentido en una religión científica; casi todos los científicos la han aceptado y muchos están dispuestos a ‘torcer’ sus observaciones para que encajen con ella. (…) Siempre he sospechado un poco de la teoría de la evolución debido a su capacidad para dar cuenta de cualquier propiedad de los seres vivos. Por lo tanto, he tratado de ver si los descubrimientos biológicos de los últimos treinta años, más o menos, encajan con la teoría de Darwin. No creo que lo hagan. En mi opinión, la teoría no se sostiene en absoluto.” (H. S. Lipson, CBE, Profesor de Física, Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Manchester, en el número de mayo de 1980 de Physics Bulletin).

Se podría hacer una larga lista de tales declaraciones, pero no tenemos un espacio ilimitado.102

Un segundo punto introductorio: la evolución tiene que ver con el cambio. Entonces, antes de embarcarnos en el tema, deberíamos tener clara al menos la diferencia entre los dos tipos principales de cambio.

Éstos son el cambio accidental y el sustancial. Los cambios accidentales son los que modifican la apariencia o “superficie” de una cosa sin convertirla en una cosa diferente. El cambio sustancial (en la medida en que sea posible) convierte un tipo de cosa en otra cosa completamente nueva. Ésta ha recibido una naturaleza o forma diferente. Se ha transformado. Alternativamente, se descompone en sus componentes físicos y deja de existir como esa cosa en particular —como le sucede a nuestros cuerpos al morir.103

Esto nos ayuda inmediatamente a ver la diferencia entre la evolución y la forma de cambio aparentemente similar pero en realidad diferente que llamamos “desarrollo". Las dos palabras solían usarse indistintamente para cualquier movimiento de un estado de cosas a otro. Pero desde Darwin se ha vuelto necesario distinguir entre ellas.

Evolución se refiere básicamente a un cambio sustancial, una clase de cosas que se convierte en otra clase de cosas. Desarrollo, por el contrario, no se refiere a cosas que se convierten en cosas diferentes, sino a cosas que se vuelven más plenamente ellas mismas. Se trata del despliegue de los poderes y posibilidades ocultos de una cosa, aunque la cosa misma siga siendo lo que era. Podría llamarse el tipo más alto de cambio accidental.

Quizás ahora estemos mejor preparados para perseguir nuestro propósito original.

Descendencia desde una sola forma de vida

El primer significado de la palabra “evolución” es el que conocemos mejor. Según esta teoría, los diferentes tipos de animales y plantas no fueron creados diferentes desde el principio, sino que llegaron a existir a través de la descendencia de una única forma de vida primitiva y a través de un proceso de cambio y transformación que duró millones de años. Las formas superiores, incluidos los hombres, “crecieron” o fueron extraídas de grupos desprendidos de formas inferiores. La palabra francesa transformisme, usada inicialmente a veces como una alternativa a “evolución” para describir este proceso real o supuesto, da la mejor idea de lo que se supone que sucedió.104

La evolución en este primer sentido más básico no es un hecho establecido sino una hipótesis científica sugerida por el trabajo de naturalistas del siglo XVIII y principios del XIX como Buffon, Linnaeus y Cuvier, quienes estaban interesados no ​​tanto en cómo los diferentes tipos de animales y plantas llegaron a ser como son, sino en clasificarlos en grupos y subgrupos (órdenes, familias, géneros, especies, etc.) con base en sus similitudes anatómicas y en la posición de los fósiles en los estratos rocosos. Si las formas vivientes podían ser agrupadas en familias como éstas, ¿no podían descender todas de un solo tipo ancestral común en lugar de un grupo de arquetipos separados y distintos? Darwin no inventó esta idea. Lamarck parece haber sido el primero en formularla sistemáticamente. Pero Darwin recopiló el mayor conjunto de información sobre la vida animal y vegetal en aparente apoyo a la misma.

Al decir esto no estoy negando que los formidables poderes de observación, paciencia, atención al detalle y tenacidad de propósito de Darwin lo colocan entre los naturalistas del rango más alto. Desafortunadamente, la naturaleza de sus estudios, y más aún lo que le parecían sus implicaciones, lo llevaron al mundo de la filosofía y la metafísica, para el que no estaba igualmente equipado. Al desarrollar una cosmología y una antropología que ignoran cuestiones de un orden superior al geológico y biológico —cuestiones como los orígenes y el rol de la bondad, la belleza, el amor y la inteligencia— terminó, aunque involuntariamente, como Marx y Freud, invirtiendo la mente pública del mundo occidental, y no, en general, para su beneficio.105

A pesar de esto, la evolución en este primer sentido no es incompatible con la fe en Dios. Dios podría haber traído a la existencia a los animales y las plantas de esta manera. La pregunta importante es: ¿realmente lo hizo así? ¿La evidencia presentada a favor de la teoría es adecuada? Como acabamos de ver, no todos los científicos creen que lo sea —al menos no según la evidencia que hemos visto hasta ahora.

