Philip Trower, La Iglesia Católica y la Contra-fe -2

La Iglesia Católica y la Contra-fe

Un estudio de las raíces del secularismo moderno,

el relativismo y la descristianización

Por Philip Trower

Contenidos

Parte 1. La civilización occidental en los siglos XX y XXI: creencias centrales

Capítulo 1 - Por favor use la puerta principal

Capítulo 2 - ¿Qué fue la Ilustración?

Capítulo 2. ¿QUÉ FUE LA ILUSTRACIÓN?

Hay dos hechos sobre la Ilustración que es esencial captar si queremos entender su verdadero significado histórico. El primero es que, independientemente de cómo comenzó, se convirtió en mucho más que sólo otro movimiento en la historia de las ideas, como el movimiento romántico. Lo que sucedió en los salones, bibliotecas y cafés de la Europa del siglo XVIII se asemejó en al menos un aspecto crucial a lo que sucedió en los desiertos de Arabia en el siglo VII DC. Nació una nueva religión mundial.

Claramente hubo y hay grandes diferencias. El Islam tuvo un, y sólo un, fundador. La Ilustración, por otra parte, como un cuerpo coherente de ideas dinámicas, fue la obra de una sucesión de hombres de letras, y sus primeros conversos fueron nobles y sofisticados habitantes de la ciudad. Los [primeros] conversos del Islam fueron en su mayoría miembros de tribus del desierto.

Sin embargo, creo que el título “religión” puede ser justificado en la medida en que las enseñanzas que en breve examinaremos con mayor detalle proveen su propia explicación particular del significado y propósito de la vida y de nuestro destino final como raza; esas enseñanzas son presentadas como el único camino a la salvación y como universalmente válidas para todos los pueblos; y son difundidas por una alta proporción de sus adherentes con celo misionero.

Que realmente estamos tratando con una religión fue reconocido por el Papa Pablo en su discurso de clausura en el Concilio Vaticano II. “En el Concilio", dijo, “la religión del Dios hecho hombre” se había encontrado con “la religión del hombre que aspira a ser Dios". Por supuesto, no quiso decir que había representantes oficiales de sociedades humanistas seculares debatiendo con los obispos en la Sala del Concilio. Se refería al hecho de que gran parte del trabajo del Concilio estuvo dirigido a mostrar hasta qué punto las doctrinas de la Ilustración son compatibles con la fe católica. Hubo un reconocimiento implícito por parte del Concilio de que el culto del “hombre que aspira a ser Dios", como lo expresó el Papa Pablo, es ahora el principal rival intelectual y espiritual de la Iglesia, al lado del cual el Islam palidece hasta la insignificancia.

El liberalismo4, el secularismo o humanismo secular, el socialismo y el comunismo son simplemente las principales denominaciones de la nueva fe (siendo la masonería un vestigio de la forma original del siglo XVIII). Sus adherentes pueden diferir acerca de cómo se debe alcanzar la meta final (¿el principal instrumento de salvación será la política, la revolución, la ingeniería social, la educación mejorada, la productividad extra, la manipulación mental o los retoques genéticos?) y acerca de cuáles de los ingredientes de la felicidad importan más (¿la libertad, la igualdad, la fraternidad, los derechos humanos, un flujo de dinero abundante o la licencia sexual?) Pero están unidos en cuanto al nuevo mensaje de salvación mismo: el paraíso en este mundo, producido principal o enteramente por el esfuerzo humano.

Aunque esta nueva “fe” no fue considerada inicialmente como incompatible con la creencia en Dios, y a los ojos de multitudes de occidentales todavía es vista de esa manera, para un núcleo de creyentes comprometidos el hombre reemplazó rápidamente a Dios, si no como objeto de adoración, entonces al menos como digno de una veneración cuasi-religiosa. Puede que ya no haya un Dios a quien se pueda ofender por el pecado, pero existe una Humanidad contra la que es posible cometer crímenes.

Durante los primeros cien años, más o menos, esta incredulidad fue de un tipo racionalista simple, el ateísmo de los abates franceses escépticos del siglo XVIII, tal como lo sigue siendo para una gran parte del Occidente incrédulo. La religión no es más que una tontería supersticiosa apta sólo para sirvientes y campesinos y promovida por sacerdotes para su beneficio personal; cuanto antes se acabe con ella, mejor. Pero después de pasar por el túnel sombrío del romanticismo y la filosofía alemanes, de los cuales el marxismo y el nazismo han sido los principales vástagos políticos, emergió un ateísmo más “místico", que debe su origen principalmente al filósofo alemán Feuerbach (1804-1872). Es a esto a lo que parece haberse referido el Papa Pablo VI cuando habló de “la religión del hombre que aspira a ser Dios".