Desde el principio, el mayor dolor de cabeza para los evolucionistas, no cristianos y cristianos, ha sido la falta de las llamadas “formas intermedias": si la evolución sucedió como se supone, las rocas seguramente deberían estar llenas de fósiles de criaturas en un estado de semi-transformación entre una especie y la siguiente. No sólo el caso extraño y difícil de clasificar, que con un poco de imaginación podría ser una forma intermedia, sino literalmente miles de formas intermedias indiscutibles. Pero ellas simplemente no están allí.

Como sabe cualquiera que se haya adentrado en el tema, las especies aparecen en los estratos rocosos que contienen fósiles “muy repentinamente, muestran poco o ningún cambio durante su existencia en el registro, y luego desaparecen abruptamente del registro". Eso dice el curador del Museo Field de Chicago, David Raup, escribiendo en 1979. Mucho antes de eso, el amigo y aliado de Darwin Thomas Huxley había señalado que la idea de un cambio gradual era incompatible con el registro fósil. ¿Cómo explicamos también cosas como los fósiles de árboles que se extienden a través de varios estratos rocosos (poli-estratos) que supuestamente se depositaron a intervalos durante millones de años? ¿O los innumerables mamuts encontrados en el permafrost siberiano con hierba fresca en sus estómagos? (Sin una caída repentina y catastrófica de la temperatura, la hierba se habría encontrado digerida). Hay abundantes ejemplos de fenómenos geológicos como éstos que sugieren que el desafío al cambio gradual y geológicamente prolongado, uno de los fundamentos de la teoría de la evolución, está todavía muy vivo.

Estos problemas y otros similares pueden no ser argumentos concluyentes contra el origen evolutivo de las especies, pero no son fáciles de descartar. En el estado actual del conocimiento, lo que las rocas, los fósiles y los animales tienen para decirnos sobre el pasado remoto sigue siendo profundamente misterioso. Es como una inscripción en un idioma que todavía nadie sabe del todo cómo descifrar.

La declaración más autorizada de la Iglesia sobre la evolución hasta el momento se encuentra en la encíclica Humani Generis de Pío XII (1950). Los católicos, dijo, pueden creer que Dios pudo haber creado los animales y las plantas mediante algún tipo de proceso evolutivo, e incluso que pudo haber usado el cuerpo de algún tipo de simio superior para el cuerpo del primer hombre. Pero el resultado fue algo completamente nuevo y diferente. El cuerpo se unió a un alma humana inmortal creada directamente por Dios y fue transformado en el proceso. Con respecto a la evolución en general, advirtió el Papa, los católicos deben recordar que se trata de algo que todavía es sólo una hipótesis. Aunque los primeros capítulos del Génesis no son historia o una descripción científica en el sentido moderno, no deben ser tratados como un revoltijo de folklore judío sin doctrina o verdad de ningún tipo. De alguna manera, aún por determinar, “entran bajo el título de historia".106

Elección por azar

La segunda idea que la gente tiene en mente cuando habla de evolución es la teoría de la “selección natural” o “la supervivencia del más apto". Ésta es una hipótesis acerca de cómo funciona realmente la transformación de una especie en otra, y en su forma inicial fue en verdad la creación de Darwin, aunque él se basó en gran medida en el uniformismo geológico de su amigo Sir Charles Lyell.107 Para marcar la diferencia entre estos primeros dos significados de la palabra “evolución", podemos por lo tanto llamar justificadamente al segundo “darwinismo".

De hecho, tampoco la “selección natural” era una idea totalmente nueva. El hecho de que los miembros débiles o enfermos de una especie tienden a ser eliminados es una cuestión de observación que hasta ahora se había interpretado como una de las formas de la naturaleza para mantener sana a una especie en particular. La novedad de la teoría de Darwin estuvo en dar vuelta la idea y afirmar que podía ser el punto de partida para producir una nueva especie. Si la naturaleza elimina a los miembros débiles y mal adaptados de una especie, debe de favorecer a los fuertes o mejor adaptados. A esta idea él unió luego otros dos hechos bien conocidos, largamente explotados por jardineros y criadores de animales domésticos. No sólo todos los miembros de una especie varían ligeramente; al aparear los que varían de la misma manera, se puede enfatizar una tendencia particular hasta obtener, no una nueva especie, sino un subtipo reconociblemente diferente. Las formas variantes, ya sean producidas por el hombre o por la naturaleza, son el desarrollo de las posibilidades ocultas latentes en un tipo o especie. Es más bien como un tema y las variaciones en la música. Con respecto a las especies como un todo, la variación es siempre una cuestión de cambio accidental.

Pero ¿no podría la naturaleza hacer ciegamente, se preguntó Darwin, lo que el criador selectivo hace a sabiendas, e incluso ir mucho más allá? Poco a poco, generación tras generación, ¿no podría una acumulación de pequeñas variaciones favorables a animales particulares en su lucha por la supervivencia terminar en un nuevo órgano o estructura corporal, dando finalmente como resultado un nuevo tipo de criatura, en el sentido de ser incapaz de cruzarse con la forma ‘padre’ de la que surgió? En otras palabras, ¿no podría una larga cadena de cambios accidentales conducir de alguna manera a un cambio sustancial, no en miembros individuales de una especie, sino en una sección de la especie misma? Una “especie” es, por supuesto, una abstracción, por lo que lo que se prevé es un cambio metafísico.

Lo que Darwin propuso no era, por supuesto, “selección natural", ya que selección significa elección, y sólo las mentes pueden elegir. Es por eso que su teoría pronto proporcionó tantos dolores de cabeza a su inventor como lo había hecho la teoría de la evolución.

Darwin, como hemos visto, pensaba en términos de pequeñas variaciones y un entorno que cambia de un modo extremadamente lento. Por lo tanto, una acumulación de pequeñas variaciones suficientes para producir un nuevo órgano o estructura corporal debe de llevar millones de años. Pero, ¿qué valor tiene un órgano en desarrollo hasta que es apto para su uso?

El camino se vuelve aún más difícil cuando tratamos de imaginar la evolución de órganos complejos como el ojo o el sistema digestivo. Tenemos que imaginar un cúmulo de cambios, cada uno inútil en sí mismo, pero todos convergiendo a lo largo de millones de años hacia un fin común sin saberlo. Hoy, los críticos del darwinismo describen tal hipótesis como una violación del “principio de complejidad irreductible". Dicen, en efecto, que si bien es posible hacer adiciones a un sistema ya existente (como, por ejemplo, el motor de combustión interna) que no estaban previstas desde el principio, es imposible que los requisitos básicos que habilitan al sistema a funcionar como el sistema particular que es sean una colección aleatoria de partes ensambladas sin un plan o propósito.108

El mismo Darwin admitió que “en ningún caso” pudo probar que la selección natural había “cambiado una especie en otra",109 mientras que Huxley confesó que la idea de cambio gradual era incompatible con el registro fósil y se preguntó por qué, en el caso de cambio gradual, deberían ocurrir variaciones en absoluto.

En la década de 1920, a los darwinistas les resultaba cada vez más difícil tapar las grietas. Rebautizada como “neodarwinismo", la teoría ya había tenido que ser modificada para tener en cuenta los descubrimientos de la genética, como luego tendría que asimilar los hallazgos de los biólogos moleculares o los microbiólogos. Mientras tanto, se estaba produciendo un retorno parcial a algunas de las ideas de Cuvier. Podría llamarse “neo-catastrofismo". Un cuerpo cada vez mayor de geólogos y paleontólogos estaba re-explorando la evidencia y decidiendo que la formación de la superficie terrestre, lejos de haber sido siempre lenta y uniforme, se debía en gran parte a convulsiones periódicas en una escala mundial, y que las diversas especies que conocemos hoy no emergieron lentamente a lo largo de los millones de años planteados por Darwin, sino rápidamente en “saltos” de miles de años, o incluso posiblemente de meros cientos de años. Este aspecto del neodarwinismo, popularizado por Stephen J. Gould, se describe como “equilibrio puntuado". Cuando ocurre una de estas catástrofes, según David Jablowski de la Universidad de Chicago, “no son necesariamente los más aptos los que sobreviven; a menudo son los más afortunados".

Se argumenta que pequeños cambios o “ajustes” en el código genético, posiblemente provocados por un cambio ecológico repentino, pueden producir grandes cambios en la apariencia de un organismo. Obviamente, éste es un intento de sortear el problema de la ausencia de formas intermedias. Pero, ¿qué tan grande es el cambio? Si el ajuste produce lo que sigue siendo una variación, por grande que sea, en una especie ya existente, entonces la necesidad de formas intermedias en los estratos rocosos permanece con el agregado de un nuevo problema: el código genético tiene que “saber” cómo dar el tipo de ajuste exactamente adaptado al desastre ecológico particular que lo precipita. Si, por otro lado, un ajuste suficientemente fuerte puede producir una especie totalmente nueva, entonces toda la teoría darwinista del transformismo por selección natural está en ruinas. Porque según esta versión, el origen de las especies no estaría en un largo proceso de supuesto ensayo y error, sino en cambios repentinos en el código genético que ocurren por razones y de maneras que nadie conoce todavía. Esto sólo puede significar que estamos de regreso donde comenzó todo el debate sobre el mecanismo que impulsa el proceso evolutivo a partir de una única forma de vida primitiva.110

Otro desafío más para la corriente principal del darwinismo (viejo y nuevo) ha venido de los proponentes del “principio antrópico", lo que significa que, cuando se lo mira como un todo, el universo parece haber sido “finamente sintonizado” de modo especial para producir un ambiente capaz de sustentar la vida humana. En innumerables puntos del curso del desarrollo del universo, si las cosas hubieran sido sólo un poquito diferentes, la vida humana habría sido imposible. ¿Cómo es posible que esto haya sucedido por accidente?