Según Feuerbach, el hombre inventó la idea de Dios antes de tener la edad suficiente para darse cuenta de que lo que imaginaba que eran los atributos de un Ser Supremo —omnipotencia, omnisciencia, bondad absoluta— eran en realidad, en forma latente, sus propios atributos. Por lo tanto, el hombre nunca florecerá plenamente hasta que Dios, o la noción de Dios, haya sido borrado de las mentes de los hombres. Dios, o la idea de Dios, es el enemigo natural del hombre. El progreso humano, por lo tanto, exige la guerra a muerte contra Él o Eso. Feuerbach fue el padre de lo que puede llamarse el ateísmo prometeico.5

Ahora estamos tan acostumbrados al ateísmo como una profesión de fe socialmente aceptable que es difícil darse cuenta de qué fenómeno único es el ateísmo moderno.

No hay duda de que ha habido ateos desde el comienzo de la historia —ya sean ateos de alcance parroquial o intelectuales sofisticados como algunos de los antiguos filósofos griegos o, en China, los mandarines Sung del siglo XII. Pero nunca antes ha habido grupos comprometidos de ateos que creen tener la única solución verdadera para todas las penas y los problemas de la humanidad, y están empeñados en convertir a la gran masa de la humanidad a su punto de vista por la razón, por la persuasión o, si es necesario, por la fuerza. Nuestros hermanos ateos sin duda clamarán contra esta descripción. Pero si miran los hechos históricos, ¿cómo pueden refutarla? No puede haber duda de que la gran mayoría de los ateos realmente quiere beneficiar a sus semejantes. Lo que no pueden o no quieren admitir es que ellos son apóstoles de una cosmovisión misionera que lleva la mayoría de las marcas de una “fe” religiosa. El ateísmo, como ya hemos señalado, no es un componente necesario de esa fe. Pero después de tres siglos, es triste decirlo, ¡se ha convertido en el componente culturalmente más fuerte!6

El segundo de los dos hechos que dije que es necesario captar si queremos entender el significado histórico completo de la Ilustración es que esta nueva “religión mundial” es, en sus raíces más profundas y en muchos de sus objetivos prácticos, una herejía cristiana.

Tomadas individualmente, sus enseñanzas tienen sus orígenes en el cristianismo, como la elevación de los pobres y humildes, o bien, como la hermandad de los hombres, siempre han tenido un lugar destacado en el esquema cristiano de las cosas. Colectivamente, son el producto de 2.000 años de una forma cristiana de ver el mundo. Es imposible imaginarlas ocurriendo en la forma en que lo hacen en cualquier civilización o cultura hasta ahora conocida en la historia que no sea la judeocristiana. Tampoco lo han hecho así de hecho. Pueden ser descritas con precisión como “cristianismo secularizado", o como un alejarse del cristianismo mientras que al mismo tiempo se llevan bolsas llenas del patrimonio cristiano total junto con ellos. Esto es especialmente cierto en los campos político y social donde el énfasis en el gobierno constitucional o los derechos del hombre y su dignidad representan una recuperación de tópicos y temas bien conocidos en la Edad Media, pero empantanados por el culto de la fama, la Gloria y el absolutismo principesco del Renacimiento tardío —un desarrollo que ayuda a explicar el de otro modo sorprendente entusiasmo del católico Hilaire Belloc por muchos aspectos de la revolución francesa.7

Esto es lo que hace que todo el “paquete” de la Ilustración sea tan singularmente difícil de manejar para la Iglesia. No es algo totalmente ajeno como lo fue el paganismo. Todos hemos sido influenciados por él hasta cierto grado, mientras que muchos cristianos parecen creer que, excepto por los desacuerdos acerca de Dios y Cristo y quizás el sexto y el noveno mandamientos, ellos y sus contrapartes secularistas o humanistas seculares están en la misma longitud de onda con respecto a más o menos todo lo demás. Acerca de no pocas cosas, ellos bien pueden estarlo. Desafortunadamente, demasiados tienden a ser hijos de la Ilustración primero y cristianos por añadidura. No logran ver que, cuando son arrancadas de su contexto cristiano y elevadas a la categoría de absolutos, las nociones a las que los hijos de la Ilustración dan prioridad, como la libertad y la igualdad, por muy buenas que sean en sí mismas, pueden recibir un significado muy diferente e incluso volverse horriblemente destructivas —como cajas en la bodega de un barco que se han soltado en una tormenta y chocan entre sí hasta que se hacen pedazos. Fuera del contexto de un mundo diseñado por un Creador para un propósito, es imposible hacer de ellas un todo armonioso.8

Algunos comentarios del Papa Juan Pablo II en una de sus últimas visitas a Polonia muestran hasta qué punto las doctrinas de la Ilustración son, desde un punto de vista católico y cristiano, una mezcla confusa de elementos benignos y tóxicos. “En nombre del respeto a la dignidad humana, en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad” exclamó en uno de sus discursos “yo grito: ‘¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!’". No obstante, en otra alocución se sintió movido a hablar de la necesidad de defender la libertad humana “en un contexto social permeado por ideas de democracia inspiradas en la ideología liberal” y de una “desorientación espiritual” causada por “diversas tendencias liberales y seculares".