Para parar este impulso aparentemente letal, los campeones de un universo auto-generado, como el infatigable Richard Dawkins y Daniel Dennett, han sugerido que el universo existente es sólo uno de un número cada vez mayor de universos alternativos. Dado que el proceso es interminable y auto-generado, ellos afirman que está estadísticamente obligado a vomitar un día un universo capaz de sustentar la vida humana, sin la ayuda de ningún agente inteligente. Aunque no fuera más que por eso, uno no puede evitar sentirse impresionado por su ingenio y pertinacia.111

Pero a través de todas estas adaptaciones, se ha preservado lo que a los ojos de los darwinistas de todo tipo es el rasgo esencial de la teoría. Darwin hizo posible que los hombres que no quieren creer en Dios crean lo imposible sin parecer locos; es decir, que las cosas pueden hacerse a sí mismas.

Entonces, mientras que los argumentos a favor y en contra de la evolución en el primer sentido (transformismo) tienen que ver con la evidencia, los que están a favor y en contra de ella en el segundo sentido (selección natural) tienen que ver en gran medida con la lógica, o con tratar de evadirla.

También se verá que el debate sobre el origen de las cosas no es uno sencillo entre el evolucionismo y los creacionistas; hay dos debates entrelazados. El primero es entre creyentes y no creyentes acerca de si se puede tener una “creación” sin un Creador y una “ley” sin un Legislador. El segundo es entre creyentes acerca de si Dios trajo las cosas a la existencia rápidamente, y en lo que respecta a los seres vivos, a partir de especies creadas directamente; o durante eones a partir de una única forma de vida inicial ("creacionistas” contra “evolucionistas teístas"). De hecho, aunque los “creacionistas” consideren a los evolucionistas cristianos como un caballo de Troya en la Ciudad de Dios, ambos son “creacionistas” en el sentido de que ven a Dios como la causa suprema y final de todo. Lo que los divide son los métodos que Dios usó y la naturaleza de las dificultades a vencer. Mientras que los creacionistas tienen que reconciliar su posición con los datos anatómicos y geológicos (¿por qué, por ejemplo, la naturaleza estaba aparentemente llena de violencia salvaje antes de la caída del hombre?), la pregunta más difícil para los “creacionistas extendidos” o evolucionistas teístas es cómo, si Dios no intervino directamente en el proceso evolutivo, usó causas secundarias para producir resultados previstos. La selección natural, como hemos visto, es incapaz de integrar la noción de previsión, aunque ella está implícita en la naturaleza misma de las formas biológicas.112

Antes de dejar el darwinismo, conviene decir algo también sobre sus consecuencias sociales.

Los cristianos no fueron los únicos que previeron los efectos embrutecedores que la teoría estaba destinada a tener una vez que poblaciones enteras aprendieran a pensar que la competencia despiadada era el mecanismo del progreso. Marx, los nazis y los dueños de fábricas sin principios apelaron a ella para justificar sus teorías o prácticas, mientras que no creyentes como Bernard Shaw, el filósofo y novelista Samuel Butler y el pensador socialista Príncipe Kropotkin clamaron en protesta. Incluso Huxley, aliado de Darwin, era consciente de sus implicaciones. “El progreso moral de la sociedad", escribió, “no depende de imitar el proceso cósmico (es decir, la lucha evolutiva por la supervivencia), sino de combatirlo".113 Pero, ¿por qué debería existir tal cosa como el progreso moral en un universo amoral y sin propósito, y cómo hemos de explicar un proceso cósmico ciego que de repente se invierte para producir ese progreso?

Es curioso cuán pocos, si los hay, darwinistas dedicados están dispuestos a enfrentar la inconsistencia de su posición en este sentido. A menudo son pacifistas y, en general, están en contra de la guerra, mientras se niegan a reconocer que su cosmovisión justifica, y en verdad exige, no sólo la guerra sino también el genocidio. Ellos creen en la igualdad. Pero si descendemos de una multitud de homínidos en competencia (poligenismo) en lugar de una sola pareja humana creada directamente por Dios (monogenismo), bien podría haber razas superiores e inferiores. Una vez más, se trata de actitudes cristianas residuales que sobreviven en un entorno mayormente anticristiano.

La raíz del problema parece residir en una mentalidad científica que, durante los dos últimos siglos, se ha concentrado cada vez más en las dos primeras de las cuatro causas de las cosas de Aristóteles, descuidando la tercera y la cuarta. La tendencia hace su primera aparición notable con el Novum Organum de Francis Bacon (1620), y en el siglo XVIII recibe un poderoso impulso de la Encyclopédie [Enciclopedia] de Diderot con su énfasis en la búsqueda exclusiva del “conocimiento útil".

Por “causas” Aristóteles se refería a las respuestas a las cuatro preguntas más fundamentales que nos hacemos cuando nos enfrentamos a algo nuevo. ¿De qué está hecho (causa material)? ¿Cómo está hecho y cómo funciona (causa instrumental)? ¿Qué lo hace ser y lo mantiene como el tipo de cosa que es (causa formal)? ¿Con qué propósito fue hecho (causa final)? Si la preocupación aparentemente exclusiva de la mayoría de los científicos de hoy por las causas materiales e instrumentales, y su indiferencia hacia las causas formales y finales, es una consecuencia o una causa contribuyente del ateísmo moderno es difícil de decir. Lo que es incuestionable es la comprensión unidimensional empobrecida del cosmos que ha generado.

Ningún cristiano debe dudar de que investigar los secretos de la naturaleza es bueno en sí mismo. Pero cuando se persigue la investigación científica sin un mínimo de interés o de base filosófica en las causas formales y finales, también observamos una tendencia a que ella se vuelva espiritual e incluso físicamente letal. El autor original de la leyenda de Fausto parece haberla previsto medio siglo antes de que comenzara.114

Evolución continua

Llegamos ahora al tercer significado de evolución. La mayoría de la gente da por sentado que el proceso aún continúa. Para esto, sin embargo, es difícil ver evidencia de cualquier tipo. Si la evolución continuara, deberíamos ver innumerables criaturas con características físicas en cada etapa de semi-desarrollo. Pero ellas no sólo están ausentes del registro fósil; están ausentes, cuando deberían estar presentes, aquí y ahora ante nuestros ojos. No sirve decir, como dice la gente: “Ah, pero la evolución funciona muy lentamente. Es por eso que no puedes verla sucediendo". No importa cuán lentamente funcione, la lógica de la teoría exige una multitud de formas en cada estado concebible de semi-desarrollo en cada momento de la historia biológica.

Creo que la única razón por la que la gente cree en la evolución continua es que una vez que uno se ha comprometido con la existencia de tal proceso, es difícil explicar por qué debería detenerse. El biólogo Julian Huxley y su amigo el Padre Teilhard de Chardin trataron de soslayar la dificultad sosteniendo que el “impulso evolutivo” se expresa ahora a través del progreso humano. Ya no se molesta con los animales y las plantas. Pero esto es sólo una suposición para sortear un hecho inconveniente.

La evolución como demiurgo

La cuarta y última idea que la gente parece tener en mente cuando habla de evolución es que algo llamado Evolución con E mayúscula es responsable de toda la historia del universo. Bajo el impulso de esta fuerza misteriosa, todo se transforma continuamente en algo diferente y mejor, a pesar de contratiempos como la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

En este punto hemos pasado de la ciencia a la filosofía, aunque no parezca merecer el nombre de “filosofía". Es realmente sólo la doctrina de la Ilustración del progreso perpetuo biologizado y cosmologizado.

Pero, ¿qué tienen en común las leyes físicas y químicas aparentemente inmutables que rigieron la formación de las galaxias, los planetas y la Tierra con el proceso aleatorio llamado “selección natural"? ¿Los átomos y las moléculas varían como los animales y las plantas de modo que algunos son “seleccionados” por circunstancias favorables para un desarrollo ulterior y otros son rechazados? ¿Las estrellas luchan entre sí por la supervivencia? Si no, ¿por qué incluir su formación bajo el concepto de evolución? Dar un mismo nombre a actividades en campos diferentes que operan de acuerdo con leyes diferentes debería hacer sonrojar las mejillas de cualquier científico o filósofo genuino.

Los evolucionistas de este tipo también tienden a dejar fuera de su relato la evidencia de que las cosas en muchos lugares han pasado de un estado mejor a uno menos bueno —los desiertos, por ejemplo, donde una vez hubo sabanas y bosques. La Tierra y el universo a menudo muestran más signos de deterioro que de construcción. Podrían compararse con un automóvil, que algún día se desgastará, pero mientras tanto tiene suficiente energía y poder de resistencia para llevar a sus pasajeros a su destino —una visión que parece resonar con la segunda ley de la termodinámica y la noción de entropía, por no hablar de la escatología cristiana.

Cuando los científicos y filósofos no creyentes hablan de la evolución como una especie de demiurgo responsable del origen y la historia del universo, simplemente están trayendo un sustituto de Dios por la puerta trasera después de echarlo por la puerta principal. Esto se debe a que es tan obvio que el universo tiene inteligencia, diseño, propósito y previsión escritos por todas partes, que es imposible hablar de cualquiera de sus partes durante mucho tiempo sin caer en el lenguaje de la inteligencia, el diseño, el propósito y la previsión.115 Es igualmente imposible pensar en la cosa como un todo sin buscar una única causa última, del mismo modo que Einstein siempre buscaba una fórmula única que explicara todos los fenómenos físicos. Estar siempre buscando causas que lo abarquen todo es la inclinación natural de la mente verdaderamente científica. Pero, ¿la causa suprema del universo no debe ser algo distinto del universo mismo?