Ésta es la razón por la que Chesterton y Bernanos podían hablar de que el mundo moderno está lleno de virtudes (o ideas) cristianas enloquecidas, y por la que los intentos de la Iglesia de recuperar a estas fugas cristianas y reubicarlas en su contexto adecuado están resultando tan agotadores.

También explica la advertencia del Papa Pablo a los humanistas bien intencionados. Pablo VI fue el Papa más comprensivo y sensible hasta ahora al bien presente en los principios de la Ilustración. Pero, él dijo a sus oyentes, sólo continuarían viviendo mientras estuvieran conectados al arbusto padre (el cristianismo). Separados de él, eventualmente morirían.

Tal vez se podría resumir así la posición católica y cristiana. Visto desde la perspectiva de la suma total de los bienes humanos, el credo de la Ilustración es defectuoso de dos maneras como guía para la vida humana y el esfuerzo humano: es defectuoso debido a lo que excluye; y es defectuoso por dar el primer lugar a bienes secundarios.

Una tercera característica de la Ilustración es reconocida más generalmente. Todas las religiones tienen sus miembros más fervientes y menos fervientes. Pero aparte de eso, las ideas que estamos considerando se han encarnado, desde el principio, en dos formas contrastantes: una forma europea fuertemente dogmática, con la Francia republicana como su vitrina, y una forma anglosajona o anglo-norteamericana más suave y más suelta, con los Estados Unidos como su escaparate más deslumbrante. Mientras que el ateísmo y su promoción siempre han ocupado un lugar destacado en la agenda de la forma dogmática, la forma anglosajona nunca se ha considerado como irreconciliable con la fe en Dios o el cristianismo. Por supuesto, siempre ha habido muchos seguidores de la forma europea en los países anglosajones y seguidores de la forma anglosajona en Europa.9 Sin embargo, la distinción sigue siendo válida y es de primera importancia para comprender la historia de los dos últimos siglos y los enredos en que ha involucrado a los hombres.

Con respecto a la tolerancia, en la que la Ilustración siempre ha insistido tanto y que todos valoramos cuando nos conviene, se puede decir dos cosas. [Primero:] Ninguna sociedad ha tolerado jamás todo; lo que distingue a las sociedades y civilizaciones unas de otras es lo que toleran y lo que no toleran. En segundo lugar, es una debilidad universal para las personas que son, o se ven a sí mismas como, guardianes de algún cuerpo de creencias u opiniones, considerar las ideas que defienden como su propiedad personal, interpretar cualquier ataque o crítica de esas ideas como un ataque contra ellos mismos y reaccionar en consecuencia. La relación del Papa Urbano VIII con Galileo es un ejemplo obvio. Pero la debilidad no se limita a los cristianos o a las personas religiosas. Para ilustrar el punto, aquí hay una admisión de un distinguido paleontólogo:

“Steve Gould, mi amigo y co-desarrollador de la noción de equilibrio puntuado [y yo]… hemos sido acusados ​​en muchas ocasiones [de saltacionismo —una herejía para los estrictamente darwinistas]". “Yo soy, casi odio admitirlo", prosigue el hablante, “básicamente bastante conservador y estoy impulsado, al menos en parte, por un deseo de ser tomado en serio. Eso siempre ha significado permanecer dentro del redil de la ortodoxia —todo el tiempo, por supuesto, buscando todavía un mejor ajuste entre el mundo material y nuestras descripciones de él". (Niles Eldridge, The Pattern of Evolution, Nueva York, Freeman and Co., 1999).

Finalmente, existe la conexión ampliamente supuesta entre la Ilustración o su ateísmo asociado y el desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas. Pero esta idea popular es un caso de post hoc, propter hoc ("lo que sucedió primero debe ser necesariamente la causa de lo que sucedió después"). Los cimientos de la ciencia occidental fueron puestos por hombres que eran casi todos cristianos de algún tipo. Si, a partir del siglo XVIII, cada vez más científicos se han vuelto ateos, podemos ver esto como un efecto más que como una causa del avance científico. Cuanto más exitosos y poderosos nos volvemos, más difícil es mantener un sentido de la proporción sobre nosotros mismos.