Hablar de la Evolución con E mayúscula permite a las personas disfrutar del lujo de una causa suprema que está a medio camino entre Algo y Alguien, y tanto “en” el universo como no del todo idéntica a él. Les permite, cuando es conveniente, hablar de ella como si tuviera una mente, y cuando es inconveniente, como si no la tuviera. Lo que importa es que no debe tener un plan, para que los hombres queden libres para dirigir el mundo como les plazca.

Se ve cuán sabio fue Pío XII al advertir a los eruditos católicos que ejercitaran “la mayor cautela” al estudiar la hipótesis científica [de la evolución] y tratar de conciliar cualquier hallazgo auténtico con los datos de la revelación; y podría haber dicho lo mismo de la teoría filosófica [de la evolución].

Ha sido una de las desgracias de la Iglesia que el hombre que hizo el intento más ambicioso de conciliación [entre cristianismo y evolucionismo], el Padre Teilhard de Chardin, haya sido totalmente impermeable a estas advertencias.

Notas

102. Las citas anteriores y similares en este capítulo están tomadas de The Purpose of It All [El propósito de todo esto] del P. Stanley Jaki. Se puede encontrar otras declaraciones críticas de la teoría por parte de autoridades calificadas en Darwin On Trial [título de la edición en español: Proceso a Darwin] (Inter-Varsity Press, 1991) de Phillip Johnson de la Universidad de Berkeley, California, Darwin’s Black Box [La caja negra de Darwin] (1996) de Michael Behe ​​y The Design Inference [La inferencia de diseño] (1998) por William A. Dembski. El libro más reciente que resume las insuficiencias del darwinismo desde las perspectivas filosófica y científica se puede encontrar en Uncommon Dissent: Intellectuals Who Find Darwinism Unconvincing [Disenso no común: Intelectuales que encuentran al darwinismo no convicente], editado por William A. Dembski, ISI Books, 2004.

103. Los cuentos de hadas están llenos de cambios sustanciales —príncipes que se convierten en ranas, etc.— pero en la vida real, fuera de lo que los católicos creen que sucede en la Misa, parece haber muchos menos cambios sustanciales de lo que imaginamos. Con razón llamamos transformación al cambio de oruga a mariposa, o de pecador a santo; pero sigue siendo el mismo ser en un estado físico o espiritual diferente. Quizás la historia de las civilizaciones y los gobiernos nos proporcione los mejores ejemplos de cambio sustancial o “transformismo".

104. Por ejemplo, La crise du transformisme [La crisis del transformismo], de Félix Le Dantec (París, Félix Alcan Editeur, 1909). Le Dantec, materialista declarado, era profesor de fisiología en la Sorbona. Ya en 1909 se consideraba que la teoría estaba en un estado de crisis.

105. La historia de que la belleza de la cola del pavo real lo hizo sentir enfermo puede no ser auténtica, pero demuestra el punto anterior. Hay una buena razón por la cual la existencia de la belleza en los mundos animal y vegetal debería revolver el estómago de cualquier darwinista comprometido. Si la forma y el sistema implican una Mente suprema, la belleza implica un Artista supremo.

106. Denzinger, 3898. Posteriormente, en su Mensaje a la Academia Pontificia de las Ciencias (22 de octubre de 1996), de menor autoridad, Juan Pablo II habló de la evolución como una teoría más que como una hipótesis, atribuyéndole así un mayor grado de probabilidad. Éste fue el punto al que prestaron más atención los medios de comunicación. Más importante, pero en gran parte no mencionada, fue la insistencia del Papa en que cada alma humana es creada directamente por Dios. No es un producto de la evolución o la naturaleza.

107. Uniformismo: la teoría de que la superficie de la Tierra ha sido formada lentamente durante inmensos períodos de tiempo por las mismas fuerzas que actúan hoy de la misma manera que en el pasado. El uniformismo de Lyell, basado en las teorías del geólogo escocés James Hutton, desplazó al anteriormente reinante “catastrofismo", sistematizado por el anatomista francés Cuvier —la teoría de que las principales características físicas de la Tierra eran el resultado de cataclismos geológicos periódicos de alcance mundial en lugar de terremotos locales, erupciones volcánicas e inundaciones pequeñas. La teoría de Cuvier cayó en descrédito entre muchos científicos del período posterior a la Ilustración, en parte, o incluso creo que se puede decir con justicia que en gran medida, porque daba credibilidad al relato bíblico del Diluvio, una narración que por supuesto no se limita a la Biblia, sino que se encuentra en variadas formas en las tradiciones de muchas culturas alrededor del mundo.

108. En palabras del filósofo y lógico Profesor Peter Geach, “no puede haber ningún origen de las especies, a diferencia de un caos empedocleano de monstruosidades variadas, a menos que las criaturas se reproduzcan bastante según su tipo; el mecanismo elaborado y ostensiblemente teleológico de esta reproducción no puede explicarse lógicamente como un producto de la evolución por selección natural entre variaciones aleatorias, ya que, a menos que se presuponga el mecanismo, no puede haber ninguna evolución” (De An Irrelevance of Omnipotence [Una irrelevancia de omnipotencia], Philosophy [Filosofía] 48 (1973) p. 330, citado en: Brian Davies, An Introduction to the Philosophy of Religion [Una introducción a la filosofía de la religión, OUP, 1993, pp. 112-113). Véase también Neil Broom, How Blind is the Watchmaker? [¿Cuán ciego es el relojero?], capítulo 10 (Inter-Varsity Press, 2001).

109. Hasta el momento tampoco ha sido posible producir una especie genuinamente nueva mediante cruzamiento selectivo, ni siquiera utilizando la famosa mosca de la fruta, que se reproduce rápidamente. Por otro lado, si una criatura genuinamente nueva fuera producida por ingeniería genética, sería por supuesto una prueba de intervención inteligente, no de evolución por selección natural.

110. Vale la pena señalar que en nuestros días podemos presenciar un cambio ecológico repentino que produce la muerte de especies y no su cambio dramático en otras [especies] nuevas.

111. En el siglo IV a. C., el filósofo griego Epicuro también postuló la existencia de un número infinito de universos. Sin embargo, en su caso parecen haber llegado a existir y luego haberse desintegrado uno tras otro. (Cf. San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro XI, capítulo 5).

112. Por supuesto estoy simplificando una situación sumamente compleja. Dentro de y entre estos dos grupos hay muchos matices de opinión. En conjunto, van desde los fundamentalistas bíblicos en un extremo hasta los panteístas teilhardianos en el otro. En el medio encontramos, por ejemplo, anti-evolucionistas científicamente calificados que, siguiendo el ejemplo de San Agustín, no interpretarían literalmente los seis días de la creación y basarían sus objeciones completamente en hechos científicamente observados y establecidos. Por otro lado, ser un evolucionista cristiano no significa necesariamente descartar los primeros capítulos del Génesis como folklore judío irrelevante; se reconoce que Dios tuvo un propósito al permitir que [las especies] fueran compuestas como lo fueron. Hablo en ambos casos de cristianos seriamente interesados ​​en el tema. En cuanto a la mayoría de los cristianos de hoy, creo que su actitud podría resumirse así: “No importa cómo la entiendas, la evolución es un hecho. En cuanto a la forma en que Dios encaja en todo esto, sólo Dios sabe. Que de eso se preocupen los teólogos".

113. T. H. Huxley, Evolution and Ethics and Other Essays [Evolución y ética y otros ensayos], Nueva York, 1914, p. 37, citado en: Jaki, op. cit.

114. Véase John Morton, Man, Science and God [El hombre, la ciencia y Dios], Collins, 1972, especialmente p. 16.

115. El “vitalismo” oculto, la presencia asumida, si no admitida, dentro del proceso evolutivo de un impulso que promueve la vida o de un “esfuerzo por llegar a ser", que es aceptado por personas que niegan la existencia del diseño y el propósito, es explorado con elegancia por el filósofo E. Tomlin. En el nivel cotidiano, es más fácilmente detectable en los programas de televisión sobre la naturaleza, donde se elogia o culpa a los animales o las plantas por haberse adaptado bien o mal a los nuevos desafíos, como si cada especie tuviera una mente colectiva y supiera lo que estaba haciendo. El problema, por supuesto, había sido enfrentado por el filósofo francés Bergson hace más de cien años. Al darse cuenta de que a la larga es imposible discutir el cosmos y su historia de manera inteligible sin reconocer y sin tratar de explicar el aparente propósito directivo detrás o dentro del proceso, él postuló su élan vital [impulso vital] panteísta o Dios evolutivo para explicarlo.

Copyright © Philip Trower 2006, 2011, 2018.

Al dejar de existir Family Publications , los derechos de autor volvieron al autor Philip Trower, quien dio permiso para que el libro fuera colocado en el sitio web Christendom Awake.

Fuente: http://www.christendom-awake.org/pages/trower/cc&cf/corrected/cc&cf-chap12.htm

(versión del 16/02/2021). Traducido al español por Daniel Iglesias Grèzes, con autorización de Mark Alder, responsable del sitio Christendom Awake.


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12 comentarios

  
Néstor
Las "formas intermedias" también plantean un problema filosófico que es el de la discriminación injusta. Cualquier bicho de esos, si pudiera hablar, podría responder "intermedia tu abuela". Máxime si todo es cuestión de cambios graduales y nada más. Como dice el autor, el único cambio pensable ahí es el sustancial, que por eso mismo es instantáneo y no gradual, ya que no hay término medio entre ser un gato y no serlo.