Creo que es igualmente ilusorio pensar que, sin la Ilustración, nosotros en Occidente no disfrutaríamos de las ventajas sociales y políticas que disfrutamos ahora. De hecho, bien podríamos haber llegado a ellas por una ruta menos tortuosa y dolorosa.

Con estas generalizaciones en mente, ahora podemos mirar brevemente la forma en que las ideas que estamos considerando se han desarrollado y han interactuado durante los últimos 300 años. No trataré con personalidades, ni trataré de evaluar cuánto bien o cuánto daño ha hecho cada denominación en sus esfuerzos para realizar sus objetivos. Mi propósito en este capítulo es simplemente mostrar cómo llegaron a existir.

Es una historia familiar, pero espero arrojar una luz sobre ella que resalte características que tal vez no hayan notado antes.

 

Notas

4. A lo largo de este y los siguientes capítulos la palabra “liberal” se usa en un sentido filosófico, cuyo significado se aclarará en breve.

5. Prometeo: antiguo héroe griego que robó el fuego de los dioses para beneficiar a los hombres a pesar de los dioses.

6. Quizás una de las observaciones más penetrantes sobre el ateísmo moderno se puede encontrar en Signo de Contradicción del Papa Juan Pablo II, una serie de sermones predicados durante un retiro de Cuaresma para la casa papal cuando él era aún arzobispo de Cracovia. Cuando, observa el Papa, el Diablo dijo a Adán y Eva que si ellos comieran del fruto prohibido se volverían como Dios, nuestros primeros padres no le creyeron realmente, ni tampoco ninguno de sus descendientes cuando la tentación se ha repetido a lo largo de los siglos. La proposición viola demasiado obviamente el sentido común. Sólo en los últimos 200 años Satanás ha encontrado hombres realmente preparados para tomarle la palabra.

7. Benjamin Franklin, por ejemplo, nos dice que sus contribuciones a la constitución de los Estados Unidos fueron influenciadas por sus conversaciones con los benedictinos de París. También podemos rastrear una conexión, vía Descartes, entre el racionalismo del siglo XVIII y la escolástica medieval.

8. A pesar de las intenciones a menudo nobles, se ha matado a mucha más gente en las guerras y revoluciones de los últimos doscientos años que buscaban establecer uno u otro de los principios de la Ilustración como una panacea para todos los males humanos, que en todas las guerras religiosas y cruzadas desde la época de Constantino (por ejemplo, el número de muertos por el comunismo ha sido estimado entre 50 y 100 millones de personas), aunque sólo fuera porque en el pasado las poblaciones eran mucho más pequeñas.

9. John Stuart Mill es un ejemplo de inglés comprometido con la forma europea (véanse sus cartas a Auguste Comte sobre las dificultades de predicar el positivismo de Comte en Inglaterra), mientras que Chateaubriand y aún más de Tocqueville son representantes del liberalismo anglosajón en Francia.

Copyright © Philip Trower 2006, 2011, 2018.

Family Publications ha dejado de existir. Los derechos de autor han vuelto al autor Philip Trower, quien ha dado permiso para que el libro sea colocado en este sitio web (Christendom Awake).

Fuente: http://www.christendom-awake.org/pages/trower/cc&cf/corrected/cc&cf-chap2.htm

(versión del 16/02/2021). Traducido al español por Daniel Iglesias Grèzes, autorizado por Mark Alder, responsable del sitio Christendom Awake.


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2 comentarios

  
Alvar
Yo me pregunto hasta qué punto habrían triunfado las ideas de la Ilustración sin la ayuda decisiva del dinero de los prestamistas judíos y las maquinaciones audaces de la masonería, lanzados sin descanso contra la sociedad cristiana, su organización política y su pensamiento moral y religioso.
Es decir, más que una superposición natural de cosmovisiones parece una voladura desde dentro contra la cristiandad. Una vez que estos ilustrados se hacen con el poder del Estado lo utilizan agresivamente contra la Iglesia. Hasta hoy, la marca característica de esta inteligencia ilustrada es la destrucción de la cristiandad.
03/03/22 2:07 AM
  
Néstor
Brillante el paralelismo con el Islam. Demasiado optimista e ingenuo eso de que la masonería es "un vestigio de la forma original del siglo XVIII."

Saludos cordiales.

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DIG: Gracias, Néstor. El hecho de que algo sea un vestigio o reliquia de una era pasada no implica necesariamente que ese algo sea hoy poco importante o influyente. Hay más sobre la masonería en el próximo capítulo (el 3).
03/03/22 3:10 AM

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