Saludos cordiales.
28/04/22 3:10 AM
  
Néstor
Es cierto que se puede pensar en un gato que va sufriendo gradualmente pequeños cambios accidentales hasta que al final se transforma en algo distinto de un gato, pero esa última transformación es sustancial y en todo ese proceso no ha habido nada intermedio entre lo que es un gato y lo que no lo es.

¿Cómo lo llamaríamos? ¿Un medio gato? ¿Algo que es (no) un gato?

Saludos cordiales.
28/04/22 3:39 AM
  
Federico Ma.
Gracias, Daniel. Los capítulos anteriores son en general muy buenos.

En la nota 103 parece dar a entender que la transubstanciación eucarística es un cambio substancial como lo son otros cambios substanciales naturales, pero no es así: porque en los cambios substanciales naturales permanece la materia prima, mientras que en la transubstanciación es cambiada toda la substancia del pan y del vino (i.e., la materia y la forma) en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo.
28/04/22 3:44 AM
  
Néstor
"la pregunta más difícil para los “creacionistas extendidos” o evolucionistas teístas es cómo, si Dios no intervino directamente en el proceso evolutivo, usó causas secundarias para producir resultados previstos."

Es algo más complejo. Las causas segundas pueden ser utilizadas instrumentalmente por Dios para producir efectos sobrenaturales, y lo sobrenatural puede serlo en su sustancia o solamente en cuanto al modo de su producción. Ejemplo de esto último es cuando Nuestro Señor curó la fiebre de la suegra de Pedro.

Ninguna creatura puede naturalmente ser causa segunda de una creatura superior a ella, pero eso no quita que pueda serlo movida sobrenaturalmente por Dios.

Recordar que hay dos clases distintas de moción divina de las creaturas: aquella por la que Dios las mueve a la producción de sus efectos naturales, y aquella por la que las mueve a realizar actos de algún modo sobrenaturales.

Saludos cordiales.
28/04/22 3:53 AM
  
Jackino
En el caso de la evolución humana no nos encontramos con fosiles de seres intermedios porque no estan fosilizados. El caso es que la proporcion de fosiles respecto a la población humana de una epoca determinada debe de ser minima. Lo cual crea una laguna de fosiles tremenda por lo que la pregunta de si todos los cambios han sido graduales como dice el ultradarwinismo quedaría sin respuesta empirica. Seria solamente una teoría.
29/04/22 1:41 PM
  
Federico Ma.
Más bien no nos encontramos con "seres intermedios" porque no los hubo. Es como lo del gato que dice Néstor, y todavía más: o se es hombre o no se es hombre: hay un abismo entre tener alma racional y no tenerla (aun cuando muchos no la empleen qua racional).

Una teoría relativa a lo empírico que se previene diciendo que no hay pruebas empíricas no tiene nada de científico (salvo de ciencia ficción).
30/04/22 3:22 AM
  
Jackino
"Más bien no nos encontramos con "seres intermedios" porque no los hubo". Eso tampoco lo sabemos. Lo cierto es que nos encontramos con una serie de fosiles tan separados en el tiempo que no sabemos que es lo que hay entre medias.
01/05/22 12:11 AM
  
Jackino
Lo que queda claro es que todo individuo pertenece a una especie concreta. Los supuestos seres intermedios mas o menos evolucionados seguirian perteneciendo a una especie determinada.
01/05/22 9:12 AM
  
Jackino
Algunos consideran que los restos de homo antecesor son una especie intermedia entre el homo ergaster y el homo heidelbergensis. Otros consideran que estos restos ya pertenecen a la especie de homo heidelbergensis.
01/05/22 7:50 PM
  
Federico Ma.
Pasa que no puede haber "intermedios" en lo que hace a los cambios sustanciales. En el caso del hombre, que en realidad es el más importante, es muy claro, y es al que Ud. se refería, al hablar de la "evolución humana". Por eso dije que o se tiene alma racional (y se es hombre) o no se tiene (y no se es hombre): pero no hay nada intermedio a estas dos realidades. Por eso sí podemos saber ciertamente que no hubo, en ese sentido, "seres intermedios".
02/05/22 1:01 AM
  
Jackino
Pasa que no puede haber "intermedios" en lo que hace a los cambios sustanciales.

Ahora le entiendo mejor, o se es hombre o no se es. O se tiene alma o no se tiene. Ppr eso tambien digo que un individuo determinado pertenece una especie determinada. No hay medias especies.
02/05/22 11:45 AM
  
José Altamiraqno
El libro Contra la Fe de Philip Trower me parece sumamente interesante, estoy esperando con ansia el capitulo 13, ya a pasado cierto tiempo y usted Don Daniel no lo ha publicado todavía. Le quiero agradecer mucho tanto por sus magníficos libros, como por todas esas obras espirituales y teológicas que usted nos regala, son un gran aporte a la cultura Cristiana, me enriquecen en gran manera. Aplaudo su excelente trabajo y por ilustrarnos con la verdad.
09/05/22 11:04 PM

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